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Revista Digital de El Quinto Hombre
LA EXTRAÑA HISTORIA DE LOS AROS
Cortesía de la Embajada de Indonesia
Es un hecho conocido que en todo el mundo la gente considera a la oreja
-además de su función de alojar el órgano auditivo-
de suma importancia, y por lo tanto se siente movida a adornarla. Y el
modo de hacerlo es tanto nacional como internacional. Lo primero, en cuanto
podemos deducir de la nacionalidad de quien lleva los aros por el estilo
de estos, e internacional, porque la muchacha filipina, o la señorita
italiana o la "wanita" (mujer) indonesia de hoy usa los mismos
aros que, por ejemplo, una secretaria de Nueva York; todos salidos de
la misma fábrica y por medio de la exportación, asequibles
en los más remotos rincones del mundo.
No es exagerado afirmar que desde tiempo inmemorial los aros han desempeñado
un papel importante entre las naciones, independientemente del nivel cultural
o la prosperidad de éstas. En algunos países los hombres
hasta compiten con las mujeres en este sentido, adornando sus orejas según
la costumbre de los marineros de antaño.
Echemos una mirada ahora a los aros indonesios, pero no sin antes hacer
notar que en indonesia existe especialmente una marcada relación
entre los aros y tradiciones locales, el arte, la economía, y hasta
los actos religiosos. Esto expresa la razón por la cual en algunas
regiones del país no se ven aros de ninguna especie sino sólo
una perforación en el lóbulo.
Por lo general, dicha perforación es muy pequeña, pero en
algunas ocasiones es grande, tanto, que el extremo del lóbulo llega
hasta los hombros. Esto se encuentra todavía en algunas regiones
de Kalimantan (Borneo).
Hace cuatro siglos, las mujeres de Java Central, ricas o pobres, perforaban
el lóbulo de sus orejas de tal modo que podía pasarse un
dedo por el orificio. La gente pudiente usaba aros de oro ricamente engarzados
con piedras preciosas, pero no bien los hijos comenzaban a contraer matrimonio
los aros también comenzaban a desaparecer, posiblemente para ser
entregados como dote o regalo de hija o nuera. Eran reemplazados por aros
chatos, hechos con cuernos de búfalo, a veces adornados con piedras.
Y cuando llegaban los nietos, estos ornamentos desaparecían igualmente
porque se consideraba impropio que una abuela usara todavía alhajas.
Pero aparte de esto era notable que en contraste con el sistema feudal
y la mentalidad de aquellos días, especialmente en Java Central,
el aro gozaba de una posición democrática. Porque aunque
las diversas clases sociales se distinguían unas de otras por el
uso de diseños especiales de "batik" o diferencias en
el calzado, no había reglas en absoluto para el uso de aros, exceptuando
las consideraciones de la edad de quien los llevaba. Cualquiera podía
usarlos o comprarlos según sus medios económicos.
Es interesante hacer referencia a los antecedentes rituales y místicos
del aro. Como se mencionó antes, en ciertos distritos de indonesia
muchas personas no usan ningún tipo de aros, pero sí tienen
practicados orificios en los lóbulos, como es el caso de los hombres
balineses o de los habitantes de Madura. De lo cual se deduce que lo esencial
no es el aro ni el valor de la alhaja sino simplemente el orificio lobular.
Según investigaciones realizadas, el rito de perforar el lóbulo
tiene un antecedente religioso o místico que se remonta a siglos
y siglos atrás.
Esta es la explicación.
En los primeros tiempos de la raza humana, cuando los hombres se atacaban
y sojuzgaban unos a otros mediante la fuerza bruta, el hombre pensaba
que vivía constantemente en un mundo sumamente peligroso rodeado
de poderes amenazantes y maléficos.
No era tanto el peligro visible a lo que temía sino al ataque invisible
místico o mágico. Y a fin de desviar estos peligros invisibles
debía practicarse orificios en ambos lóbulos de las orejas.
Los hombres de la antigüedad estaban especialmente convencidos que
tenían dichos orificios, ya que creían que el dios de los
vientos y de la protección se alojaba en ellos. Gracias a este
dios, el maleficio pasaba por ahí dejando al cuerpo intacto.
El hecho de realizar la perforación en el lóbulo, en muchas
regiones es todavía un acontecimiento espectacular, acompañado
de ceremonias. Puede ser un dato interesante saber como la gente de Java
agrandaba los orificios lobulares. La operación se realizaba con
una aguja común que había sido previamente esterilizada
en forma primitiva.
Cuando la herida cicatrizaba, el orificio se mantenía abierto introduciendo
en él un pequeño trozo de tallo de arroz. En caso de agrandarlo
aún más, se introducía otro tallo de arroz. El número
de estos aumentaba continuamente hasta lograr el tamaño deseado.
En un principio se usaban argollas de cuerno de búfalo, pero no
tardaron en ser reemplazadas por las de plata no bien la persona estaba
en condiciones de obtenerlas, y luego éstas eran reemplazadas por
las de oro.
Actualmente notamos en cambio que la costumbre de practicar orificios
en las orejas esta desapareciendo, especialmente entre las jóvenes
modernas.
El Quinto Hombre
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