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No es el silencio externo, el que debes saborear,
es el interno, aquel de la calma serena natural,
no aquél de la intención forzada de no-yo.
Al armonizar la mente y el corazón
gozas de un estado de éxtasis,
transitorio si, pero real, porque tu lo experimentas,
en ese instante no hay uno, ni dos, no hay nadies;
tal vez el relámpago intuitivo dure unos segundos,
pero la Gracia te ha mostrado, que hay otros planos,
que la conciencia racional ni imagina |