Revista Digital de El Quinto Hombre

EL MUNDO ONIRICO



Por Horacio A. Adami (Argentina)




Desde siempre el hombre trató de comprender los misteriosos procesos mentales inconscientes que ocurren en esa dimensión desconocida e inaccesible que constituye el mundo de los sueños. Si pensamos que una tercera parte de la vida de los seres humanos transcurre en ese periodo de descanso fisiológico necesario, donde el cuerpo se relaja, y el metabolismo disminuye, cualquier espíritu inquieto, por encontrar respuestas a cuestiones existenciales que generalmente terminan en enigma tras enigma, orientan sus preguntas hacia el misterioso reino de la mente humana, tales como: ¿qué pasa con la mente cuando no esta sujeta a los receptores sensoriales? ¿cómo actúa? ¿permanece individual, se conecta con otras mentes o se integra a una mente colectiva? ¿en qué dimensión se mueve? ¿de donde recibe información? ¿de donde provienen los estímulos que provocan los sueños, simbólicos o no? ¿de la vida consciente o del mundo de las ideas, cuya existencia, según Platón, es anterior a la consciencia? ¿se puede conocer el futuro interpretando el significado fe los sueños? ¿es factible programar los sueños para buscar soluciones o problemas? ¿o, por el contrario, los procesos inconscientes que se dan en el reino onírico escapan totalmente al dominio voluntario del ser humano?

 Evidentemente el número de preguntas podría ser ilimitado y deberíamos recurrir a numerosos volúmenes para extraer conclusiones que iluminen nuestro entendimiento en un ambiente tan escurridizo.

 De todas maneras trataré de aportar algún grano de arena explicativo desde el punto de vista parapsicológico, recordando que el terreno es muy resbaladizo y que por sus aspectos subjetivos resulta prácticamente imposible pretender una comprensión amplia del problema, pero podemos vislumbrar algo de claridad si aceptamos sin razonar las pautas más complejas.

Como primera medida debemos reconocer que las posibilidades latentes en nuestra mente son ilimitadas y que el ser humano utiliza una ínfima parte de su potencial psíquico. Parecería ser que cuando la mente está sujeta al cuerpo y a los sentidos fisiológicos, su capacidad de expansión y percepción se encuentra limitada y cuando se libera, por ejemplo durante el sueño, tiene acceso a un profundo océano psíquico. Allí presencia y forma parte de otra realidad, completamente diferente a la que percibe... cuando actúa a través de los sentidos. Esa actividad mental inconsciente generalmente no trasciende en forma clara a la consciencia.

Aunque los sueños se recuerden, siempre la consciencia actúa como un filtro y a la vez como una barrera difícil de franquear. Por lo tanto las impresiones que logran cruzar este obstáculo se mezclan rápidamente con otros contenidos mentales y emergen en la consciencia en forma distorsionada y simbólica. Por eso resulta imposible saber como funcionan los mecanismos inconscientes y procesos recíprocos que  producen la actividad mental.

Ahora bien, se puede comparar a la mente con un gran océano. Las actividades conscientes (las ideas, las emociones, las percepciones) son similares a las olas en la superficie del océano, las profundidades silenciosas de la mente son similares a las silenciosas profundidades del océano.

Recurro a esta analogía para dar una idea de que la parte inconsciente representa la inmensa mayoría de este océano psíquico. En la superficie de la mente, la conciencia recibe constantemente, a través de los sentidos, los estímulos exteriores que originan los pensamientos.

Pero lo notable es que los pensamientos, aparentemente, no se originan en la superficie de la mente sino en las profundidades. Ocurre que el mecanismo es instantáneo y continuado, y en el estado de vigilia, el pensar objetivo aflora como un manantial de ideas, inagotables, que si bien está influido por la realidad exterior, se forma en un nivel más profundo, en la parte inconsciente, y aparece rápidamente en la consciencia.

