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Revista Digital de El Quinto Hombre
SABIDURIA DEL SER: UNA DISCIPLINA METAFISICA
PARA REALMENTE SABER
Los nuevos tiempos han llegado para el Gran Cambio
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por Fabio Zerpa
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SABIDURIA DEL SER, tiene un nombre técnico, que es ONTOSOFIA INTEGRAL, Y en ella, el alumno se va a encontrar con una disciplina metafísica, no intelectual, sino practica, para utilizarla permanentemente en la vida cotidiana.
Comencemos a ubicarla en su contexto disciplinario.
Se entiende por disciplina, el conocimiento y la investigación sistemática de un grupo de hechos o fenómenos en un campo especial y concreto.
Los conceptos básicos de una disciplina no se improvisan sino que se estructuran a través del tiempo y la comprobación sistemática. Además, tiene que estar abierta a una constante y permanente revisión, sin la cual su progreso sería imposible..
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Uno de los problemas complejos en la formación de las disciplinas ha sido fijar sus límites y establecer sus interrelaciones.
Las disciplinas se suelen clasificar en relacionales o empíricas; en las primeras se incluyen las llamadas Disciplinas o Ciencias del Hombre, las Ciencias Normativas como la Ética, la Estética, etc.; las Ciencias Sociales como la Sociología, la Economía, etc.
En las Ciencias del Hombre está la Ontosofía Integral.
¿Qué es esta disciplina? Trata del estudio del ser en su totalidad física, mental y espiritual. La sofía está tomada como el Saber, más allá del conocimiento ortodoxo, clásico, académico; a este se le acopa la heterodoxia, el esoterismo; ese saber funciona como un conocer interior, profundo, personal, cósmico y total.
Para fijar conceptos y aclarar nuestra posición investigativa, diremos que la Ontosofía Integral considera al hombre como un ser indivisible, original y trascendente.
Indivisible porque es un yo y personalidad total, sin divisiones en lo físico, mental y espiritual.
Original porque al ser humano lo tomamos fuera de la animalidad y con un origen espiritual.
Trascendente porque va más allá de su vida física, ya que viene, antes de su nacimiento físico, de lo espiritual y va, después de su muerte, al mundo trascendente de la eternidad.
En las bases esenciales de su existencia, el hombre está dotado de un potencial integrador de todos los elementos y estructuras psicofísicas que llamamos Conciencia; este elemento le informa de la realidad interna y externa durante toda su vida física y su eternidad
La Onfosofía Integral trabaja la eternidad y se aparta de los conceptos que asimila a la conciencia solamente en su función vigil y racional. Muchos pensadores, en todas las épocas, hablan de la conciencia en esa única función, que para nosotros es sólo una parte parcial de ella; ellos piensan que queda detenida durante el sueño en donde se vive lo que se llama Inconciencia.
Para esta disciplina, el sueño es sólo una parte, fundamental, de la totalidad de la conciencia y que corresponde solamente a los niveles profundos de ella, cuando desde la vigilia (ondas cerebrales beta) pasamos a los ritmos alfa, theta y delta, esas ondas que muestra el electroencefalógrafo.
En toda mi personal y larga investigación, fui modificando muchos presupuestos iniciales porque me iba encontrando con la conciencia trascendental del hombre. Expresado de otra manera, llegamos al encuentro con la existencia humana en toda su dimensión y se iba produciendo el nacimiento de una metafísica, más allá de una filosofía, profundamente humana, con cualidades y características propias que fueron delineando a nuestra disciplina.
La Ontosofía Integral, dentro de las disciplinas o ciencias del Hombre, funciona como una metafísica y disciplina existencial.
Ella se mueve fundamentalmente dentro de una línea de humanismo universalista.
El concepto general de humanismo representa la específica valorización de la vida humana y toma al Hombre en su existencia individual o con sus implicancias sociales y culturales.
Hay tres categorías de humanismo. El naturalista que centra su atención en el Hombre natural y animal. El individualista pone su acento en el individuo. El humanismo universalista ubica al Hombre como Humanidad y con un sentido cósmico.
Este humanismo también llamado trascendente aparece como una necesidad histórica propia de nuestro tiempo, tanto en el siglo anterior como en este que hemos empezado a vivir.
La Ontosofía Integral considera al Hombre en su individualidad y libertad básica dentro de una sociedad pero también formando parte de la Humanidad trascendente.
Sin negar la importancia del humanismo naturalista que considera al hombre con un ser natural ni del humanismo individualista que lo considera como persona, dentro de la línea roussoniana de retorno a la Naturaleza, nuestra disciplina admite un humanismo universalista y trascendente, como la actual superación de los dos primeros.
Por eso, sus técnicas y métodos de entrenamiento de la persona se orientan en el sentido de ser practicados a nivel grupal y con el objetivo de reforzar al hombre para que realice su existencia en armonía consigo mismo, con su entorno social y el Universo.
