Revista Digital de El Quinto Hombre
¿Existió una Edad Dorada en un pasado lejano? Pese a que se nos ha enseñado que fue solamente un mito, muchos de los textos antiguos más respetados se refieren a la Edad Dorada
como un período real en nuestra historia.
El poeta griego Hesíodo describe el mundo antes de la caída:
“Los hombres vivían como Dioses, sin vicios ni pasiones, preocupaciones ni trabajo. Pasaban sus días con tranquilidad y alegría, en la feliz compañía de seres divinos, viviendo juntos en perfecta igualdad, unidos por la mutua confianza y el amor.
La Tierra era más hermosa que ahora, y producía de manera espontánea gran variedad y cantidad de frutas. Los seres humanos y los animales hablaban el mismo lenguaje y se comunicaban de manera telepática.
Los hombres seguían siendo jóvenes a los cien años. No padecían ninguna de las enfermedades propias de la edad avanzada y cuando pasaban a las regiones de vida superior, lo hacían en medio de un dulce sopor.”
A lo largo de los años, se han realizado hallazgos de artefactos de gran complejidad tecnológica que rivalizan con los conocimientos, con las herramientas y las habilidades de la época actual.
Con gran sorpresa el hombre moderno se está dando cuenta de que , en épocas en que la ciencia convencional sitúa al hombre prehistórico habitando las cavernas, ya se utilizaban avanzados sistemas de cálculo de las estrellas, prácticas sofisticadas a nivel ecológico y se realizaban construcciones que, aún hoy en día, no pueden ser replicadas.
Lo que sorprende es la falta de continuidad en la evolución del desarrollo humano, pues la evidencia del pasado sitúa al hombre en un período, viviendo en un estadio primitivo de desarrollo, pero un período anterior lo revela como el conocedor de una ciencia de niveles tan avanzados que superan los que ha alcanzado la Humanidad en estos últimos tiempos. Lo mismo podemos decir del sorprendente alcance de sus creaciones artísticas.
Simplemente parecería que la Ciencia actual no logra aceptar ni considerar lo que no coincida con su paradigma de la Historia.
Pero, estos descubrimientos no serían tan anómalos, si aceptáramos que la Historia y el desarrollo de la conciencia no evolucionan de manera lineal sino cíclica, acompañando los movimientos de nuestro Sistema Solar alrededor de una estrella, en un fenómeno llamado Precesión de los Equinoccios.
Dependiendo del influjo de los cuerpos celestes sobre el Planeta Tierra, antiguamente el ser humano podría haber alcanzado capacidades de desarrollo para nosotros insospechadas, que luego se habrían perdido.
Quizás todas las leyendas que hemos escuchado de seres especiales, dioses benevolentes, tiempos en que la sabiduría y la paz reinaban en el Planeta, no sean mitos, sino eventos reales de una época propiciada por fenómenos celestes.
Pensemos cómo puede haber sido la Edad Dorada, cuando la Ciencia se daba la mano con la Espiritualidad, cuando el hombre reverenciaba a los Cielos y se preocupaba en construir estructuras permanentes que estuvieran armónicamente alineadas con el movimiento de la Tierra y las Estrellas.
Quizás, después de todo, no sean historias inventadas, sino el relato de seres que lograron alcanzar todo el potencial al que puede aspirar un ser humano.
El Popol Vuh, el libro sagrado de los Mayas, habla en un lenguaje velado de un pasado de la humanidad donde todo era posible, un tiempo mágico de un progreso increíble, enorme avance científico e iluminación, donde los primeros hombres, que habían sido dotados de una gran inteligencia, ”no sólo sabían medir la faz redonda de la Tierra, sino también sabían examinar los cuatro puntos del Arco de los Cielos”.
Los Dioses se habrían puesto envidiosos del rápido progreso alcanzado por estos primeros hombres excepcionales, quienes ”habrían alcanzado el éxito en ver y conocer todo lo que existe en el mundo.”
Y rápidamente habría llegado la respuesta: “el corazón de los cielos sopló bruma en sus ojos; de esta manera toda la sabiduría y todo el conocimiento de los Primeros Hombres, junto con la memoria de su origen y de su principio, habrían sido destruidos”
Pero parecería que esos seres sabían que, luego de una Era de Luz, debido al carácter cíclico de la Historia, la Humanidad se sumergiría en un creciente período de oscuridad y olvido.
¿Podría ser que tantos impresionantes monumentos en piedra que se encuentran a lo largo y a lo ancho del Planeta hayan sido construidos intencionalmente y dejados, como vestigio y recuerdo de una Era especial, para nosotros, sus descendientes, en un lejano futuro?
Quizás algún día podamos ser capaces de ”leer” estas construcciones como mapas de piedra, en los que ha quedado codificada la información y la sabiduría de seres lejanos en el tiempo, que vivieron todo el esplendor de una Edad Dorada…
El término Edad Dorada viene de la mitología griega, pero puede ser encontrado en otras culturas antiguas. Se refiere a la Edad de mayor avance, en una secuencia que para los griegos se inicia con la Edad de Oro, que es seguida por la Edad de Plata, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. Se refiere también a un tiempo, en los inicios de la Humanidad, en que el desarrollo humano era generalizado, un período que es concebido como mucho mejor que el presente.
Una Edad Dorada es un período de paz, armonía, estabilidad y prosperidad.
Una idea análoga puede ser encontrada en las tradiciones filosóficas y religiosas de la India. Por ejemplo, la tradición de los Vedas, cultura antigua de la India, se refería a la Historia como un ciclo compuesto de Yugas, con la alternancia de Edades Oscuras y Doradas. Las llamaban Kali Yuga o Edad de Hierro, Dwapara, o Edad de Bronce, Treta Yuga o Edad de Plata, y Satya Yuga o Edad de Oro, que corresponden a las cuatro Edades de los griegos.
Concepciones similares pueden ser encontradas en el Cercano Oriente y en todo el mundo antiguo. Algunas obras pastorales describen la vida en un imaginario lugar llamado Arcadia; los pastores nómadas de estas tierras no se permitían ser corrompidos por la Civilización, y sentían que de esta manera, continuaban los modos de vida de la Edad Dorada.
La tierra se está moviendo hacia una era de conciencia expandida.
Existe una razón cosmológica para que esto suceda: a medida que el Sistema Solar acelera su recorrida en el espacio, lleva a la Tierra hacia una zona de mayor riqueza en beneficios electromagnéticos.
Esto afectaría nuestra conciencia y ampliaría nuestra percepción, lo que podría a su vez llevar a producir una metamorfosis en el Planeta Tierra y ayudarnos a despertar, nuevamente, a una realidad más elevada.
Fuentes: Graham Hancock; LAS HUELLAS DE LOS DIOSES, Ediciones B
Javier Sierra; EN BUSCA DE LA EDAD DE ORO, Editorial Plaza y Janes
www.diciembre2101.org
|