En lo que a relaciones humanas se refiere, existió siempre ese afán por conocer cómo es cada quién desde su personalidad y cómo detectar con quién se compatibiliza y con quién no. Para eso el ser humano ha consultado oráculos de diversa índole a modo orientativo y en muchos casos, como “salvavidas” en ese mar de incertidumbres amorosas…
El tema es que en primera instancia hay que distinguir lo que es adivinar de lo que es oraculizar. Cuando hablamos de adivinación justamente quien “adivina”, que generalmente es el que “sabe”, indica pautas y hechos que quien escucha las toma como axiomas de vida, y que es muy probable que luego vivencie. Por otro lado, oraculizar implica que ese oráculo escucha lo que la persona pregunta y en función de lo consultado la orienta para que la persona en sí reflexione y elija qué hacer, una inmensa y gran diferencia.
En lo que respecta a la Astrología tradicional, es posible obtener un escenario de base a modo de información con la cual conocer qué preparada está la persona para relacionarse afectivamente.
Esos factores son posibles considerando en primera instancia, qué roles juegan en la carta de la persona los diferentes planetas astrológicos. Los planetas es posible clasificarlos en función a la temática vincular, del siguiente modo:
- Planetas receptivos o amorosos;
- Planetas enérgicos o apasionados;
- Planetas neutros o mentales.
En el primer punto encontramos a: La luna, Venus, Júpiter y Neptuno
En el segundo punto encontramos a: El Sol, Marte y Plutón
En el tercer punto encontramos a: Mercurio, Saturno, Urano.
A esa clasificación base habrá que incorporar como información el signo y la casa en que se encuentren, como así también los aspectos planetarios que existan entre ellos. De los aspectos se considerarán tanto los blandos: sextiles, trígonos como los duros: conjunciones, cuadraturas y oposiciones.
De toda esa información hay posibilidad de obtener una “ficha” personal en donde describa la inclinación favorable hacia las relaciones o la dificultad para generarlas. En general se dice, por ejemplo, que si una persona en su propia carta cuenta con un buen aspecto de su Sol y su Luna, un sextil o un trígono, es un buen indicador. Al representar lo que uno siente basalmente y lo que uno quiere en la vida, esos aspectos hablan de armonía en esas dos cuestiones. Si hay un buen aspecto entre Venus y Marte, hay buena sintonía interna en lo relacionado a energía sexual bien canalizada. Y así hay más aspectos orientativos que brindan información al respecto. ¿Qué sucede entonces cuando hay muchos aspectos duros? ¿La persona tiene que resignarse entonces?
Y aquí es donde o bien, se toma lo que la Astrología dice como una “verdad” y por lo tanto es una “desgracia” y un “desafortunado en el amor”, o bien no se lo toma como una “verdad” sino como grandes oportunidades.
Desde el Hermetismo, todo aquello que ha surgido como problemas para el hombre se han considerado como oportunidades de trascenderse a sí mismo, la esfinge del mito de Edipo haciéndote la pregunta que si la aciertas avanzas en tu camino. Entonces si en tu carta natal tienes aspectos que te indican que lo tuyo no son las relaciones, te propongo te hagas la siguiente pregunta: ¿No lo es para quién? ¿Acaso no se trata de que incorpores a tu vida aquello que te ha resultado imposible?
Si el oráculo te advierte respecto a qué cuestiones son adversas en lo que a vínculos se trata, entonces qué interesante poner foco en ese asunto y atravesar lo que haya que atravesar. ¿Hay que horrorizarse porque tu prototipo de persona propensa a vínculos sea “adversa”?
Esas energías desalentadoras están instaladas como automatismos con lo cual es lo primero que surgirá ante cualquier situación que las desafíe. Aquí es donde es preciso recorrer un camino interno de transformación con lo cual en primero habrá que detectarlas en situaciones concretas y luego de qué modo lo modificas en tu vida cotidiana.
Ojalá hayas disfrutado de estas líneas, nos encontramos en un próximo artículo. ¡Hasta pronto!
Carolina Capmany
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