Esos métodos se colocan en la línea de un entrenamiento total y tienden a ofrecer al hombre una verdadera disciplina existencial.
También en ella se subraya la importancia de la sensibilidad, progresivamente acrecentada durante su propia existencia.
Otro gran presupuesto es que no considera la vida humana como un drama. El camino de la realización del vivir dentro de un programa o esquema existencial, se logra con una disciplina base que ha de conducir al hombre a una integración en la sociedad, pero siempre conservando su independencia e individualidad. Es precisamente dentro del programa social donde puede encontrar su plena individualidad y viceversa.
Nuestro axioma fundamental es: NO HAY PROBLEMAS, SÓLO HAY SOLUCIONES.
El estudio de la angustia existencial, de sus sentimientos y expresiones, la historia de los acontecimientos negativos del hombre desde su nacimiento, la falta de armonía con su medio, etc. han constituido, hasta ahora, las premisas de muchas investigaciones de la fenomenología de la conciencia.
La evolución de la persona, del ser-conciente en el mundo, ha sido mayormente estudiada desde el ángulo psicopatológico, observándose un descuido en la investigación de la existencia en su fase espiritual, origen para nosotros de todos los males y enfermedades.
Todas las enfermedades son primero espirituales, luego pasan al plano psíquico para desencadenarse en lo físico. Este concepto lo conocen muy bien todos los orientales.
El esquema corporal, que para nosotros es muy importante, se suele describir dentro de una sorprendente frialdad neurofisiológica, descuidándose la investigación de los que podríamos llamar las fuerzas positivas del ser, que son las responsables de su integridad.
También se ha descuidado la investigación de los potenciales energéticos subyacentes, como si esta línea de investigación fenomenológica tuviese que ir siempre ligada a los resultados obtenidos por la investigación biológica, sin buscar el plano espiritual.
Podemos, lógicamente, preguntarnos:
¿Padecer la angustia, no presupone la existencia de la no angustia?
¿Las amenazas de disgregación no presuponen que hay fuerzas positivas contrarias y responsables de la integración?
¿El mundo de lo positivo no merece la profundidad de un estudio existencial?
La Ontosofía Integral ha renunciado a la racionalización de lo negativo y de las fuerzas en conflicto, sino que debemos percibirlas, vivirlas y sentirlas para encontrar su verdadera razón de ser; se actúa con la sensibilidad para fomentar el encuentro con el famoso DARSE CUENTA, y saber encontrar, por uno mismo, cuál es el verdadero camino a seguir en nuestra existencia física.; vamos, como decimos habitualmente, AL MEOLLO DEL ASUNTO, A LO CENTRAL, AL FOCO DE LO PRINCIPAL
Hemos hecho hincapié en la actividad progresiva y dinámica de las fuerzas positivas intactas como hecho terapéutico y refuerzo del yo, la personalidad y el espíritu. Dichas técnicas y procedimientos de aprendizaje, favorecen "la armonía existencial" y por eso se constituye en lo que hemos denominado disciplina existencial.
Los métodos ontosóficos constituyen fundamentalmente un entrenamiento de la persona en su totalidad, no solamente con el objeto de la eliminación de los síntomas sino con la finalidad de favorecer la realización del proyecto existencial del hombre.
Tenemos que aceptar que el ser humano es plenamente responsable de sus actos, pero si lo abandonamos a esa vivencia de lo responsable, es lógico que dicha vivencia sea experimentada en forma angustiosa; pero si por el contrario, le ofrecemos métodos de entrenamiento que activen sus fuerzas de integración, tanto físicas, mentales o espirituales, lo haremos más fuerte ante el padecimiento y la angustia. La práctica sistemática de tales procedimientos es lo que denominamos disciplina existencial.
Nosotros no creemos que el concepto de humanismo universalista trascendente, pueda quedar como una simple especulación filosófica inoperante, sino que es MUY OPERANTE.
Por tal motivo, he venido investigando y perfeccionando sus métodos de entrenamiento desde hace muchos años, inspirándome en diferentes sistemas disciplinarios, tanto orientales como occidentales, así como en diversas culturas, aplicándolas a nuestro particular y profundo método investigativo.
Esta disciplina existencial es aplicada en tres direcciones de entrenamiento.
1) Para el consultado (el especialista a quien consulta el consultante), ayudándolo en su propia formación porque va viendo paulatina y sistemáticamente que esta disciplina es una metafísica muy operante en todas nuestras circunstancias vitales.
2) Para nuestro consultante (nos negamos a llamarlo paciente, como se dice en tantos países, o cliente, como se lo denomina en USA), tanto a nivel individual como grupal, quien se queda con indicaciones de manejo individual, familiar y social, que le aportan una orientación precisa, dinámica y correcta para la vida cotidiana.
