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Revista Digital de El Quinto Hombre
LA MASONERÍA - NOTA III
Una investigación de C.A.E.F.A.
La estructura simbólica que analizamos constituye la introducción general
a la metafísica que se le da al Aprendiz, el nuevo estudiante de los Misterios,
al comienzo de su carrera en la masonería. Es una representación del mundo
psicológico como un todo y una descripción general del ámbito de la obra
masónica. Antes de considerar la naturaleza de la obra que debe cumplirse
en términos de desarrollo psicológico en cada grado hay un grupo más de
símbolos que hemos mencionado de soslayo que demanda nuestra atención.
Se trata del punto dentro de circulo cercado por dos líneas paralelas,
el volumen de la Ley Sagrada y la representación de la escalera de Jacob.
Estos objetos suelen aparecer juntos, incluso en los cuadros más antiguos;
y deben interpretarse como un símbolo único. En conjunto representan a un
ser humano individual en el seno del mundo psicológico. Las dos líneas paralelas
que simbolizan los principios activos y pasivos representan en el individuo
esas mismas cualidades exuberantes y restrictivas presentes en las columnas
corintias y dóricas que representan el mundo psicológico en libertad. La
función equilibradora corre a cargo de la "columna de la consciencia", representada
en el mundo psicológico por la columna jónica, y en la psique del ser humano
individual por la escalera con sus tres peldaños principales: fe, esperanza
y claridad. Estas tres divisiones sugieren que la psique individual tiene
tres niveles importantes (que corresponden a los tres grados). El círculo,
confinado entre las líneas paralelas, y el volumen de la Ley Sagrada representan
el radio de consciencia del individuo cuando comienza su trabajo, e indican
que en ese estadio de desarrollo sólo se es capaz de percibir el símbolo
de la deidad (el volumen de la ley sagrada). La escalera que sube desde
el pavimento cuadrado, situado al Oeste, a la Gloria, situada en el Este,
sugiere que mediante la aplicación del conocimiento se puede llegar a ser
consciente de la propia deidad.
Los principios mencionados más arriba definen el modelo masónico de la
psique. El masón que entiende el Oficio como un modo de crecimiento personal
conoce estas ideas primero como conceptos intelectuales, y luego, con
la práctica, llega a tener consciencia de su realidad a través de su experiencia
en curso de su actividad diaria en el mundo físico. Esto es, de hecho,
un enfoque muy antiguo del desarrollo individual. Está basado en la idea
de que si uno hace un esfuerzo real por comprenderse a uno mismo, sus
motivaciones y comportamiento, la deidad (o sus agentes) proporcionará
las experiencias que facilitará ese aprendizaje. Durante la ceremonia
de iniciación se dice al candidato "... sin descuidar los deberes cotidianos
del lugar que ocupas en la vida, debes avanzar diariamente en el conocimiento
masónico"; una instrucción clara para el candidato que debe observar lo
que pasa en su vida, interpretarlo en el contexto de la simbología del
oficio y aprender de la experiencia. Se le introduce de modo simbólico
una clase de acontecimientos que puede afrontar recurriendo a esos dramas
rituales llamados los Tres Grados.
Cuadro del Primer Grado
Los cuadros son ayudas visuales que ilustran los principios que
se
enseñan en cada grado. El Cuadro del Primer Grado respresenta,
mediante una simbología muy depurada, al ser humano individual
y el lugar que ocupa en los Cuatro Mundos.
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PRIMER GRADO - APRENDIZ.
