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Revista Digital de El Quinto Hombre
CARL GUSTAV JUNG - SU CONCEPCION ANTROPOLOGICA - Nota
I
Por el Prof.
Dr. Vicente Rubino (Argentina)
Entre los grandes psicólogos
de la llamada por Eugen Bleuler Psicología Profunda, Jung se destaca como
el único que ha interpretado lo inconsciente en función de la naturaleza espiritual del hombre, y el primer autor que no trato la
cuestión de la experiencia religiosa simplemente como epifenómeno, como sublimación,
o como un síntoma que debe diagnosticarse,
sino como parte válida y auténtica de la personalidad. El contacto con
los hechos religiosos -no los credos conscientes observaciones dogmáticas-
sino la íntima relación entre el individuo y las experiencias básicas
de la realidad de lo vital y lo cósmico, era para Jung de primordial importancia
en la formación y desarrollo del ser humano.
También señaló Jung la falta de significación de la
experiencia vital del hombre contemporáneo, lo que ha llevado a éste a
un vacío interior, a una confusión, desorientación y falta de sentido
en la vida. Si el hombre moderno quiere encaminarse por una senda que
lo libere de su letargo espiritual, deberá encontrar su sentido de la
vida a través de la potencialidad de sus profundas fuerzas inconscientes,
por tanto, afirmaba Jung, la Psique es intrínsecamente creadora. Si el
hombre actual se halla encerrado en una trampa, es porque se apartó de
la esfera íntima de su ser, pues está en su naturaleza misma el integrarse
y construir una unidad a partir de los segmentos desarticulados de la
personalidad. La concepción junguiana del proceso de individuación constituye,
en esencia, un camino hacia el encuentro consigo mismo, y advierte Jung
que no solo esta dentro de las posibilidades del hombre encontrar y vivenciar
el sentido de su vida, sino que su salud psicológica así lo exige.
Además, el hombre debería adquirir un sentido de la
amplitud de la Psique y de su intima relación con la realidad. En este
terreno, una de las contribuciones de Jung consistió en demostrar que
entre los muchos contenidos psíquicos, hay algunos cuya naturaleza esencial
es la de dar al hombre un punto de contacto con el mundo como Cosmos.
Esto contenidos que son los símbolos más profundamente arraigados y fundamentales
de lo inconsciente, configuran una expresión no solo de los procesos psíquicos,
sino también de los principios que operan en el Cosmos. Lo que Jung denomina
Arquetipos es una manifestación en el hombre de dichos principios y constituye
un eslabón, un punto de contacto entre el Si-mismo y el mundo que esta
más allá de la naturaleza psíquica del hombre. La Psique contiene no sólo
los deseos reprimidos y los temores ocultos en las oscuras profundidades
de lo inconsciente, sino la experiencia de la realidad y la interioridad
psíquica del hombre, de su puesto en el Cosmos, a través de las estructuras
arquetípicas. Lo inconsciente se extiende hacia los estratos inferiores
de la naturaleza animal del hombre y alcanza también, fuera y más allá
de lo meramente humano, un contacto significativo con los infinitos aspectos
de la vida, lo que nos permite ampliar nuestro concepto y hablar, más
que de la profundidad de la psique -tomando una frase de San Agustín-
de la Magnitud de la misma. Y es con este sentido, de la Magnitud, que
Jung imprime una dimensión nueva y necesaria a la Psicología Profunda.
El poder creador de la personalidad y la Magnitud
de la Psique son dos pilares en el pensamiento de Jung. Y hay un tercero
todavía: su sentido del tiempo. Este implica la idea junguiana fundamental
de que en todas las cosas opera el principio de los opuestos. Este principio
es, para Jung, la ley inherente a la naturaleza humana. La psique es un
sistema de autorregulación y no hay equilibrio alguno ni sistema de autorregulación
sin lucha de opuestos. La función reguladora de los contrarios, la Enantiodromía,
fue considerada por Jung como la más maravillosa de todas las leyes psicológicas,
y ha sido descubierta por Heráclito, quien influyó notablemente en Jung.
En la antropología psicológica de Jung, la personalidad
como un todo es denominada Psique. Psique significa originariamente alma
o espíritu, deviniendo luego en el concepto Mente. La Psique abraza todo
pensamiento, sentimiento y conducta, tanto consciente como inconsciente.
Funciona como guía que regula y adapta al individuo a su medio social
y físico, así como a las demandas de su mundo interior.
Para Jung, la psicología no es ni biología ni fisiología,
ni ninguna otra ciencia que no sea, precisamente, este conocimiento de
la Psique. El concepto de la Psique afirma la idea primaria de que una
persona es un Todo desde un comienzo, y no una reunión de las partes agregada
por la experiencia y el aprendizaje: "El hombre no lucha por la integridad:
él ya la tiene, nace con ella". Lo que debe hacer en el lapso de su vida
es desarrollar esta integridad inherente, esta potencialidad hasta el
máximo grado posible de diferenciación, coherencia y armonía; precaverse
de la ruptura de sistemas parciales autónomos, separados, conflictivos.
En su fundamento, el hombre contiene en sí un factor
ordenador. Y se halla situado en entre el espíritu y los instintos, entre
el interior y el exterior, entre lo consciente y lo inconsciente: por
un lado es lo debido, sometido como tal a un punto de vista causal; por
el otro lado, el alma se halla en devenir y solo puede ser concebida sintética
o constructivamente.
La única parte de la mente que el individuo conoce
directamente es la consciencia. La conciencia es la referencia al yo de
los contenidos psíquicos en cuanto es percibida por el yo como tal. Luego,
las referencias al yo en cuanto no son percibidas por este como tales,
son inconscientes. La consciencia, pues, es la función o actividad que
mantiene la relación entre los contenidos psíquicos y el yo.
La consciencia no es algo idéntico a la Psique, por
cuanto esta representa la totalidad, el conjunto de todos los contenidos
psíquicos, de los cuales no todos evidencian el nexo directo con el Yo
necesariamente, es decir, no están referidos al Yo al punto de que puede
atribuírsele la cualidad consciente.
La orientación de la mente consciente está dada por
la Función psíquica, siendo esta una actividad psíquica determinada, que
en circunstancias distintas permanece, en principio, idéntica a sí misma,
y permite adecuar al individuo a las realidades externas e internas. Es
una forma de apariencia de la Libido, considerada esta como la total energía
psíquica del individuo.
El Yo es un complejo de representaciones que constituye
el centro de la esfera consciente, y que mantiene la máxima continuidad
e identidad respecto de sí mismo. El complejo del Yo es tanto un contenido
de la consciencia, como una condición de la misma. El Yo no es idéntico
a la totalidad de la psique, sino que es un complejo entre otros complejos.
Es el organizador de la mente consciente: se compone de las percepciones,
recuerdos, pensamientos y sentimientos conscientes, y aunque ocupa una
pequeña parte de la Psique total, juega la función vitalmente importante
de ser guardián del umbral de la consciencia: a menos que el Yo admita
su presencia, una idea, un recuerdo, un sentimiento, o una percepción,
pueden no llegar a ser vivenciados conscientemente, puesto que el Yo es
altamente selectivo. Provee la identidad y continuidad de una personalidad,
porque a través de la selección y eliminación de material psíquico, el
Yo puede mantener una cualidad continua de coherencia, una trama histórico-vital,
en la personalidad individual. Por eso, es a través del Yo que sabemos
que hoy somos la misma persona que la que éramos ayer. A este respecto,
la individualización y el Yo actúan en estrecha relación interfundamentandose
para desarrollar una personalidad característica y en movimiento.
CONTINUA NOTA II
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