Revista Digital de El Quinto Hombre
LA PROYECCIÓN ASTRAL Y EL ESPIRITUALISMO
Por Juan Norberto Comte
"O el hombre se transforma en superhombre o no será nada."
Ing. Enrique
Rodríguez.
En la India y el Tíbet se conoce desde antaño la existencia del cuerpo
astral, especie de Halo invisible que rodea a todos los entes vivos que
según la tradición esotérica solo pueden ver algunos sujetos dotados de
grandes poderes.
En el caso particular del hombre ese cuerpo plasmático, como también
suele llamársele, varia en luminosidad y color de acuerdo a la condición
física o el nivel espiritual alcanzado por cada ser. Así por ejemplo,
el ligero tinte azulado distingue a los perfectos de alma en tanto que
el amarillo oro caracteriza a quienes han logrado el supremo estado de
santidad.
Para los espiritualistas orientales la presencia de la envoltura astral
explicaría claramente la mecánica de la telepatía y de otros múltiples
fenómenos parapsicológicos. Ellos afirman además que es posible controlar
e impulsar el cuerpo plasmático a través del espacio quedando este unido
al cuerpo material por la cuerda
de plata, denominación que dan místicos y lamas a una suerte de cordón
umbilical invisible que se corta en el instante de la muerte física.
Conviene recordar que la Iglesia Católica, depositaria de muchos arcanos
de Oriente, ha considerado desde sus orígenes que las proyecciones luminosas
de Jesús y los santos poseen la ambivalencia sagrada de la pureza y la
elección divina.
El halo es realmente uno de los misterios cuyo simbolismo estuvo siempre
al alcance visual de católicos y budistas. Las famosas aureolas que imagineros
y pintores trazaron en las cabezas y cuerpos de los elegidos lejos de
ser elementos puramente artísticos integran una verdadera anatomía invisible
de difícil comprensión para el profano.
LA CIENCIA FRENTE AL ENIGMA
En el mes de abril de 1907 el medico y neurólogo francés Henrl Baraduc
que por entonces estudiaba la vitalidad humana, realizó un macabro experimento.
Merced de un método especial de ultrasensibilización de placa logro fotografiar
el cuerpo de su propio hijo, André Baraduc en el instante de su muerte
e inmediatamente después del deceso.
Las placas que obtuvo, aunque técnicamente imperfectas, reproducían la
luminosidad vaporosa que parecía desprenderse del cuerpo agonizante.
Obsesionado con semejante comprobación continuó profundizando un tema
que prometía transformarse en búsqueda alucinante. Quiso el destino que
seis meses más tarde su esposa enfermara gravemente y cayera en coma.
Baraduc, hombre de sólida formación científica, dejó de lado el sentimentalismo
y repitió la experiencia realizada con su hijo. En este segundo caso,
la primera exposición se efectuó cuando la señora Baraduc expiraba y las
siguientes se tomaron con posteridad y a intervalos de quince minutos
durante el lapso de dos horas. Las placas reveladas evidenciaron en fases
sucesivas la presencia de un tenue halo esférico que flotaba sobre el
cuerpo de la muerta y que permanecía asociado a esta por una delgada cuerda
luminosa que por fin se disipó juntamente con el enigmático halo-.
Casi quince años más tarde el doctor Walter J. Kilner, clínico del hospital
Santo Tomas de Londres, que también se apasionaba por la problemática
de la vida y la muerte, utilizó por casualidad en sus trabajos un filtro
visor teñido con dicianina, tintura muy rara. Con este dispositivo observó
el cuerpo desnudo de una mujer de 23 años que gozaba de excelente salud.
A través del filtro la joven se veia rodeada de un resplandor azul grisáceo
cuyo espesor se calculó en unos 15 centímetros. Todas las fotografías
que consiguió Kilner durante el experimento ilustraron un informe que
publicó en la revista Science and
invention magazine en su
número de mayo de 1921. Allí explicó también que la radiación fosforescente
de otros pacientes examinados de manera similar sufría inequívocos de
intensidad y color, siempre en función de las enfermedades que estos últimos
padecían, agregando además que en el caso de muerte la luminosidad se
extinguía totalmente.
