Es más que sabido que además de la unión biológica con nuestra familia existen uniones de índole energética y psíquica. Generalmente solemos considerar solamente lo que registramos con nuestros cinco sentidos, a nivel biológico, el aspecto físico o gestos o formas de hablar similares. También existen otras cuestiones “no visibles” que no solamente nos unen sino que repercuten en nuestro accionar diario. Y aunque puedan pensar que lo sucedido en la niñez “ya fue” no es así, como he mencionado en ocasiones anteriores, para el psiquismo no hay edad y aquello que se vivenció en algún momento en la precoz niñez sigue tan vivo como la experiencia original.
Ahora bien, hay varias vivencias que no recordamos y tal vez algunas de ellas no fueron muy felices. Y si fue una experiencia que dejó marca en nuestro psiquismo, justamente no lo recordamos a modo de protección. La cuestión es que no porque no se la recuerda, no tiene repercusión en la vida actual y aquí es cuando ingresan los conocidos síntomas sin explicación, fobias o traumas que de adultos se manifiestan.
El origen de esas vivencias traumáticas surge porque el niño o niña se siente culpable de lo que sucede, su modalidad de comprender es considerando que fue por su culpa. Si papá o mamá lo regañan es porque hizo algo mal y el que falla es él o ella. Cuando somos niños nuestros padres son como dioses, nuestros grandes referentes con lo cual, no hay posibilidad de cuestionarlos.
Si el niño o niña es indomable, si los padres notan que su hijo o hija no responde a sus expectativas, automáticamente suelen sentir que algo “malo” le sucede a la criatura y la criatura acusará recibo y se hará cargo de eso.
Lo que suele suceder a nivel familiar es que lo que la familia niega o rechaza suele recaer en algún miembro que hace de chivo expiatorio y eso a nivel astrológico es posible detectarlo considerando las cartas natales de sus miembros. Las energías que “hacen cortocircuitos”, es decir, que no son compatibles se rechazan. Si los padres poseen una energía diferente a la de sus hijos, pondrán el tema afuera, diciendo que el problema es del chico o la chica.
Profundizando lo que hablé en el artículo anterior respecto de la energía lunar, esas “diferencias” aparentemente irreconciliables de los elementos (aire, tierra, fuego, agua) en los que está la Luna en las cartas de los padres e hijos, son las causantes de esa incomprensión del otro. En el caso de los padres, el automatismo de creer que el hijo es el diferente y se tiene que amoldar a lo que ellos consideran “correcto” puede detonar, por ejemplo, que esa criatura reprima sus verdaderas emociones. Dando un ejemplo, un matrimonio de energía Libra-Libra tienen un hijo con problemas graves de conducta y recurren a un terapeuta. Ese matrimonio predica que son una familia buena en donde reina la armonía, la amabilidad, van todos los domingos a misa, nunca se enojan ni gritan y en donde no se habla de “sexo”, no entienden cómo su hijo tiene esa actitud tan desubicada. Lo que claramente está sucediendo en ese ejemplo es que el chico está vivenciando lo que está en sombra en los padres. Y si el chico tiene energía del elemento agua y escorpiana, justamente encarnará la manifestación de lo “oscuro” de su familia.
En líneas generales, no necesariamente tiene que ser el hijo o hija el que actúe ese rol, puede suceder que lo actúe el padre o la madre. De lo que se trata en ese entramado energético familiar es de que se “compensen” las energías. Es como un “acuerdo tácito” en donde inconscientemente se acuerdan actuar roles “por el bien de la familia”. El tema es cuando lo consciente emerge y cuestiona el porqué de determinadas actitudes familiares que llevan a que la persona sea “etiquetada” de determinada forma y quede atrapada en determinado rol. A su vez, el cumplimiento de ese “rol” es condición para que sea aceptada en esa familia. Todo lo que estoy mencionando es algo que se juega inconscientemente, las tragedias familiares son como los mitos, se actúan sin siquiera notarlo. Cada miembro de la familia actúa un papel y automáticamente repite su libreto una y otra vez…
¿Qué sucede si te das cuenta de que estás actuando un libreto que no te permite avanzar en tu crecimiento personal? Primeramente, al conocer tu carta natal y tener conocimiento de las cartas de tus padres tienes una primera aproximación a la comprensión de porqué sucede lo que sucede. Lo que sigue es tu decisión de no seguir cumpliendo ese papel con las consecuencias que eso implica. Al ingresar en un camino de transformación personal, ahí es donde tu rol en esa obra familiar comenzará a ser cuestionado y está en vos tener claridad hacia donde querés dirigirte. No se trata de enemistarse de la familia de origen si no de comprender que existe la posibilidad de elegir qué rol querés encarnar en tu vida y asumir la responsabilidad que eso implica. ¿Te animás a hacerlo?