Revista Digital de El Quinto Hombre

LA ALQUIMIA AÚN GUARDA GRANDES SECRETOS

 

Por Rubén H. Tesolín (Argentina)


Esta es una nota en la que se quiere presentar al lector, una vez más, esta antiquísima ciencia, la que refleja filosofía y arte, y manifestar su importancia, señalando sus diferentes aspectos.

Sobre esta disciplina se pueden encontrar innumerables leyendas, cuentos, relatos históricos y hasta crónicas de alquimistas verdaderos, tal el caso de Alberto El Grande (1193-1280), Teofrasto de Hohenheim, llamado Paracelso (1493-1541), Roger Bacon (1214-1294), quien debido a sus conocimientos fue llamado el "doctor Maravilloso", y Basilio Valentín. Pero dado el trastorno en que nos hallamos, fruto de ciencia positivista del siglo pasado, se han invertido aquellos términos, clasificándose especulaciones científicas como verdades irrefutables y denegando relatos que en su fondo contienen una verdad histórica. Esto no ocurre solamente con la alquimia, sino con otras ciencias que recién hoy están reapareciendo, a pesar de fuertes oposiciones. Por estas razones y debido a la ignorancia y al mal empleo de su racionalismo, hombres de ciencia del pasado siglo y del presente han criticado y hasta calumniado a este arte-ciencia, creando en el hombre de la calle y aún en el facultativo una imagen falsa de los objetivos perseguidos por los alquimistas.

Cualquier persona al oír hablar de Alquimia, inmediatamente imagina a un hombre rodeado de elementos y dispositivos diversos, ubicados aparentemente en un desorden al que le hace evidenciar: un fanático que sólo quiere encontrar la forma de convertir metales innobles en oro. Pensamiento por demás erróneo.

En verdad, como muchos sabrán, la Alquimia persigue un objetivo más elevado, que dado su carácter, quizás pueda determinarse como de orden espiritual, quedando la transmutación de un metal en otro como caso particular, como ejemplo para comprender en que consiste la Gran Obra.

Un hombre considerado por personas expertas y especializadas, como el más célebre y tal vez el único alquimista verdadero de estos tiempos, que fue conocido bajo el seudónimo de Fulcanelli dijo: "El secreto de la alquimia es este: existe un medio de manipular la materia y la energía, de manera que se produzca lo que los científicos contemporáneos llamarían un campo de fuerza. Este campo de fuerza actúa sobre el observador (el alquimista) y se coloca frente a una situación privilegiada frente al Universo. Desde ese punto privilegiado tiene acceso a realidades que el espacio y el tiempo, la materia y la energía, suelen ocultarnos. Es lo que nosotros llamamos la "Gran Obra". Vemos entonces que alcanzando esta meta el alquimista se transmuta, pasa de un estado a otro, que de acuerdo con lo antes citado, le otorgaría un estado de conciencia superior. Adquiere en este estado una visión completamente distinta del mundo que lo rodea, se transforma su pensamiento y descubre verdades, antes ocultas por los prejuicios, por ideas obsoletas y por lo rutinario, que nos hunde en el fango del olvido, alejándose de la realidad y de la verdad, las que nos cuestan tanto volver a encontrar.

Volviendo a los postulados alquimistas; estos nos revelan la gran sabiduría que encierra y encerró por centurias esta ciencia.

En lo referente a la física y química, los alquimistas sostuvieron durante siglos: la transmutación de los elementos; el paso del mercurio al oro; la variabilidad de las propiedades químicas de los cuerpos, en relación con las variaciones de los movimientos de las estrellas; la destilación repetida de agua, con lo que conseguiría el "elixir"; como también la transmutación de los elementos partiendo de operaciones de química orgánica.
Todo esto ha sido confirmado por la ciencia actual. La transmutación del mercurio en oro es factible debido a la proximidad de los mismos en la escala atómica, proceso ya realizado en los laboratorios de altas energías, mediante el bombardeo de electrones y protones, adicionando de esa forma las partículas necesarias; Piccardi ha demostrado que las propiedades químicas varían en relación con la posición de nuestro planeta en la galaxia; se ha comprobado que la innumerable destilación del agua conduce a "agua pesada"; además, como lo ha mostrado Kervrain, es posible la transmutación de los elementos por vía biológica.

En el campo de la biología existen versiones de investigadores alquimistas -por ejemplo Paracelso- que hablan de la creación del "homúnculo", este ser era generado y desarrollaba, al parecer, en forma análoga a lo anunciado en un proyecto de avanzada que hace poco tiempo presentaron científicos de probidad, en lo que respecta a la "creación de vida humana en tubos de ensayo o probetas", pero este tema por su complejidad necesitaría un tratamiento aparte.

En el orden psicológico -propio de la psiquis del alquimista- se experimenta la Gran Transmutación; la que pacientemente, después de largos años de experimentación consigue el Adepto, para lo cual a tenido que estudiar minuciosamente los antiguos tratados, interpretarlos y recién comenzar las manipulaciones de la materia, repetir las operaciones infinidad de veces hasta que salga con éxito y continuar con otras y una día, quizás, "despertar" ante un Universo totalmente diferente, para comprender cosas, que eran para él impenetrables, será entonces poseedor de facultades que sólo lo guiarán hacia el perfeccionamiento. Habrá realizado la Gran Obra. La pregunta surge de inmediato: ¿en qué se convierte? Fulcanelli contestó a esto: "Tal vez algún día lo sabré".

Como vemos la Alquimia aún guarda grandes secretos, y debido a las comprobaciones de lo que hemos hablado es obvio que posee sólidas bases y fundamentados conocimientos. No debemos caer nuevamente en el positivismo inútil, rechazando por no conocer. Se debe seguir investigando, el material es abundante, sólo falta la voluntad de hacerlo. Debe recordarse, ante todo, que la ciencia no se hace aislando, limitando y eliminando; todo guarda su estrecha relación, aunque ésta no sea evidente.
Lo ocurrido con la Alquimia también se puede extender a otras ciencias, no menos importantes; es imperante escudriñar nuevamente el pasado, que con seguridad encontraremos asombrosas verdades.

El Quinto Hombre