Como es fácil de imaginar, las declaraciones del medico británico suscitaron
toda clase de controversias, algunos colegas, invitados especialmente
para comprobar esas fantásticas aseveraciones, sostenían haber visto con
sus propios ojos el cuerpo plasmático, otros por el contrario, negaban
con indignada vehemencia el supuesto prodigio y acusaban al doctor Kilner
de inconducta profesional.
Lejos de amedrentarse ante la campaña desatada en su contra el médico
continuó llevando a cabo sus experiencias en forma secreta rehusando divulgar
a la prensa, a partir de entonces, la evolución de las investigaciones.
En plena década del 40 el doctor George W. Crile en la Academia Nacional
de Ciencias de Cleveland, Estados Unidos, manifestó en uno de sus opúsculos
científicos que el cuerpo humano emite en tipo de radiación infrarroja
del orden de los 8.000 a 12.000 angstroms (1)
Mucho más tarde, en febrero de 1967, un ruso, el profesor
Pavel Gulyayov, director del laboratorio de cibernética fisiológica de
la Universidad de Leningrado realizó una demostración pública en la Sociedad
de Ciencias Naturales de esa ciudad vinculada a estas cuestiones. Ante
una nutrida concurrencia registró un instrumento especial, el electroaurograma,
un campo aparentemente eléctrico de 24 centímetros de espesor generado
alrededor del nervio de una rana y otro de 10 centímetros creado en torno
de un corazón humano.
Apoyándose en una concepción fenomenológica eminentemente materialista
y que en estos últimos años ha quedado superada, el científico soviético
dio a entender que el cuerpo plasmático sería de naturaleza eléctrica
y que su estudio habría de cambiar radicalmente nuestros conceptos sobre
la mecánica de las interrelaciones biológicas.
REALIDAD DE LA ENERGÍA BIOPLASMÁTICA
¿Es el cuerpo plasmático una fantasía mística o constituye
una candente realidad científica?
Y si existe ¿está compuesto de energía material como sostenía Gulyayev
o es una sustancia incorpórea?
Los pacientes trabajos de un alto número de investigadores de fenómenos
paranormales como Tenhaeff, Vasillief, Sevadio, Bander y el propio Rhine
han demostrado en más de una ocasión que habría una frontera desconocida
del conocimiento detrás de la cual parecieran coexistir otras leyes del
espacio-tiempo y la energía.
El cuerpo plasmático es hoy una realidad incontrovertible
y a la luz de los conocimientos actuales puede decirse que esta íntimamente
asociado al cuerpo material pues cuando este se enferma o muere la envoltura
etérea se altera y desaparece.
Por otra parte Semion y Valentina Kirlian, un matrimonio de científicos
rusos que analizó la cuestión estuvieron en condiciones de afirmar que
esa misteriosa sustancia conocida hoy como energía bioplasmática no es
ni eléctrica ni electromagnética, ingnorandose por ahora su verdadera
filiación.
Los esposos Kirlian han inventado un aparato que funciona a base de
un campo de alta frecuencia.
Con este delicado dispositivo, que supera la barrera de la materia sólida,
han podido obtener una serie de fotografías muy significativas para la
sustentación de la teoría bioplasmática.
El brasileño Enrique Rodrígues, director del Instituto de Investigaciones
Psicobiofísicas de San Pablo reiteró que estos revolucionarios descubrimientos
habrán de acercarnos a la solución de la muerte y quizás del alma, posibilitando
además la cura de las dolencias físicas mediante la manipulación y tratamiento
del cuerpo bioplasmático.
CONCLUSION
Frente a estos hechos no sabemos francamente que es más extraordinario,
si la convalidación racional y objetiva de la envoltura astral o la vigencia
de un saber milenario que, muy a pesar de los escépticos, cobra día a
día mayor relevancia.
La acupuntura también fue considerada en Occidente hasta hace poco tiempo
como una practica mágica carente de todo valor científico. Hoy día sin
embargo sus antiguos detractores reconocen su importancia como auxiliar
de la medicina y la emplean con notable éxito en el mundo entero.
Tan singulares reivindicaciones en nuestro iniciado siglo XXI son muestra
elocuente que las sagradas tradiciones de los pueblos nos reservan todavía,
grandes e importantísimas sorpresas.
(1) - Unidad empleada en física para medir la longitud de onda de
la luz. Equivale a la diezmilésima parte del micrón.
El Quinto Hombre
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