Revista Digital de El Quinto Hombre

SANCTA HILDEGARDIS


Por Sigurd von Wormb

 

"Del fuego, con llamas claras y brillantes, incomprensiblemente vivaz, escuché una voz que me decía: tierra frágil, como mujer sin experiencia en toda en toda enseñanza de la ciencia; tú que no entiendes leer escrituras como los hombres sabios. Tú sólo eres tocada por mi luz, que ilumina tu interior como un sol ardiente. Comunica y escribe mis secretos, que escucharás y verás en una visión fantástica".
Como profetisa, Hildegard von Bingen habla, escribe y actúa; ya sea si dirige su mirada hacia el infinito del cosmos, o se ocupa de la anatomía y fisiología humana, o estudia las fuerzas ocultas y beneficiosas de la naturaleza o critica -con gran confianza en sí misma- no solamente al clero, sino hasta al Papa Anastasius IV y al Emperador Barbarroja.
Nos preguntamos: quien ha sido este personaje tan extraordinario, de la cual la historia informa que ha sido la mujer más influyente e importante del siglo XII.
Hidegard nació en el año 1098 en Bermerheim/Rheinhessen. Era la última de 10 hijos de Hildebertus von Bermersheim.
A la edad de 8 años la entregan a un claustro, bajo la responsabilidad de la condesa Jutta von Sponheim, la que enseña a sus alumnas a leer y escribir, cantar, música y manualidades. Años más tarde, este claustro se convirtió en un claustro benedictino. Cuando muere la condesa. Hildegard es elegida unánimemente como su sucesora, en calidad de abadesa.
Once años después, el claustro es trasladado a Rupertsberg, cerca de Billingen.
Ya en su niñez se presentaba en Hidelgard el don de la videncia. Hasta que un día, a la edad de 15 años, de pronto se dio cuenta que no todas tenían el mismo poder, que para ella era algo común y corriente.
Un hecho sobrenatural dio a su vida, de existencia totalmente retirada, un cambio no esperado.
Como un relámpago del cielo, entró Dios en su vida. Ella describe esa experiencia con las siguientes palabras: "En el año 1141, cuando yo tenía la edad de 42 años y siete meses, bajaba del cielo una luz como el fuego con destellos como relámpagos. Atravesó mi cerebro e iluminó con una llama mi corazón y mi pecho, pero no como una llama que quema, sino como el sol calienta un objeto sobre el cual vierte sus rayos. De pronto entendí el sentido de las escrituras, de los evangelios y de los otros libros del viejo y del nuevo Testamento.
La vidente y poetisa tenía que convertirse en profeta y recibió de Dios un encargue concreto: "Escribe lo que verás y escucharás y comunícalo a los hombres".
Hidegard, al recibir esa orden, se asustó profundamente y trató de retirarse tímidamente. Ella no tenía la fuerte naturaleza de, por ejemplo, San Juan.
Pero Dios la castigó y quedó ella como paralizada. Recién cuando comenzó a escribir lo recibido, volvió su salud. Entonces entendió la voluntad de Dios y se dedicó durante los siguientes 10 años a escribir la obra "Scivias". Y de pronto sucedió un acontecimiento, que la puso a la luz de un primer plano de aquella época:
Del 30 de noviembre del año 1147 al 13 de febrero de 1148 se realizó en Trieste el Sinodo, durante el cual el Papa Eugenio III leyó personalmente, delante de los cardenales, obispos y teólogos reunidos, partes del libro "Scivias" de Hildegard, luego de haber hecho comprobar, a través de una comisión del vaticano el don de la clarividencia de la nombrada. Al confirmar el Papa su poder, ella recibió el reconocimiento oficial de la Iglesia y fue célebre de un día para otro en todo occidente.
Luego de ese reconocimiento, escribió un libro tras otro: "Liber vital meritorum" (El libro de la vida meritoria), el "Liber divinorum operum" (El libro de las obras divinas), una especie de teología del cosmos.
Entre estos libros deben ubicarse sus poemas y canciones, sus obras científicas y medicinales.
Todos sus libros dictaba ella en latín, sirviéndola como secretario el monje Volmar y como secretaria su hermana espiritual Richardis vin Stade.
El Rupertsberg se convirtió en sala de audiencia para Europa; como atraídos por un imán venían miles a pedir su consejo, entre ellos Papas, obispos, emperadores y reyes.
Sin miedo, ella reprochó al Papa Anastasius IV con las siguientes palabras:
"Tu descuidas las virtudes reales de la justicia, tu observas, como el mal levanta orgullosamente su cabeza, porque tú tienes miedo de aquellos hombres abominables, quienes aman más el dinero que la justicia.
Tú quien ha sido elegido como el pastor visible, levántate y dirígete sin demora hacia lo justo, para evitar que el gran Pastor te culpe, que no has limpiado el corral de tu rebaño".
Del otro lado se encontró con el terrible Barbarroja, a quien convenció que desistiera de sus luchas contra el Papa.
Ha sido conservada su correspondencia con cuatro Papas, varios obispos y en especial la que mantenía con el emperador Barbarroja.
Debido al nombramiento de contra-papas, Occidente vivió muchos años de perturbación y la disciplina del clero y en los claustros desapareció.
Ahora, ya nadie pudo retener a Hildegard. En su preocupación por el camino que tomaban las cosas, ella decidió, a partir del año 1158 hasta 1171, de abandonar su celda en el claustro y realizar amplios viajes al interior del país. En los claustros y en las plazas, habló al pueblo y al clero, para que vuelvan al camino recto.