3) Para el hombre común y corriente, de diferentes niveles sociales e intelectuales, como de variadas circunstancias vitales, que empieza a reconocer (volver a conocer) su verdadera forma de actuar y de ser.
Hemos afirmado que la Ontosofía Integral considera al ser humano no como individuo aislado sino dentro de la sociedad a la que pertenece, para que sepa vivir dentro del espíritu de lo trascendente y eterno; podrá vivir cómoda y permanentemente en el Darse Cuenta.
El entrenamiento ontosófico integral se orienta hacia el refuerzo de las energías positivas intactas de la persona, no solamente a la eliminación de los síntomas. Implica un aprendizaje existencial, en este Salón de Escuela que nos toca vivir en el plano físico de nuestra vida. Logramos que el ser avance en su maduración y en la verdadera realización de su historia vital.
Esta actitud positiva, la toma de conciencia de la actividad energética de las fuerzas comprometidas en la enfermedad es, de por sí, un paso importante en el camino de la maduración del Yo y fundamentalmente del siempre olvidado Yo Interno.
Cada vez más nos damos cuenta de que es importantísimo el dolor y el sufrimiento para conocerlos y encontrar en ellos los porqués de su existencia; además, nos aclaran, perfecta y profundamente, el sendero a seguir. Nuestro axioma "no hay problemas, hay soluciones" funciona perfectamente bien en la práctica diaria.
Dentro de nuestra larga experiencia, hemos aprendido que por breve que sea la acción de entrenamiento, tanto grupal como individual, si se cumplen las reglas de actitudes marcadas en la relación consultante-consultado se obtiene, realmente, una seguridad espiritual realmente extraordinaria, que nos hace funcionar muy bien en nuestra vida cotidiana.
El consultante no solamente se siente partícipe y responsable de su mejoramiento personal sino que va descubriendo en él la existencia de un potencial energético subyacente, el cual seguramente desconocía o no sabía manejar. Estas vivencias son ampliamente válidas en el camino de la maduración del Yo Interno.
Este concepto queda muy claro si tenemos en cuenta que el aprendizaje de la Ontosofía Integral no implica exclusivamente la práctica de un método en sí mismo, sino que consiste en desarrollar por intermedio de él, el saber ( más allá del conocimiento) de la existencia, de los potenciales del ser y su forma de utilizarlos.
Al movilizarse mecanismos universales en el ser humano, los procedimientos ontosóficos se pueden adaptar a distintas especialidades psicológicas y médicas, así como ramas auxiliares de la medicina, las que se conocen como paramédicas.
El entrenamiento constituye una investigación personal muy particular, la cual no puede ser clasificada dentro de la psicoterapia ni de la fisioterapia. Se trata de un nuevo método que pone en juego los planos físicos, mentales y espirituales del ser humano.
Dicho entrenamiento se coloca en la línea de experiencia vivida y se apoya en los distintos niveles de la conciencia y en los principios del esquema corporal como realidad vivida, de la acción positiva y de la realidad objetiva.
Estamos seguros de que su amplia aplicación estará dada en las disciplinas del futuro, dentro del marco de la prevención, ya que la humanidad necesita métodos precisos en la lucha frente a las contrariedades del nuevo tiempo, fundamentalmente ante esta bisagra histórica que estamos viviendo del GRAN CAMBIO PLANETARIO.
La Ontosofía Integral es el gran estudio para comprender la vida en todas sus facetas, basándose fundamentalmente en todo lo espiritual.
Es la disciplina para darse cuenta cómo ocurren las cosas, comprender el TAO como ninguna otra disciplina actual occidental.
NUESTRAS ARMAS ESPIRITUALES
Saber sobre nuestro YO- ESPACIO Y TERRITORIO- NUESTRO ESQUEMA CORPORAL- NUESTRA IMAGEN CORPORAL.-
Saber QUE ES LA CONCIENCIA así como
LOS MIEDOS, EL DOLOR,
El STRESS, las TENSIONES,
La ALIMENTACIÓN y la OBESIDAD,
El EMPLEO y el DESEMPLEO.
Las ENFERMEDADES FUNCIONALES
La siempre difícil VIDA SEXUAL
El COMPORTAMIENTO ESPIRITUAL EN EL DESARROLLO DE TODA NUESTRA VIDA- Desde la Niñez hasta la 3ª EDAD.
La INVESTIGACIÓN DE VIDAS PASADAS a través de la SOFROLOGÍA CUÁNTICA con las 25 pautas de comportamiento de la realidad de esta temática.
Los 18 EJERCICIOS ESPÌRITUALES de TRASCENDENCIA DE LA MUERTE para encauzar debidamente nuestro ancestral TEMOR A LA MUERTE.
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