Revista Digital de El Quinto Hombre
El TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL: LA FEALDAD IMAGINARIA
Por Lic. Iris Pugliese - Argentina
Un tipo especial de obsesión
La satisfacción por la imagen corporal es un objetivo importante
en la sociedad actual, y esta preocupación por el aspecto físico
se convierte en patológica cuando alcanza límites irracionales.
Los medios de comunicación promueven el ideal de cuerpo perfecto.
Estos mensajes influyen en el desarrollo de la identidad del adolescente,
quien percibe una imagen distorsionada de su propio cuerpo.
Las personas que padecen el TDC tienen una preocupación excesiva
por su imagen corporal, por un algún defecto corporal mínimo
o por defectos corporales que sólo están en la mente de
quien los imagina. Y en el caso de que alguna imperfección existiera,
los sentimientos que ésta genera son extremadamente exagerados
o infundados. Estas ideas obsesivas están referidas a partes de
cuerpo a las que se les asigna una especial función estética
o comunicativa.
Quienes padecen este trastorno tienen una serie de ideas sobrevaloradas
acerca de su cuerpo o de algún rasgo, que no alcanzan proporciones
delirantes porque en algún momento reconocen que estas obsesiones
son irracionales o excesivas, o sea que conservan el juicio de realidad.
Gran parte de estas personas experimentan un malestar intenso en relación
con el defecto y describen sus preocupaciones como muy dolorosas,
torturantes o demoledoras. No pueden controlar y dominar sus preocupaciones
pero a la vez hacen poco o nada por superarlas.
Suelen pasar horas cavilando acerca del defecto al punto que estos pensamientos
dominan sus vidas casi por completo. Por ello, en muchos casos se constata
un deterioro significativo en muchas áreas de la vida del sujeto.
La idea de tener un aspecto antiestético, desagradable o repulsivo
se centra casi exclusivamente, en determinadas partes del cuerpo y solo
en casos excepcionales abarca la totalidad del cuerpo.
Las preocupaciones más frecuentes se refieren a los rasgos faciales
y sexuales.
De acuerdo con nuestra experiencia el TDC está cobrando hoy mayor
significación debido a que muchas personas que acuden en busca
de la cirugía plástica, por ej. para hacerse una mamoplastía
o rinoplastía imaginan que tienen una deformidad. No obstante,
ninguna operación podrá modificar la actitud de estos sujetos
ante su presunto aspecto antiestético.
El trastorno dismórfico corporal (TDC), así como la anorexia
nerviosa, la despersonalización (sensación corporal de estar
separado de uno mismo) y la hipocondriasis, están englobados en
un tipo de afecciones asociadas al espectro obsesivo-compulsivo (EOC)
y que se caracterizan por la preocupación por el cuerpo y
la apariencia y hoy se sabe que muchos de los métodos utilizados
para combatir el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) resultan muy útiles
también para estas enfermedades.
En contextos donde se suelen realizar actividades cosméticas suele
pasar desapercibido.
Afecta entre el 2,5 y el 5% de la población con predominio en
las mujeres.
Un poco de historia
El término dismorfofobia lo acuñó el psiquiatra
italiano Enrique Morselli a finales del siglo XIX. (1886). Denominó
con él a un tipo de padecimiento psíquico que consistía
en la conciencia de la idea de la propia deformidad: el individuo
teme ser deforme o llegar a serlo y a un sentimiento subjetivo
de fealdad o defecto físico que el paciente cree que es evidente
para los demás, aunque su aspecto está dentro de los límites
de la normalidad. Observó esa condición en pacientes
que provenían de su práctica privada, en cambio, ese tipo
de queja era inusual entre pacientes de asilos para enfermos mentales
de la época.
CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DEL TDC
Síntomas más frecuentes:
a. Se refieren a defectos imaginarios o de poca importancia en la cara,
o la cabeza como acné, arrugas, cicatrices, manchas vasculares,
palidez o enrojecimiento del cutis, vello excesivo, asimetrías,
desproporción facial, delgadez del cabello; hinchazones. Estas
personas pueden preocuparse también por la forma, tamaño
u otros aspectos de la nariz, párpados, cejas, orejas, boca labios,
dientes, mandíbula, barbilla, mejillas, etc.
Cualquier parte del cuerpo puede ser igualmente motivo de preocupación:
genitales, pechos, glúteos, abdomen, brazos, manos, piernas, caderas,
hombros, columna, columna vertebral, amplias zonas del cuerpo e incluso
todo el cuerpo.
A veces la preocupación suele se expande a varias partes del cuerpo
al mismo tiempo.