Podemos imaginarnos, con cuantos sacrificios se cargó aquella frágil mujer, si tomamos en cuenta que tenía una edad de unos 70 años y debía trasladarse a caballo o a pie.
Pero a ella no solamente le preocupaba el bienestar psíquico de los hombres, sino también el físico. Debido a que ella misma sufrió enfermedades, trató de ayudar también a los enfermos. Escribió sus libros de medicina, para llamar la atención sobre las fuerzas que curan y que Dios había puesto en la naturaleza a disposición de los hombres y los animales.
El Dr. Gotfried Hertzka dedicó 40 años al estudio de los libros dictados por Hildegard y aplicó su medicina durante 30 años en la práctica entre sus pacientes, con un éxito extraordinario.
Hertzka, nacido el 12 de octubre de 1913, luego de haberse recibido de médico en la Universidad de Viena en 1938, se dedicó al estudio de la obtención de remedios a partir de plantas y yerbas medicinales.
Cuando se encontró con la obra de Hildenberg sabía que había encontrado lo que buscaba. Aprovechó sus primeros años de médico de pueblo para estudiar todos los libros de Hildenberg, para profundizar luego en el estudio de los libros de medicina de ella. Al obtener en la aplicación de esa medicina resultados muy superiores a los que se obtenía con la medicina tradicional, abrió un consultorio en la ciudad de Constanza, siendo esto posiblemente el mejor homenaje que se ha podido brindar a esa mujer tan extraordinaria, siempre preocupada por el bienestar de sus semejantes.
Tanto Hildegard como el famoso médico del siglo XV, Paracelso (Teofrasto Bombasto von Hohenheim) opinaban de la misma manera: "Que Dios no ha dejado ninguna enfermedad, sin haber indicado el remedio contra ella"
Solamente había que buscar. Y lo que otros buscaron, ella lo encontró.
Con curar, ella entendía una enfermedad y no sólo suprimir algunos mecanismos parciales o síntomas de la misma.
Contrariamente a la mayoría de los médicos de su época, Hildergard demistificó la medicina y la hacía comprensible para cualquier persona. De esa manera cualquier persona con un pensamiento razonable puede ser su propio médico. El médico se diferencia entonces, como lo explica el Dr. Hertzka, del paciente solamente por el hecho, que él debe ocuparse de todas las enfermedades, mientras que el paciente sólo debe conocer las propias. Y al médico también corresponde profundizar el estudio de la relación de todas las enfermedades entre sí, que tienen su origen en una sola raíz.
Muchos pacientes se dan cuenta de eso y piden un tratamiento natural; no les interesan los temas de especialistas que trabajan con cerebros electrónicos, etc., sino que quieren volver a la humanización de la medicina.
Pero cuidado con eso de poder ser su propio médico. En su obra profundiza ese tema y aclara que: "en ningún plano es más peligrosa la popularización de un conocimiento especial, que el de la medicina; aquí el medio conocimiento lleva al infierno y solamente el conocimiento total hacia Dios. Nadie puede adquirir el conocimiento del médico, si no ha recorrido el camino dificultoso de toda su carrera. Sí, tú puedes llegar a ser tu propio médico, pero solamente con la ayuda de tu médico de confianza y solamente en lo que se refiere a tus propios problemas y enfermedades".
Detallar aquí más de una de las medicinas de Hildegard, no nos alcanzaría el espacio disponible y por esa razón hemos elegido un solo remedio; tal vez el más importante. Nos referimos a la "Medicina o Vino para el Corazón", tal como lo recomendó Hildegard y aplicó 700 años después el renombrado pastor Sebastián Kneipp (creador del sistema hidroterápico denominado "La Cura de kneipp") y 800 años más tarde el ya nombrado Dr. Hertzca, autor del libro "So heeilt Goot" (Así cura Dios) y el Dr. F. Hube, autor del libro "Moderne Reform-u Heildiat" (Dieta moderna a base de productos naturistas) y muchos otros profesionales en Austria, Alemania y Suiza.

