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Revista Digital de El Quinto Hombre
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EL ALBAÑIL DE KARNAK
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Por LUDWIG SULLOS
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En Egipto, hace mucho tiempo (miles de años) yo fui un obrero de la construcción.
En mi vida actual nací en Hungría el 16 de agosto de 1938. Mi padre fue ingeniero mecánico de alto nivel. Construyó proyectores para cine, máquinas-herramienta de precisión, sistemas para producción en serie, instrumental de aviación, y muchas cosas más. Pero nunca se dedicó a la construcción de edificios; nunca llegó a levantar una pared pegando uno a uno los ladrillos. Yo estudié física y electrónica y él me enseñó los trucos de la mecánica, cómo trabajar los metales, etc. Me considero un buen manejador de máquinas-herramienta y diseñé muchas clases de aparatos electro-mecánicos.
Mi madre fue una escritora frustrada, víctima de una institución llamada "matrimonio".
De modo que yo no tuve de dónde "empaparme" directamente de una de las cosas que me divierten mucho: la construcción de edificios. Disfruto al colocar ladrillos; me encanta revocar. Me gusta calcular estructuras de cemento y de hierro, amo a los puentes, los túneles; y me fascinan las grandes columnas.
Cuando estudié sobre Egipto y vi esa colosal estructura que es el templo de Karnak, también me sorprendieron los enormes bloques de piedra en la estructura del techo.
¿Cómo hicieron para levantar bloques de tantas toneladas a 30 metros de altura? No tenían grúas modernas. Algunos amigos me comentaban que "quizás les ayudaron extraterrestres" y con eso creí tener la respuesta. Otros hasta hablaban de magos que se reunían, se concentraban y levitaban así esas piedras y yo sonreía. Pero… un día se me hizo la luz.
De pronto, me acordé de cómo se hizo. Y me acordé de que yo fui un ¿obrero? ¿Capataz? ¿Maestro diseñador? No lo sé. Lo único claro que recordé, como algo natural, era el trabajo en sí, lo que estábamos haciendo: levantando el templo de Karnak.
Primero hicimos hoyos profundos para la base de las columnas. Colocamos en el fondo grandes discos de piedra, uno encima del otro, hasta llegar al nivel del suelo. Entonces colocamos la primera pieza de las columnas. Luego, con arena, hicimos una loma de suave declive alrededor de las columnas, sobre la cual colocamos pares de largos troncos de madera en paralelo, lisos, como para formar vías. Sobre vigas rodantes redondas, colocadas perpendicularmente sobre los troncos, subíamos la siguiente pieza de columna y para colocarla sobre la anterior. Luego, elevamos la loma de arena hasta estar a nivel con la parte de arriba de la última pieza, y así sucesivamente hasta llegar a la altura final de las columnas. El proceso tardaba meses. Entonces se subían los bloques del techo para unir las columnas por arriba. Después se comenzó a la terminación: se limpiaba y se pintaba, se colocaban los adornos dorados, etc. Se iba quitando la arena gradualmente (había cientos de acarreadores de arena con canastos y se tardaron muchos meses en este trabajo también), hasta que gradualmente aparecía el enorme edificio, terminado, adornado, con sus fulgurantes colores.
Recuerdo la sensación de enorme satisfacción al contemplarlo, con el pensamiento de "yo fui uno de los que hicieron esto".
Los bloques de piedra los subíamos con el sistema de peso-contrapeso con otro contenedor en el lado descendente de la loma, cargado con piedras chicas; una vez lleno, tiraba de la piedra en el otro carro y la subió a la loma. No había hilera de cientos de hombres tirando de una soga, solo acarreadores de piedras menores y hábiles colocadores de trabas en los rodamientos para que no se descontrole el sistema.
Así de simple; y así de grandioso por la magnitud de la obra. No recibimos ayuda de extraterrestres (¡Qué bien nos habría venido!); no teníamos grupos de magos para levitar.
