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Revista Digital de El Quinto Hombre
LA CUARTA DIMENSION
Por Eduardo Rando - Argentina
Una introducción geometrico-filosófica a uno de los misterios
supremos de la humanidad actual.
Considerando la enorme diferencia que hay entre un punto y una línea,
entre línea y superficie, entre superficie y sólido; es
decir la diferencia entre las leyes que rigen la línea y el plano,
el plano y el sólido, etc., y la diferencia entre los fenómenos
que son posibles en el punto, en la línea y en el plano, llegaremos
sin duda a entender cuán grande es lo nuevo e inconcebible que
la Cuarta Dimensión nos descubre.
Seria realmente imposible imaginar en nuestro espacio a un cuerpo que
tenga más de tres dimensiones, y es imposible comprender las leyes
de la existencia de dicho cuerpo.
Sin embargo en su libro "La Cuarta Dimensión", Hinton
hace una declaración muy interesante sobre el método por
el problema de las Dimensiones superiores: nuestro espacio lleva en sí
mismo las relaciones con espacios diferentes, ya que dentro del espacio
se encuentran la concepción de punto y línea, línea
y punto, que realmente, comprenden la relación con espacio superior.
Sabemos que nuestra geometría considera a la línea como
la huella del movimiento de un punto, a la superficie como la huella del
movimiento de una línea, y al sólido como la huella de una
superficie. Sobre estas premisas nos planteamos esta cuestión:
¿no es posible considerar al cuerpo de cuatro dimensiones como
la huella del movimiento de un cuerpo de tres dimensiones? Y ¿en
qué dirección se lleva a cabo?.
El punto, la línea y la superficie deben moverse en el espacio
en una dirección contenida en él, o en otras palabras tendrá
que "salirse de sí mismo", tendrá que moverse
en una dirección que no se encuentra en él.
Nosotros consideramos la línea como un número infinito de
puntos, a la superficie como un número infinito de líneas
al sólido como un numero infinito de planos o superficies.
En analogía con esto podemos considerar que es necesario tomar
a un cuerpo de cuatro dimensiones como un número infinito de cuerpos
de tres dimensiones y al espacio tetradimensional como un número
infinito de espacio tridimensionales.
También sabemos que la línea está limitada por puntos,
que la superficie está limitada por líneas, que el sólido
está limitado por superficie.
Es posible que un cuerpo de cuatro dimensiones esté limitado por
cuerpos de tres dimensiones. Es posible que el espacio tridimensional
sea la distancia que haya entre un grupo de sólido, separando a
estos sólidos, y al mismo tiempo uniéndolos en un todo inconcebible
para nosotros, aún cuando parezcan estar separados uno de otro.
Por otra parte consideramos al punto como el corte transversal de una
línea, a la línea como el corte de un plano, al plano como
el corte transversal de un sólido.
Análogamente el modo de ver un cuerpo tridimensional como el corte
de uno tetradimisional, lleva al pensamiento de que muchos cuerpos separados
pueden ser los cortes de partes de un cuerpo tetradimensional.
Lead Beater, el autor teosófico, en uno de sus libros da un ejemplo
expresando la misma idea: si tocamos la superficie de una mesa con la
punta de los dedos, tendremos entonces sobre esa superficie cinco círculos
separados y con esta representación o panorama plano será
imposible tener una idea de la mano y del hombre al que pertenece esta
mano.
¿Cómo es posible, teniendo como base, imaginar a un hombre,
con toda la riqueza de su vida física o espiritual?.
Ello es imposible, nuestra relación con el mundo tetradimensional
será semejante a la relación de la conciencia que ve cinco
círculos sobre la mesa con un hombre.
Volviendo un poco atrás, habíamos dicho que un cuerpo tetradimensional
era la huella de un cuerpo tridimensional, ¿pero cuál es
la dirección en que debe moverse?.
Todo movimiento en el espacio va acompañado de un movimiento en
el tiempo, más aún, todo lo que existe aunque no se mueva,
se ve eternamente en el tiempo.
Kant, considera el tiempo, como considera en el espacio como una forma
subjetiva de nuestra receptividad; es decir, dice que nosotros mismos
creamos el tiempo, como una función de nuestro aparato receptivo,
como instrumento para la recepción del mundo exterior. La realidad
es continua y constante, pero para que sea posible la percepción
de ella debemos dividirla en momentos separados, imaginarla como una serie
infinita de momentos separados de los que para nosotros sólo existe
uno.
En otras palabras, percibimos a la realidad por así decirlo, a
través una angosta ranura y lo que vemos a través de esta
ranura es lo que llamamos presente, lo que vivimos y no vemos más,
pasado, y a lo que todavía no vimos pero esperamos, futuro. De
modo que vemos que la idea de tiempo se encuentra ligada con la idea de
casualidad y de interdependencia funcional. Sin tiempo el movimiento o
la ausencia de movimiento no pueden existir,
¿pero por qué ese sentido temporal produce la ilusión
del movimiento?.
Debemos comprender que no dos regiones espacialmente diferentes y no dos
regiones de las cuales una forma parte de la otra, sino dos métodos
distintos de receptividad de un único cosmos.
Nos hemos acostumbrado a considerar como existente sólo lo mensurable
en términos de longitud, latitud y altura, pero se puede desprender
de todo lo expuesto que es necesario ampliar los limites de lo realmente
existente y la forma de hacerlo es investigando, por eso le recordamos
hoy a los escépticos y sabios materialistas una gran frase de un
gran hombre: "el que duda y no investiga se torna no sólo
infeliz, sino también injusto".(pascal).
Desconocimiento de las leyes naturales.
Dijimos que vivimos en un mundo en que nuestros sentidos sólo nos
muestran tres dimensiones, aunque verdad, estemos viviendo y evolucionando
en más de esas tres dimensiones, porque estamos constituidos por
elementos que corresponden a siete dimensiones.
Todo lo correspondiente a los otros planos superiores o dimensiones más
allá de la tercera, cae dentro del dominio de facultades o sentidos
que están dormidos en nosotros.
Facultades que algunos pueden utilizar, despertando las fuerzas que las
gobiernan, sentidos o potencias de nuestro yo interno que existen en todos
los seres humanos, pero que solamente muy pocos conocen por haberlas despertado
mediante el estudio y la ejercitación adecuada, dada generalmente
al discípulo por antiguas escuelas de misterios.
Por ello es que la mayoría ignora su existencia y resulta de tal
modo casi incomprensible el explicar la gran verdad del cosmos del que
formamos parte indivisible cada uno de nosotros, y como integramos la
creación siendo un eslabón importante en la gran obra conviene
conocer por lo antedicho cómo y porqué intervienen y la
estrecha relación que tenemos con las leyes naturales o cósmicas.
La vida esta regida por leyes universales, eternas e inmutables, desconocerlas
es violarlas y por ende desequilibrar la armonía que hay en los
movimientos vitales del cosmos.
Su ignorancia conduce al error que, en la mayoría de las veces
produce desgarramiento moral, extravío y perdición.
Hemos visto como en su desconocimiento del manejo de ese mecanismo mental
y de esas leyes eternas, los hombres cometieron errores que están
conduciendo a la humanidad al más espantoso suicidio moral y espiritual
reflejado en las guerras, los crímenes, las enfermedades, la contaminación,
inmoralidad sexual, desintegración de la familia y todo tipo de
abusos. Por eso decimos que el mayor pecado es la ignorancia, madre de
toda incomprensión, intolerancia y desamor...y que el hombre podrá
evolucionar cuando conozca las leyes que rigen su propio ser y los secretos
de las leyes cósmicas.
El Quinto Hombre
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