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Revista Digital de El Quinto Hombre
GAUTAMA, CRISTO Y EL OCCIDENTE
Dr. Walter Tessmer - Argentina
"El verdadero amante del conocimiento siempre está luchando
por ser"
Platón.
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La realidad de la vida en cuanto a su expresión de verdad inmutable
constituye la materia más complicada de la filosofía de
todos los tiempos, ya cuando la metafísica, al seguir su ley naturalmente
metodológica, se adentra en la especulación tornando su
demostración del enunciado en difícil perceptividad por
el hombre, a raíz de elaborar su esencia y perder quizás
de este modo la trascendencia de la forma de expresión dialéctica.
De ello ha surgido como natural la distintividad de lo perceptible en
el horizonte de sanción cognoscitivo, dando lugar a la diversidad
de doctrinas filosóficas. El planteo, pues, circula en atención
a la unidad de todas las cosas, entendiendo a éstas como las verdaderamente
reales, ya que es de notar que "existen" otras "cosas"
irreales a la percepción circundante del hombre que le atribuye
categoría de real sin serlo, se diría que se percibe algo
fatual, es decir como un espejismo.
Siguiendo entonces aquella realidad, debe decirse que está más
allá de los limites del tiempo, es una realidad permanente, inmutable
e irreversible, que traducida al vivir del hombre es pasado, presente
y futuro en un solo "instante vivencial", distinto al instante
perceptivo que se puede tener de los hechos de la "realidad objetiva",
que sería una parcial proyección de la otra única
realidad que yace atempórea en la esencia que mueve y anima el
universo de las cosas. Surge entonces, que esta realidad falsa existe
por la razón de que el estado psíquico del hombre dinamiza
con el auxilio del factor tiempo un fragmento de la realidad básica
y extrae otra "realidad" distinta a aquella. Muchos pensadores
están de acuerdo, que la angustia y el conflicto humano son provocados
por esta engañosa "realidad".
La teoría del conocimiento ha tenido agudas controversias en filosofía,
ya entre quienes sostienen y niegan las funciones de las realidades.
En el campo de las religiones y la percepción de la realidad esencial
no tuvo menos controversias; en aquellas, si bien a la función
teológica de la vida del hombre en relación con lo absoluto
no difiere sustancialmente.
Las "realidades" de la percepción objetiva como sujetas
a lo temporal viven y mueren, y las realidades verdaderas jamás
perecen. El Gautama y Cristo así comprendieron la función
de la realidad absoluta en el trayecto de la vida humana hacia la plenitud
interior, la vida como logro final contiene una realidad distinta de la
que percibe y se realiza en el mundo objetivo.
Dijo Buda a sus discípulos; "la mayor parte de las gentes
se aferra a una creencia ya sea en el "ser" o el "no ser".
Pero aquel que ha visto la luz de la verdadera Sabiduría, comprende
que considerando como el mundo surge, no se puede aceptar la idea del
"no ser", y considerando cómo el mundo muere, no se puede
aceptar la idea del "ser". El mundo es sólo una sucesión
de deseos, mezquindad y adhesión hacia las "cinco facultades
que constituyen la personalidad", porque bien sabe que todo eso nada
tiene que hacer con su "yo". Esta verdad tiene que encontrarla
cada uno por si mismo y constituye el verdadero "conocimiento".
El abad chao-kung ha explicado algo más claramente el significado
de la realidad absoluta cuando dice, "yo sé y conozco que
mi actual personalidad (cuerpo, sensaciones, percepciones, actividades
de la mente y la conciencia) es cognoscible y surge y pasa; y por razón
de esta transitoriedad yo sufro. Por consiguiente, mi personalidad no
es mi "yo" no era el comienzo de mi "yo" "ni
su fin será mi fin".
Detalle del rostro de Jesús,
del fresco del "Juicio", pintado hacia 1390 en el ábside
de la abadía de Santa Justina, en Sezzadio, Alejandría
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Se llega al conocimiento de la realidad suprema a través del nirvana,
que al decir del discípulo Sariputra es: "la disolución
del deseo, del odio, del engaño o espejismo de la ilusión:
eso es el nirvana". Tchandrakirti, ampliando el concepto, expresa:
"la esencia de nirvana consiste simplemente en la supresión
de todas las construcciones de nuestra imaginación creadora o productiva".
Más concretamente aún el sutra Lankavatara dice: "ni
nacimiento ni aniquilación: eso es el nirvana. Es simplemente la
percepción de la realidad tal cual es, una verdad en sí
misma. Cuando mediante un cambio completo en nuestros métodos de
operación mental, surge la comprensión de sí mismo
"por si mismo", eso es el nirvana".
Schopenhauer receta en su sistema la comprensión de la realidad
del Budismo por la negación de la voluntad cuando afirma que "tendrá
la certeza de poseer el secreto de toda virtud y de toda felicidad y se
encontrará en la recta vía de la salvación".
Cristo apela a igual principio para indagar la realidad inmanente cuando
expresa a sus seguidores: "vosotros, pues, no procuréis que
hayáis de comer o de beber, ni estéis en ansiosa perplejidad,
porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; que vuestro padre
sabe que necesitais estas cosas.