Las piedras las trajeron por el Nilo; no sé de dónde y tampoco sé cómo las cortaban. Cargados sobre grandes troncos de madera, flotaban y llegaban a un muelle especial donde les poníamos los troncos paralelos y las vigas rodantes; esta vez sí, con muchos hombres tirando de una soga para sacarlo a tierra firme, directamente sobre los rieles de madera previamente colocados, desde el muelle hasta el templo. La madera en que venían flotando era muy valiosa, la utilizábamos para muchas cosas. Algo que me produce asombro aún hoy, y hasta añoranza, es el recuerdo del estado de ánimo, la sensación general de sentir la vida en aquél tiempo. Mi idea era que soy muy agraciado por los dioses: tengo un trabajo que me gusta, tengo una familia que me espera después de cada jornada con afecto y rica comida. Y tengo la suerte de no tener las responsabilidades y la vida protocolar estricta y hasta torturante del faraón y su séquito de gobernadores. No estoy atado a los rituales para aplacar a dioses a veces crueles con los poderosos. Y no tengo que lidiar con las intrigas de la corte faraónica. Tengo mis amigos, mis compañeros de trabajo y por nada del mundo los abandonaría por tentadoras riquezas que implican intrigas, envidias y demás calamidades.
En resumen, recuerdo que yo era feliz, y más que en mi vida actual en este siglo XX y XXI. Cuando vi las películas donde golpeaban con látigo a los esclavos para arrastrar las piedras sobre suelo liso y engrasado, me reía pensando qué ingenuos son los humanos de hoy y qué mentalidad brutal y salvaje que tienen. ¿Así imaginan a Egipto? Yo no lo recuerdo así. Nunca nos golpeaban los soldados rudos del faraón. Sí, había guerras, y eran feas. Pero eran entre los poderosos. A nosotros no nos molestaban. Y terminaban pronto. Mayormente, eran para reprimir los enemigos que venían para conquistar, o bien entre dos "poderosos" que se diputaban el trono.
También me río de muchas personas que dicen recordar sus "vidas" en Egipto y recuerdan haber sido faraones o reyes, nunca simples trabajadores. No es que no puede haber alguien que fue rey o reina en otra vida. Pero por lo general, en un momento dado, hay un rey o una reina y mucho más de cien mil que no lo son. Y bueno, yo estaba entre estos cien mil; y doy gracias a Dios que fue así.
Luego de "atrapar" este recuerdo, pasaron más de diez años. Un día, en un documental, vi cómo un grupo de arqueólogos en Egipto desenterró unas paredes que las dunas taparon. Grabado con estilo historieta, estaban las imágenes sucesivas de la edificación de una estructura grande, exactamente con la misma técnica como la que recuerdo yo. No sé si fue el templo de Karnak u otra obra. Hasta había una lista de los trabajadores (no sé si yo figuro entre ellos, no recuerdo mi nombre). Después de todo, no fue solamente mi imaginación. Yo lo llamo "memoria cósmica".
Esta anécdota se repitió (antes y después en mi vida). La que me resultó más útil fue el conjunto de "accesos de memoria cósmica" en la facultad de Ciencias Exactas. Yo estaba en el curso de álgebra 1. Estábamos estudiando los vectores matemáticos. A muchos de los alumnos (yo entre ellos) les resultó muy difícil. Es que el concepto es bastante diferente al vector físico. Di el primer parcial con un "4 con olor a muerto", expresión que se aplica en la facultad para los que aprueban apenas. Justo cuando vi la lista de calificaciones en la vitrina, "se me hizo la luz". Como un rayo que cae del cielo despejado, comprendí todo, me acordé de los errores que cometí en el parcial. Ya en casa, repasé el libro (bastante grueso) sobre vectores matemáticos en un solo día. Lo comprendí con una claridad intensa: lo que es un vector, las aplicaciones, los sub espacios, todo. En el segundo parcial saqué un diez brillante. El jefe del turno me llamó y me preguntó si tengo un hermano gemelo que vino al parcial. Era obvio: comparando los dos parciales, era la única explicación de lógica occidental. Entonces le conté cómo pasó. Para mi grata sorpresa, me dijo: "Te felicito. Estás en el club. Pero no lo divulgues porque los demás - hizo un gesto despectivo - no te van a comprender. Yo también recuerdo así." Y luego, me acordé de algo que en este planeta aún no enseñan: espacios vectoriales digitales. Es fácil en cuanto a sus bases matemáticas. Pero es el inicio de la línea que demuestra cómo se creó el Universo a partir de la Existencia Consciente. O sea, que antes estuvo el Alma y ésta "imaginó" el Universo, basado en lo que nosotros interpretamos como Matemática. Ya tengo completada (en forma rudimentaria) la demostración. Pero esto ya es matemática extraterrestre.
También logré recordar muchas cosas de física (ver "Propulsión de Ovnis" publicado en enero de 2012 en EL QUINTO HOMBRE) y luego encontré varios amigos (algunos por Internet) y estamos trabajando en eso. Por supuesto, la gran mayoría de los físicos e ingenieros no lo toman en serio. No les tengo rencor porque son ideas radicalmente diferentes de las de la física de hoy. Me imagino en el lugar de ellos: yo reaccionaría exactamente de la misma manera. ¡Si hasta yo mismo dudaba antes de hacer los experimentos!
