Revista Digital de El Quinto Hombre
EL MUNDO QUE VIENE
Un análisis
del grupo CAEFA (Argentina)
Para este siglo
XXI unos mil millones de bebés habrán nacido, desequilibrando totalmente
los recursos planetarios de brindarles el alimento, la vivienda, la educación
y las posibilidades de desarrollo cultural y laboral que necesitan. El
peligro latente que hoy amenaza al mundo se llama "explosión demográfica",
una bomba de tiempo que, hasta ahora, nadie pudo parar.
La bomba que amenaza a la Humanidad no reconoce las
formas tradicionales. No guarda relación con la que en la década de 1940
destruyó las ciudades de Hiroshima y Nagasaki o con el peligro de guerra
nuclear que obsesionó al mundo durante décadas. Es una bomba que se va
construyendo día a día, segundo a segundo, afecta -en mayor o menor medida-
a todo el planeta y su poder no es menos letal: se llama la explosión
demográfica. En términos más simples - aunque no por ello menos contundentes
-, el vertiginoso aumento de la población mundial está poniendo en peligro
la supervivencia misma de los que habitan el planeta Tierra: demasiada
gente para el espacio y las condiciones disponibles.
Ni siquiera se trata de
la proyección tremendista de un futuro a imaginar. Unos años atrás, la
Tierra estaba poblada por 2.5 mil millones de habitantes. Hoy, suman
más de 5.5 mil millones y quizá nos quedamos cortos. Para los años que
vienen , el crecimiento será más rápido que en toda la Historia.
Se sabe que cada segundo
nacen tres chicos en todo el mundo: para estos primeros años del siglo
XXI , otros mil millones de bebés habrán nacido y crecerán en el planeta.
Si de futuro se trata, algunos
de estos datos convocan al miedo: Irán, centro del islamismo ortodoxo,
tenía en 1950 casi 16 millones de habitantes; ahora pasa los 80 millones;
dentro de 50 años serán casi 300 millones.
Por casa no andamos mejor:
hoy, en Latinoamérica somos 450 millones de personas; en el 2020 seremos
aproximadamente 760 millones
¿Y a nivel mundial? Un riguroso
informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas dice que en el 2050
- una proyección moderada - la población mundial será de más de 10 mil
millones de habitantes.
Los interrogantes resultan
casi obvios: ¿seguirá aguantando la Tierra este ritmo de crecimiento?
¿Hasta cuando alcanzarán los recursos no renovables que justamente están
en las zonas de mayor explosión demográfica? ¿podrán los gobiernos ejecutar
cambios sociales que neutralicen los grandes desequilibrios que provoca
este crecimiento desmesurado? Porque - y esto también se cae de maduro
- la bomba demográfica es culpable de los mayores problemas que amenazan
al Planeta: la miseria, el hambre, la contaminación ambiental, la deforestación,
el recalentamiento de la atmósfera, la erosión de las tierras. Culpable
incluso de previsibles caos sociales y políticos.
Día a día, la bomba demográfica
nos avisa que, de una manera u otra, su onda expansiva nos tocará a todos.
¡AHÍ VIENE LA PLAGA!
Por supuesto, esta plaga
demográfica tiene sus rostros más patéticos en los países del Tercer Mundo.
Un buen ejemplo: en la India, con un territorio enorme, viven actualmente
650 millones de personas. En el 2075 serán 1.600 millones. ¿Qué pasará
en las entrañas de ese país con esa tasa de crecimiento?
Los expertos dicen que
si quisiera mantener una estructura mínima de organización social, el
gobierno debería construir todos los años 127.000 escuelas, contratar
a 373.000 maestros, generar cuatro millones de puestos de trabajo y producir
o comprar diez millones de toneladas de alimentos para la simple subsistencia.
Algo imposible.
Esa imposibilidad se repite
- en mayor o menos medida - en países subdesarrollados condenados a una
relación de causa-efecto que parece no tener fin.
Lejos de la toma de conciencia
de las sociedades más desarrolladas, las familias pobres de los países
del Tercer Mundo hasta necesitan tener hijos: para mantenerse (no tienen
un sistema de previsión social), para cultivar la tierra y hasta para
respetar tradiciones religiosas y culturales donde el hijo varón es un
símbolo de hombría. A esto hay que sumarle el gravísimo problema de falta
de educación (entre las mujeres especialmente) que tienen cifras contundentes:
en Latinoamérica, por ejemplo,
los estudios demostraron que las mujeres que no fueron a la escuela tienen
tres veces más hijos que aquellas que tuvieron una educación.