Medicina o Vino para el Corazón.

El dolor que uno puede sentir en su corazón no es necesariamente el síntoma de una enfermedad.
En la vida de cada persona, tarde o temprano, llega el momento en que uno siente su corazón
Pero por eso no hay que pensar enseguida en una enfermedad o en un signo de edad avanzada. Ni usted ni tampoco su médico; así opina el Dr. Hertzca. Si el médico diagnostica entonces una afección o enfermedad del corazón -porque él solamente tiene remedios contra enfermedades- y Ud. lo acepta, entonces Ud. se convierte, para el resto de su vida, en un enfermo de corazón y podrá difícilmente separarse de esa sensación.
Justamente el corazón, entre los demás órganos humanos, ocupa una posición especial. Las prevenciones del corazón no deben ser eliminadas con algún remedio fuerte, porque de esa manera actuaríamos contra los planos de Dios.
La falta de un remedio apropiado llenó Hildegard con su Vino para el Corazón. Por lo menos ayuda de inmediato en los casos de puntadas al corazón o al costado, con las que el corazón acostumbra hacerse sentir por primera vez. Pero por eso no es una enfermedad, sino un preaviso o una llamada de atención. ¿Para qué? Puede ser un consejo para uno, para que tire el cigarrillo, para el otro de no convertir la noche en día, para un tercero no comer grasa animal y caminar un poco más y para un cuarto no tomarse demasiado a pecho cosas de poca importancia, como ser la ganancia o la pérdida de dinero, de hacer las paces con sus enemigos, dominar la ira y otros vicios, etc.
Y así es, que cada órgano de nuestro cuerpo, que se hace sentir por primera vez, siempre nos quiere avisar algo en su manera particular. Sabiendo esto, no nos debemos dejar influir ni por nuestra conciencia, ni por parientes, amigos o vecinos.
Aquí la manera correcta de preparar la medicina para el corazón, a la que nos habíamos referido anteriormente.
"Ponga 8 (o más) ramitas de perejil en un litro de buen vino y agregue (según el gusto o la dulzura del vino) una o dos cucharadas de vinagre puro de vino. Hágalo hervir todo junto durante 10 minutos sobre fuego fuerte. Cuidado, se formará espuma. Luego, agregue aproximadamente 300 gr. De miel de abejas y hágalo hervir nuevamente durante 4 a 5 minutos, pero esta vez con llama chica. Colar, mientras aún está caliente y pasar a botellas de ½ litro, bien limpias (si fuera posible usar botellas de alcohol) con cierre a rosca.
Si se han cumplido las indicaciones, este remedio se mantiene por tiempo indeterminado. Si con el tiempo se forma en el fondo de la botella un asiento, esto no tiene ninguna importancia e inclusive puede ser tomado, al terminarse el contenido de la misma. Pero también puede pasarse el líquido, cuando se ha formado el asiento, a otra botella; una operación que los farmacéuticos llaman decantar. Antes de llenar las botellas, es recomendable echar ½ cucharadita de alcohol en las mismas y sacudirlas. Esta pequeña cantidad puede quedar dentro de las botellas, ya que ayuda a conservar el contenido.
En cuanto al vino a utilizar, es lo mismo que sea tinto o blanco, aunque es sabido que al tinto se agregan más a menudo ciertos productos químicos, para economizar en su fabricación. Por lo tanto, lo que interesa es que el vino sea realmente puro.
Lo único que debe observarse es el orden en que debe procederse: la miel se agrega recién después del primer hervor de 10 minutos, pero también tiene que ser hervida, aunque con llama chica y por sólo 4 a 5 minutos.
No tenga miedo del hervor. Es una superstición de algunos apóstoles de la vida naturista, que todo es mejor tomar o comer crudo; por lo menos en este caso no es así.
Hildegard cita en su libro de medicina en total 35 remedios para el corazón. Posiblemente no por casualidad coincide esa cantidad con las 35 cargas psíquicas del hombre, que ella cita en su obra: "Vital meritorum".
La Iglesia Católica la santificó luego que el Papa Eugenio III hizo comprobar su carisma.
El día 17 de setiembre de 1179, Santa Hildegardis deja este mundo a la edad de 81 años, para acercarse finalmente a aquella fuente de luz, a aquel ser supremo, que durante tantos años estaba en contacto con ella y que ella llamaba Dios.

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