La memoria cósmica es muy variada. La mayoría de nuestras capacidades, talentos, es de este origen. Olvidamos las circunstancias en que aprendimos algo, pero sabemos cómo utilizar el conocimiento. Como cuando en esta misma vida, nos olvidamos por completo en qué momento aprendimos cada palabra; pero sabemos perfectamente su significado y cómo usarla.
El lector ya puede ver claramente que me refiero a la reencarnación. Hay un concepto similar: por la mañana, nos despertamos y es como nacer. Pasamos el día, hacemos nuestros quehaceres con gran energía, pero al acercarse la noche estamos cansados; entonces nos vamos a dormir: es como morir. Pasamos la noche y el organismo repara lo gastado. La siguiente mañana despertamos renovados: nacemos otra vez. Y así sucesivamente. Si aprendimos algo, a los pocos días todavía recordamos cómo y cuando lo aprendimos, pero un año después olvidamos las circunstancias, conservando el conocimiento adquirido. Cada día es una "mini-vida".
¿Cómo despertar la memoria cósmica? Es más fácil de lo que la mayoría supone. Si queremos resolver un problema (me refiero a un problema en una actividad creativa) se debe elegir una hora del día en que podemos concentrarnos sin ser molestados. Simplemente, hay que tratar de imaginar una posible solución. Es un ejercicio mental que puede durar de cinco minutos a una hora, que se debe hacer todos los días a la misma hora, y no interrumpir la rutina por varios días. Casi siempre surge la solución (si la hay, o si existe en nuestra memoria cósmica). Los recuerdos surgen si pensamos en algo similar: es la "pista de aterrizaje" del recuerdo. Como cuando yo estudiaba matemáticas. De no haber concurrido a las clases de álgebra 1, nunca me habría acordado de los espacios vectoriales digitales. Es como la persona que viaja a un país extranjero y, de pronto, el paisaje, un edificio que nunca vio en esta vida le parece familiar; entra en el edificio y reconoce las habitaciones, habla de personas que vivieron allí y resultan ser de hace muchísimos años. Han ocurrido muchos casos así; incluso hubo casos en que una persona recién llegada encontró un objeto hace muchos años buscado, sabiendo lo que iba a encontrar. Las pruebas directas abundan. Pero la (in)cultura occidental genera horror hacia la muerte y todo lo relacionado con la misma, empapando con la idea de que "me muero y dejo de existir". Entonces se rechaza por prejuicio y miedo una realidad de la Naturaleza. Después de todo, nadie se queda en este mundo.
Otro error es decir "creo" o "no creo" en la reencarnación. No se puede creer o no creer en un fenómeno natural; se lo estudia, se prueba si existe (o no) y lo que creemos no tiene ninguna importancia, no lo modifica en absoluto. Cuando mucho, creer en algo puede dar o quitar la paz espiritual. Pero esto no modifica en absoluto lo que sucede en la Naturaleza; y la reencarnación es una ley de la Naturaleza. Claro que hay personas que dicen "nadie demostró la reencarnación, nadie volvió de la muerte", así como cuando, hace mil años (en Europa) alguien dijo "eso de la Tierra esférica una tontería, nadie le dio la vuelta". Las pruebas de la reencarnación abundan, pero las personas empecinadas en negarla miran en otra dirección o simplemente y sin lógica dicen "NO".
Pido perdón por escribir en forma tan egocéntrica, pero mis propios recuerdos son los que tengo más cerca. Cada persona tiene sus recuerdos. Mucha gente no se percata de que la mayoría de sus conocimientos y talentos vienen de otras vidas; los toma como algo natural y algunos hasta dicen que "los tenían en sus genes". ¿Saben estas personas lo que son los genes y cómo se almacenan datos en los mismos? Cuando Babbage (en la época de la reina Victoria de Inglaterra, siglo 19) trató de construir una computadora; ¿tenía el conocimiento en sus genes? No lo logró porque aún la tecnología era muy deficiente (la electrónica no existía), pero el diseño básico era como las computadoras de hoy. ¿De dónde lo sacó?
Para concluir, es posible que respecto a lo del templo de Karnak, las matemáticas y la física me digan que es fantasía. Todos los inventos que funcionan nacen del “fantaseo”.
Y bueno, el Universo es el fantaseo de Dios.
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