¿Cómo parar esta plaga?
Si países como China lograron moderar esta tasa de crecimiento con una
férrea política de control de la natalidad, en el resto del mundo subdesarrollado
la relación explosión demográfica-miseria continua con sus perversos mecanismos.
"Existen muy pocas perspectivas
de cambios radicales en los procesos de desarrollo mundiales. Es decir
que en los próximos 25 años nos tendremos que resignar a un desarrollo
dramático de la historia", dijo a fines del siglo pasado, en París Dieter
Senghass, experto en demografía.
En términos menos elípticos
el profesional se refería a una situación mundial que agrava el problema:
existe una doble crisis político- económica que afecta también a los países
industrializados y que afecta la posible ayuda a los más pobres. Los términos
de intercambio tradicional entre ricos y pobres se han agravado. Las deudas
externas de las naciones subdesarrolladas son más un peso que un alivio
para sus economías. Los créditos para el desarrollo se han politizado.
La distribución de los ingresos es proporcionablemente irrisoria : el
20 por ciento de la población más rica del mundo se lleva el 60 por ciento
de los ingresos, realiza el 81 por ciento del comercio mundial y se queda
con el 95 por ciento de los prestamos comerciales.
Mientras tanto, ¿cual es
el destino de una buena parte del resto del mundo?: procrear hijos en
la miseria.
POBRE TIERRA
Otros de los problemas ligados
a la bomba demográfica, es el de la ecología.
El llamado efecto invernadero
(recalentamiento de la atmósfera terrestre) no solo es causado por el
dióxido de carbono que queman los combustibles. En zonas rurales del países
altamente poblados, el aumento del ganado vacuno o las plantaciones húmedas
de arroz multiplican el efecto.
Según una lista del World
Resources Institute, entre los diez primeros países causantes de un mayor
recalentamiento atmosférico figuran cinco países pobres con mucha población.
El talado de bosques es
otro dato de esta realidad: el 70% de los habitantes del Tercer Mundo
tiene que quemar madera para cocinar y calentarse.
¿Y que tiene que ver esto
con el crecimiento demográfico?. Simple: según cálculos de las Naciones
Unidas, el 80% de las deforestaciones del planeta son causadas por los
pobres. Estos mismos pobres que también provocan que cada año 25 mil millones
de toneladas de buena tierra se transforme en tierra erosionada por su
uso intensivo.
En el terreno de los alimentos
la cosa no mejora. Cerca de 800 millones de personas - según cálculos
de la ONU- pasan hambre en este planeta. En continentes poblados como
Africa, el aumento de las cosechas es notablemente inferior al aumento
de la población; China es el mayor productor mundial de cereales, pero
su consumo - per cápita- bajo: hay demasiada gente.
Simple ecuación: diariamente
nacen demasiados humanos en este planeta, aunque no todos tiene asegurada
la supervivencia.
LA CIUDAD DESNUDA.
Los informes de la ONU también
son precisos sobre el escenario donde se desarrolla - y se desarrollará-
la explosión demográfica: las grandes ciudades. Según pronósticos certeros,
ya durante la última década del siglo XX, la mitad de la población vive
en ciudades. En Sudamérica, el 80% de la población será urbana. Por ejemplo,
la ciudad de San Pablo (Brasil) crece cada año en 250.000 habitantes,
un ritmo que no puede soportar ninguna infraestructura urbana.
Para los primeros años
de este siglo XXI, 13 de las 20 ciudades más grandes del planeta estarán
en el Tercer Mundo.
¿Las razones? Los malos
aprovechamientos de la zona rural desplazarán a la gente a los conglomerados.
Otros factores: la instalación
de las industrias en las periferias de la ciudad, la concentración de
los servicios de los ricos que necesitan mano de obra barata y posibilidad
cierta -hablamos de los pobres- de poder "colgarse" de las infraestructuras
de una ciudad (los servicios, la educación, la salud).
Ya sea en el campo o en
la ciudades, los expertos coinciden en que la bomba demográfica presenta
una ecuación que parece inmodificable: el crecimiento poblacional, dicen,
significa que el acceso "per cápita" a recursos importantes como tierra,
agua y madera va a disminuir notablemente. Sigue el pronóstico: menos
fuentes de trabajo, conflictos sociales y hasta la posibilidad de guerras
por la posesión de recursos naturales.
LOS HECHOS HABLAN. LOS GOBERNANTES
Y LOS HOMBRES TODO DEL PLANETA TIERRA TIENEN LA PALABRA. A CAMBIAR, PERO
URGENTE, URGENTE.
El Quinto Hombre
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