Cuando el candidato es admitido en una logia masónica, su condición de
Aprendiz viene representada por la "piedra bruta", el primero de un conjunto
de tres símbolos que el Oficio llama las tres Joyas Inmutables. Un sillar
es una piedra para la construcción; un sillar en bruto es una piedra que
todavía no se le a dado la forma que requiere el lugar que ocupa en la
estructura. La francmasonería considera la humanidad como un "templo de
Dios"; y es exactamente esta evidente coincidencia - se espera que el
candidato utilice las experiencias de su propia vida para trabajar en
sí mismo y transformarse en una piedra adecuadamente "desbastada" que
ocupe su lugar único en ese templo- la que se persigue. Sin embargo, el
símbolo sugiere mucho más. La piedra bruta es una piedra individual, una
piedra que ha sido arrancada de la roca. En términos humanos representa
al ser humano individual. Ahora bien, una persona puede, si es eso lo
que elige, considerarse esencialmente un ser miembro de un grupo o sociedad
que no ejerce un control personal sobre sí mismo; se desarrolla dentro
de ese grupo o sociedad, se apoya en ella, acepta sus valores como propios,
y las experiencias de su vida son las de los miembros de la sociedad.
Esta persona es como la piedra de la construcción que todavía no se ha
arrancado a la roca, una parte de la masa general.
Al participar en la ceremonia del Primer Grado, el candidato recibe de
modo simbólico una mirada en el interior de la naturaleza de su propia
psique. Si conduce una seria atención al trabajo de la logia y trata de
comprenderla del modo que ya hemos mencionado, tarde o temprano llegará
el momento en que de "todo se unirá" y verá que todo su interior es una
representación de la simbología. Cuando haya mirado de esta manera, cuando
haya tenido la experiencia real (no simbólica) que le indique que el es
un individuo con responsabilidad individual sobre sus actos y sobre las
situaciones en que se encuentre. El material que constituye el Primer
Grado estimula al candidato a mirar en el interior de sí mismo y de los
trabajos de la psique, y esta es la razón por la que uno debe querer ser
miembro de la masonería. Nadie debe asumir esa clase de responsabilidad
hasta que se sienta preparado para hacerlo.
La responsabilidad individual por los actos de cada cual es un concepto
que se desarrollará a medida que el candidato progrese en los grados,
y aquí, al comienzo de su carrera masónica, el candidato recibe una indicación
de cómo se llevará a cabo ese desarrollo. Dentro de la logia existen siete
Oficiales; cuando la logia se considera un modelo de la psique, estos
siete Oficiales se identifican con los siete niveles de la conciencia.
Esta idea se desarrolla más ampliamente en el Segundo Grado, pero en la
Apertura del Primer Grado se nos dice que el Guarda Interno debe estar
"bajo el mandato del Primer Vigilante". El Guarda Interno, como veremos
luego, presenta el nivel de la conciencia que hoy se llama "ego", y el
ritual dice que el Aprendiz debe colocar su ego bajo el control de algún
agente del interior de su psique llamada el Primer Vigilante, que es
similar al "yo" en la terminología de Jung. En otras palabras, el establecimiento
de esta "relación de mando" se refiere a un proceso similar al surgimiento
del arquetipo del yo. Examinando esta noción podemos hacernos una idea
de la naturaleza del trabajo masónico.
Mucha gente piensa que la consciencia del ego son ellos mismos, antes
de ponerla bajo el control del yo deben reconocer primero que el ego
no son "ellos", sino un nivel de su conciencia que deben utilizar. Ahora
el ego tiene acceso a una serie de formas de trabajar; y el sistema masónico
tiene tres: actuar, pensar y sentir, representadas por medio de sus rituales,
sus lecturas y sus oraciones. Al participar en estas actividades y observar
su proceso mental al mismo tiempo, el individuo ve como funciona su ego
y lo identifica como algo que le pertenece. Además puede observar a las
personas y a las distintas imágenes que establece el guardia interno/ego
para relacionar al individuo con el mundo en las diferentes situaciones
sociales de su vida. Y lo que es más importante, al "mirar en el interior",
a menudo en busca de una percepción de su estado interno, se percata de
la existencia del Primer Vigilante / yo y del hecho de que, si escucha,
tendrá acceso a una excelente orientación. Al principio esta orientación
se manifiesta como una "corazonada"; con la practica puede depurarse hasta
convertirse en una facultad fiable. Esta "relación de mando" entre el
Guarda Interno y el Primer Vigilante recibe el nombre de "camino de la
Honestidad" en algunas tradiciones, por que su establecimiento exige no
sólo que el candidato "se pregunte para sus adentros", sino también que
sea escrupulosamente honesto consigo mismo. Tal honestidad le lleva a
examinar su consciencia y a empezar a cuestinarse el comportamiento habitual
de toda su vida. Establecer esta "relación de mando" entre Guardia Interno
y Primer Vigilante, sacar a flote el yo y volver hacia él en busca de
una orientación es unos de los trabajos más importantes del Aprendiz.