Más procurad el reino de Dios y todas estas cosas os serán
añadidas" (San Lucas 12,29). De ahí que San Pablo dirijése
en cuanto a la percepción de la realidad: "el hombre animal
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque le son
locura, y no las puede entender porque se han de examinar espiritualmente"
(1Corintios, 2:14)
Fenelón cultiva en su que hacer filosófico la anulación
de la voluntad para llegar a la empírae fuente de la realidad,
uniendo la intuición, llave que abre las puertas de lo ancestral
a la razón, para extraer la concepción metafísica
del Ente Infinito, superando el racionalismo de Descartes. Miguel de Molinos
en España estudia el quietismo queriendo alcanzar el conocimiento
inmanente, y Manuel Swendenborg establece la correspondencia entre el
ego y lo Divino a través de la clarividencia sobre la realidad
pura.
Kant, al realizar su esquema encuentra la realidad en el noumeno o esencia,
apriorísticas a cualquier fenómeno de la percepción
objetivada, es el mundo del "a priori" de distinta condición
y leyes del " a posteriori", fenomenología trascendente
que había vislumbrado idealmente Platón en sus ideas, y
así esta concepción filosófica viabiliza el esquema
voluntarista de Schopenhauer y Nietzsche, y el conceptismo intuoteleológico
de Henri Bergson, que compiten conceptualmente los unos y los otros en
el mundo subjetivo; como representación de la voluntad; el superhombre
liberado, y el mundo de los hechos intuitivos como única expresión
de la realidad absoluta. Hegel, no sin dejar de reconocer que el secreto
de la realidad que preconizaban Fichte y Schelling encontrándose
invariablemente en la "identidad de los opuestos" y en el resultado
de tesis, antitesis y síntesis; sostiene el espíritu determinista
del tiempo reglado por el absoluto, como realidad pura que gobierna a
designo. Antes ya Spinoza concebía la naturaleza de la realidad
invisible en la idea de Dios como la causa inmanente de las cosas sin
representarse exteriormente siguiendo las sentencias del apóstol
Pablo. La azarosa doctrina existencialista en la percepción intuitiva
genial de Kierkegaard, quien ve en la vida el transcurso de una permanente
acción existencial, en la que puede elegir el acuerdo a su capacidad
la unión con lo absoluto, con Dios; es en este punto de las elecciones
donde parta Sartre de donde el hombre queda preso en la elección
existencial, en la subyugación de la realidad, y sin personalización
Mística. Y ya Leibnitz, con anterioridad buscaría la realidad
del universo y del hombre en la "monada" de su sistema macanicista,
mientras Bacón la veía plasmada a través de las facultades
"perceptivas espirituales".
Croce intenta una filosofía del espíritu y por cuidar la
constitución de lo formal pierde la esencia de la realidad absoluta
y no llega jamás a trascender aquella magnificencia. Santayana
prefiere negar a priori la realidad de la tradición mística
al no poder sentirla acercándose a las concepciones de Hume, superadas
ampliamente por el sistema Kantiano. Maritain, basado en el sistema de
Santo Tomás de Aquino, en que la realidad es la conciliación
de la fe y la razón, siendo aquella en revelación que pueda
tenerse de la realidad inmanente, ve en su construcción, y al igual
que Julian Marias conciben su pensamiento en lo revelado y en el misterio,
justificando la fe por si misma. James, sin atavismos místicos,
justifica toda realidad que tenga invariablemente efecto en lo supranormal.
A través del camino recorrido por el pensamiento de los hombres
que hemos aludido, ya unos sensibilizados en aquellas arcanas realidades
de la existencia trascendente, ya otros ajenos a dichas captaciones, dibujamos
a grandes rasgos por el carácter y la extensión de nuestro
trabajo, la ubicación conceptual de las mismas, que sólo
logran comprenderse únicamente en la grandiosidad de su contenido,
al llegar al pórtico de su residencia.
Pero ni la epistemología, ni la metafísica de los filósofos
Occidentales, ha logrado comunicarse con aquellas realidades puras, porque
al crear una abstracción analítica en sus magnificas especulaciones,
inhibieron la presencia de lo absoluto; ni la prolijidad mística
de Balmes, ni el denodado sentimiento de Bossuet llegan a percibir el
reflejo de su omnipresencia. El esquema de las ideas de Taine configura
quizás el leve presentir, y recién Huxley logra cualificar
a esta realidad inmanente a través del estudio de la filosofía
perenne. Las realidades de Gautama y Cristo serán únicamente
redescubiertas, por una forma perceptiva no de especulativa intelectualidad
razonada, así como lo percibiera Jung fragmentativamente e incluso,
ante la indescriptible realidad del alma en los primeros pasos de las
observaciones fenoménicas de la psicología profunda.
Quedará entonces la demostratividad de la realidad pura, más
concretamente y específicamente a la psicología y será,
ya que a través de la sensitividad de los hombres en la realidad
infinita, y no por haberlo aprendido en un simple conocimiento del intelecto,
del por qué éstos, fueron hechos a imagen y semejanza de
su creador. En la mente de comunión del hombre con la realidad
sustancial percibirá las "formas" totales con prescindencia
del tiempo, pasado y futuro es un instante que todo lo encierra, y negará
por consecuencia la explicación de aquella cita del discípulo
de Cristo, el apóstol Pablo cuando dijo. "según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para
que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor".
Efesios 1:4, o al decir de Gautama al monje Malukyaputta: "lo que
yo enseño es como desde esta vida, se puede obtener la certeza
de nunca más nacer y nunca más morir".
El Quinto Hombre
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