Cuando hablamos de vínculos adictivos hablamos de relaciones en donde las personas involucradas cambian su comportamiento de forma radical. Situaciones en donde la persona cede en sus tiempos, gustos, quehaceres, costumbres. En esa clase de vínculos, pareciera que el adaptarse al nuevo escenario es una forma de tener algo nuevo en qué pensar y ocuparse. ¿Por qué y para qué ocupar la mente en otra persona?
Se podría decir que hay cuestiones en la vida que son negociables y hay otras que no lo son. La primera pregunta que tendrías que hacerte es si lo tienes claro, ¿sabes qué cuestiones son innegociables en tu vida? De allí se abren posibles respuestas. Si la respuesta es sí y descubres que al momento de sostenerlas no lo haces entonces, ¿Por qué se cede ante lo que es innegociable? y en el caso que no tengas claro qué cuestiones son innegociables en tu vida, ahí hay terreno fértil para que se instale lo que el otro quiere…
Tanto en una situación como en la otra el tema es que la persona que se encuentra envuelta en esa clase de relaciones no tiene un norte claro hacia el cual dirigir su vida y en el caso que llegue a una instancia de su vida en donde luego de varios tropezones se haga la famosa pregunta “por qué me encuentro siempre con lo mismo?” ahí se enciende la lucecita de al menos querer hacer algo al respecto.
Hay que tener presente que la forma en que nos movemos en la vida y vinculamos es siempre desde la vía reactiva, aunque no lo notemos. La energía canceriana que late dentro nuestro al de por sí aceptar esa formación dentro del clan familiar y aceptar las normas y valores de ese entorno, proporciona la coraza del cangrejo que hará sentir protección y seguridad en el mundo desconocido. Con el bagaje incorporado se elegirá qué sí y qué no, qué cuestiones son valiosas y cuáles no lo son. Si eres una persona valiosa y merecedora o no lo eres, según lo recibido en tu historia. Si tu psiquismo registró que para conseguir ser aceptado en el clan tenías que hacerte el simpático, el sabelotodo, el auto-suficiente, el que puede con todo, etc. Esas vías de reacción demostrando al mundo lo que eres capaz y lo que no se marcó en tus inicios en este plano.
Y eso es lo que seguirás actuando en tus vínculos… Serás quien siempre saque las papas del fuego con la posterior pasada de factura, serás quien permita ser tratado como basura porque al menos se fijan en ti, o serás quien maltrates porque así te han enseñado que se demuestra el cariño.
Si resulta que descubres que estás involucrado en una relación asfixiante y adictiva y como tal no es simple de soltar, no se trata de esperar a desenamorarse para soltar esa relación, aquí es cuando es necesaria la intervención de la mente objetiva como herramienta. Cuando hablamos de adicción a una relación es como hablar de adicción a substancias.
Y aquí hay que diferenciar deseo de apego, querer algo con todas las fuerzas no es malo, considerarlo imprescindible, SI lo es. La persona apegada nunca está preparada para la pérdida porque no concibe su vida sin ese otro. Aplica lo mismo que una persona adicta al alcohol, a las drogas. El hecho de que desees a tu pareja, que no veas la hora de estar con ella, que te deleites con su presencia, su sonrisa o lo que fuera que te encanta, no es apego. Eso se asociaría a la etapa de enamoramiento y está perfecto disfrutarlo lo más posible, sentirlo y saborearlo. En cambio cuando ese “bienestar” se torna indispensable, al punto de atormentarte mentalmente ante la urgencia de verla, no tener paz mental por el desgaste de tu propia mente: bienvenido al mundo de los adictos afectivos.
El deseo mueve al mundo, la dependencia lo frena. El desapego no es indiferencia. Las premisas del desapego son: independencia, no posesividad y no adicción. Cuando hay tanto apego a una persona, estamos hablando de carencias, agujeros sutiles que se pretenden llenar con situaciones reales, entonces jamás serán satisfechos.
Si consideramos la información de índole astrológica, una persona que carezca del elemento aire, y tenga bastante elemento fuego o agua, tenderá a ser subjetiva a la hora de percibir la vida y las relaciones. Tenderá a tomarse todo a personal y no habrá discernimiento entre lo que conviene y no conviene. Además el apego se relaciona con la energía lunar y en los casos extremos citados probablemente estamos ante casos de lunas maltratadas, con aspectos tensos con planetas fuertes.
Toda persona que fue vapuleada en sus inicios tenderá a recrear esos mismos escenarios porque es lo que conoció, lo quiera asumir o no. Si toma consciencia de eso, el primer paso es soltar esas relaciones, hacer un corte teniendo que atravesar la movilización emocional que eso le produzca. Si su propósito en la vida es generar vínculos sanos, el primer paso es salirse de esa situación enferma. ¿y con eso es suficiente? Obviamente que no porque como esa demanda está instalada la intentará repetir en una situación futura. ¿Qué hacer entonces?
Además de conocer lo que se le juega a nivel psicológico y trabajarlo internamente, tendrá que delinear qué acciones la llevarán en su vida cotidiana a lograr lo que desea, ya sabiendo de antemano lo que la desvía. Lo que acompañará el proceso es la constancia y la disciplina férrea de tener presente siempre la meta que quiere alcanzar.