A pesar de que la mayoría de las quejas suelen ser específicas
(labios torcidos o nariz prominente o ganchuda)
algunas veces son muy vagas: cara torcida, ojos poco
abiertos, etc.).
b. Suelen limitarse a hablar de su fealdad sin entrar en
detalles.
c. Pasan varias horas (más de 1 hora/día) comprobando (checkers)
el defecto en el espejo o superficies reflectantes (conductas compulsivas).
d. A veces usan lupas para verlo mejor.
e. Recurren al aseo excesivo (cleaners) o al maquillaje ritualizado para
disminuir la ansiedad, con poco resultado.
f. Tienen conductas tanto de evitación (tapar los espejos) como
de verificación.
g. Piden opiniones para tranquilizarse momentáneamente.
h. Se comparan con los demás.
i. Creen que la gente los observa, critica o se burla de ellos (ideas
de referencia).
j. Ocultan la parte fea (usan barba, sombrero, rellenan los calzoncillos
por aparentar un pene más grande).
k. Tienen ideas de mal funcionamiento o de fragilidad de la parte fea.
l. Se aíslan socialmente por vergüenza a ser vistos y en
muchos casos salen sólo de noche.
m. Algunos buscan tratamientos estéticos o correctivos (cirugías,
tratamientos dentales, etc.).
Siempre las mujeres.........
Según el médico psiquiatra Dr. J. Moizesowicz ciertos trastornos
del EOC como: las compras compulsivas[1], la cleptomanía[2] y la
dismorfofobia son más comunes entre las mujeres, mientras que el
juego patológico[3], la piromanía[4] y la hipocondriasis[5]
son más frecuentes entre los hombres. Es difícil determinar
si esta diferencia se debe a factores endocrinos, neuroanatómicos,
psicológicos o socio-culturales.
Edad de inicio, curso y evolución
El TDC comienza en la adolescencia pero suele pasar desapercibido por
el ocultamiento de síntomas que hacen estas personas y porque se
lo confunde con las preocupaciones normales sobre el aspecto físico
típicas de esta etapa evolutiva. Su aparición puede ser
tanto gradual como abrupta y su curso suele ser continuo. Con respecto
a la parte del cuerpo en que se centran las preocupaciones puede variar
con el tiempo.
Gran parte estos pacientes recurren a la cirugía estética,
reconstructiva u odontológica para corregir el defecto, aunque
no quedan conformes y reiteran esos procedimientos varias veces ya que
el trastorno es mental y las cirugías no corrigen las obsesiones.
Llegan a abandonar los estudios, el trabajo y las amistades. A veces requieren
hospitalización por las ideas de suicidio. El TDC muchas veces
se asocia con otros trastornos graves como el trastorno depresivo mayor,
el trastorno delirante, la fobia social y el trastorno obsesivo compulsivo.
La otra escena
En todas las dismorfobias, es decir en todas las perturbaciones de la
imagen corporal en las que el paciente percibe subjetivamente una deformidad
que en realidad no existe, hay impulsos agresivos que por represión
se han vuelto inconscientes. Parafraseando la conocida metáfora
de S. Freud que alude que en las situaciones de duelo la sombra
del objeto cae sobre el yo en las identificaciones también
cae sobre la imagen corporal la sombra de los objetos a los que se ha
renunciado. En este caso, la lucha agresiva en que se inflige al oponente
(el objeto) una herida real o imaginaria recae sobre la imagen corporal
del individuo quien se sitúa parcialmente en la posición
del otro.
Tratamiento
Dada la pluralidad de causas que determinan al TDC, el tratamiento debe
ser generalmente psicoterapéutico y psicofarmacológico,
dependiendo éste último de la intensidad de los síntomas.
En nuestra experiencia con estos pacientes suele advertirse que la angustia
vergonzosa de esta clase de pacientes es tan intensa que sólo en
un momento posterior de la terapia descubren el origen preconsciente de
los conflictos ligados a sus presuntos defectos.
Con el correr del tiempo, el componente de angustia presente en la creencia
de que uno tiene una deformidad parcial suele dar paso a una preocupación
menos agustiante, hipocondríaca o compulsiva por la deformidad
y su corrección y mejora la calidad de vida.
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[1] Compras compulsivas: impulso perentorio de comprar artículos
que no son necesarios.
[2] Cleptomanía: dificultad reiterada de controlar impulsos de
robar objetos innecesarios para el uso personal, generalmente de escaso
valor económico.
[3] Juego patológico: juego recurrente para escapar de desagradables
estados de ánimo.
[4] Piromanía: fascinación por provocar incendios deliberadamente.
Hipocondriasis: [5] preocupación por las enfermedades.
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