Otra de sus tareas principales consiste en equilibrar la parte de la
psique que está en contacto con el mundo físico. Ahora ya hemos visto
nuestro análisis de las Tres Columnas del Cuadro que hay tres principios
que funcionan en todos los niveles de la psique en forma de funciones
activas y pasivas equilibradas por los actos de la consciencia. Estas
funciones están representadas en cada uno de los grados por las herramientas
de trabajo necesarias para la tarea de cada nivel, y en el "patio" esas
herramientas de trabajo son herramientas de acción. Describen esas funciones
psicológicas íntimamente relacionadas con el mundo físico. Las herramientas
de un aprendiz son: el mállete, una herramienta de fuerza activa que nosotros
equiparamos con la capacidad psicológica de experimentar la pasión, y
que simboliza la alegría, la furia, el compromiso serio, etc.; el escoplo,
una herramienta pasiva y restrictiva -recibe los golpes del mállete y
los dirige en una dirección muy concreta -, que podemos equiparar a la
capacidad de análisis, clasificación, cálculo, y pensamiento racional;
y el gramil de veinticuatro pulgadas, un instrumento para medir que dirige
y equilibra las otras dos funciones. Las veinticuatro pulgadas aluden
al tiempo, y puede que un pasaje bíblico nos ayude a perfeccionar esta
idea "... hay una estación para todas las cosas..." El gramil de veinticuatro
pulgadas representa la capacidad de la conciencia para identificar la
función psicológica adecuada a cada momento.
Equipados estos conceptos, el individuo se compromete en primer lugar
a tomar conciencia de las tres "herramientas" (esto es, de las capacidades
que representan) en su estructura psicológica, luego a someterlas al control
de la consciencia y finalmente mantenerlas en equilibrio. Lo hacen "sin
descuidar los deberes cotidianos del lugar que [él] ocupa en el mundo",
o sea, aplicando los conceptos a los acontecimientos diarios de su propia
vida. Como podrá reconocer cualquiera que se haya esforzado por aceptar
un carácter violento o uno obsesión duradera, el asunto de someter las
herramientas de trabajo y de análisis y de la pasión a un control consciente
supone un duro y considerable trabajo, y confiere un cierto realismo al
término "obra masónica". No obstante, si persevera, la persona que trabaja
en este sentido comienza a reconocer que reacciona ante los acontecimientos cada
vez con menos frecuencia y, por el contrario, se sorprende a sí mismo
seleccionando sus acciones de entre un repertorio de respuestas cada vez
más amplio.
Esta elección tan importante es el comienzo de lo que el individuo bien
puede llamar "mi voluntad"; y con esa capacidad para una mayor elección
llega el momento de elegir egoístamente, de modo malévolo y destructivo,
y la responsabilidad de elegir líneas de comportamiento constructivas
e integradoras. Hay una parte de la ceremonia de los grados primero y
segundo en la que al candidato se le exige que refiera una pequeña parte
del ritual de los vigilantes. Este "examen ante los vigilantes" representa
el proceso interior de la consciencia mediante el cual se guía y estimula
al individuo en trance de desarrollo limite voluntariamente su emergente
capacidad de elección. Este proceso de auto disciplina exige en general
que el individuo considere sus motivaciones, y puesto que estas suelen
ser inconscientes, el esfuerzo conduce con toda naturalidad al Segundo
Grado.
CONTINUA
NOTA IV
El Quinto Hombre
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