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Revista Digital de El Quinto Hombre
TÍBET: UN MUNDO MUY ESPECIAL
Por María Clarisa Robles - Argentina
El Tíbet, es uno de los pocos lugares en el mundo que aún
y por rara excepción, se mantiene como un oasis de paz que la civilización
no penetra ni perturba y por lo cuál sigue alimentando a los novelistas
como un lugar en donde el tiempo parece detenido para poder tocar las
puertas del cielo.
Tal vez el argumento mas seductor que ofrece, sea que el ser humano logra
desconectarse totalmente de sus aspectos y problemas personales para transportarse
a otro estado emocional.
Muchos investigadores han dedicado su vida a estudiar esta región,
en donde de acuerdo a sus vivencias personales, aseguran que la paz impregna
cada centímetro de su amplia geografía.
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Hay que situar al Tíbet en el inmenso continente chino, en las
cordilleras del Himalaya y a una altura de casi 4000 metros sobre el nivel
del mar. Su capital, Lhasa, conserva todavía su aspecto medieval
que oficia de imán para las demás culturas que la visitan.
En ella los monjes no dejan de entonar el clásico OM, (sonido primigenio
del universo) para intentar "abrir las mentes", según
reza una máxima budista.
Juan Berenguer, quien es un especialista en estudios asiáticos
y ha pasado cerca de un mes en el Tíbet, afirma que en Lhasa "...todo
es sagrado, hasta los perros más insignificantes y flacos son tratados
con veneración, ya que se cree que son encarnaciones de monjes
que tuvieron un mal Karma (conjunto de acciones buenas o malas durante
la existencia), por lo cuál todo el mundo los respeta".
Las costumbres, obviamente en este marco de diferenciación mundana
con el resto de sus semejantes, están diametralmente contrapuestas.
Según indican los especialistas, los tibetanos son las únicas
personas de la Tierra que se bañan solamente tres veces al año
y el día de su nacimiento, el de la boda y cuando mueren. Y aquí
se encadena otro tema importante. Todo en el Tíbet regresa a la
tierra y los muertos se integran en el ciclo de la existencia después
de ser lavados por última vez en su vida.
Otro aspecto significativo es que según los textos budistas, el
dar de comer a los animales con el cuerpo propio es un acto de amor hacia
la Tierra y La Creación, motivo por el cuál en el Tíbet
se sigue practicando el rito ancestral de colocar a los difuntos sobre
sitios altos de las montañas para dar de comer a los buitres. Esta
modalidad se apoya en la creencia que el muerto regresará a la
Tierra en una nueva reencarnación.
En el año 1951 las tropas comunistas ingresaron a Lhasa para
reprimir una de las mayores revueltas tibetanas en contra de la ocupación
china, motivo por el cuál el Dalai Lama, (máximo Líder
espiritual del Tíbet) debió exiliarse en 1956 en el norte
de la India.
En ésta región de paz y cerca de parecerse a lo que uno
imagina como el paraíso, viven los MAHATMAS, quienes están
dedicados al estudio y reflexión de la ciencia sagrada y la espiritualidad.
Se agrupan en comunidades en la que acunan las antiguas tradiciones. El
recinto que los alberga que se encuentra en algún lugar secreto
del Tíbet, hacia el Norte, en medio de los macizos montañosos
del Asia Central y el desierto de Gobi.
Al contrario de lo que puede pensarse no viven aislados del mundo exterior,
y con frecuencia envían emisarios o ellos mismos concurren hacia
distintas ciudades en misiones de paz con la intención de comunicar
a la humanidad y poner a su alcance los medios para que puedan elevarse
espiritualmente.
Si bien los resultados afirman que cuentan con muy pocos datos de los
Mahatmas, su existencia despertó el más variado interés
de los occidentales y se sabe y se los considera, como seres que después
de haber superado todos los niveles humanos, han podido elevarse hacia
los niveles más altos del espíritu. También se tiene
la certeza que han tomado esta decisión en un acto supremo de renunciamiento.
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EL DALAI LAMA
Es considerado por su pueblo como el máximo dirigente político
del Tíbet. Debió buscar exilio en 1959, en el norte de la
India, cuando las tropas comunistas irrumpieron en Lhasa disolviendo una
importante revuelta que se produjo.
China considera al Tíbet como una parte de su territorio desde
hace mas de 700 años pero su presencia en la región había
sido puramente simbólica hasta la entrada en Lhasa en 1951.
El Dalai Lama, o "Dios Sol" tibetano, como también lo
llaman, es esperado desde entonces que regrese al Potala, el templo -
palacio que domina Lhasa.
En declaraciones, el líder espiritual del budismo tibetano, señaló
su intención de reunirse con el presidente chino Jiang Zemin para
establecer un diálogo político, para lo cuál se han
establecido canales de comunicación, de los que participó
como mediador nada menos que el ex presidente de los Estados Unidos, Bill
Clinton. El jefe de estado norteamericano indico que "...quiero que
el presidente chino entable conversaciones con el Dalai a cambio de un
reconocimiento de que el Tíbet es una parte inseparable de China".
Por su parte, el Dalai se mostró esperanzado ya que según
sus propias palabras"...pude entrevistarme con algunos líderes
de China, incluso con el presidente Mao Tse Tung a principios de la década
del ´50 y siempre tuve reuniones satisfactorias".
Las autoridades de Pekín rechazaron siempre cualquier contacto
con el líder tibetano, por considerar que éste sólo
quiere la independencia, algo que fue desmentido en numerosas ocasiones
por el Dalai Lama, quien se autotitula antes que como un enviado, como
el mismo Dios.
El Quinto Hombre
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