 Resulta que este proceso veloz es espontáneo y no podemos razonar. Ante un estímulo dado hay una inmediata reacción mental y sus correspondientes pensamientos. Este mecanismo mental interviene de la misma forma cuando se crean pensamientos subjetivos, o sea con los ojos cerrados, sin tener en cuenta la realidad exterior, pero en estado de clara consciencia.

En este caso no hay estímulos exteriores y sin embargo las ideas y pensamientos siguen ahí. Esta actividad inconsciente parece  hacerse extensiva al complejo pensamiento lógico, porque, ¿cómo explicaríamos, si no, la súbita comprensión o solución de un problema difícil que a veces se nos aparece cuando menos lo esperamos? Incluso cuando nos parece que nuestro procesos conscientes son totalmente responsables de nuestra actividad mental, es posible que nos equivoquemos; el verdadero trabajo del cerebro bien puede ser el que se efectúa silenciosamente, entre bambalinas en la inmensa profundidad mental.

Consideremos, por otra parte, que la mente es un "todo", que es una sola y que no tiene ni divisiones (pese a las numerosas escisiones psicológicas necesarias para su mejor estudio) ni cambios. Los que varían son los estados mentales que se dan a través de la vida del ser humano, durante el crecimiento del cuerpo. Si bien se produce una evolución mental paralela a la física, esto no quiere decir que la mente cambie, sino simplemente se adapta a las condiciones fisiológicas del cuerpo, mientras está sujeta y limitada por el mismo.

Por eso cuando está desenganchada de los receptores sensoriales y actúa libremente, por ejemplo durante el sueño, se dan condiciones diferentes. Es como si la mente flotara en otra dimensión elaborando sin descanso ideas, pensamientos, imágenes, escenas. Busca informaciones, mueve hilos invisibles y desconocidos tratando de encontrar soluciones a los problemas y crea constantemente determinismos que se cumplen en la vida consiente, aunque no sepa la causa, el porque de tal o cual actitud espontánea o bien meditada.

Por lo tanto en muchas oportunidades en la vida diaria de las personas creemos actuar, movernos, resolver situaciones, desarrollar nuestra vocación, dirigirnos hacia un determinado objetivo, viviendo todas estas experiencias cotidianas, importantes o no, como resultado de nuestro razonamiento.

Pero resulta que las actividades conscientes son  influenciadas y determinadas por mecanismos de elaboración inconscientes que funcionan permanentemente y se anticipan a los hechos como una forma de conocimiento totalmente ajena a la razón.



LA PERCEPCION EXTRASENSORIAL EN LOS SUEÑOS

En el estado de sueño donde los sentidos se conectan con el mundo exterior se dan condiciones favorables para la percepción extrasensorial. O sea, cuando una persona sueña o cae en estado onírico (no el sueño fisiológico) puede obtener a través de las imágenes o escenas que pasan por su mente, informaciones por vías telepáticas, por clarividencia o precognición.

Cabe conjeturar que muchos de nuestros pensamientos y emociones cotidianas son de origen telepático o parcialmente telepático, pero no se les reconoce como tales a causa de estar distorsionados y mezclados con otros contenidos mentales, no bien cruzan el umbral de la consciencia.

Pero vayamos específicamente al estado mental donde no interviene la consciencia, o sea, durante el sueño. Entonces, de inmediato cabe esta pregunta: ¿de dónde extrae la mente esa información telepática, clarividente o precógnitiva? Que pueden ser referencias de personas o lugares desconocidos, o visiones de algún acontecimiento que aun no ha ocurrido, generalmente trágico o relacionado con la muerte.

 Por supuesto que la variedad de escenas oníricas puede ser muy amplia, pero tratemos de explicar estos casos de sueños donde interviene la percepción extrasensorial.

Cuando una persona duerme su mente deja de actuar en el plano consciente y comienza a moverse en otra dimensión denominada "campo psi" por la Parapsicología moderna. En este ámbito no físico no tienen ninguna validez nuestras leyes del espacio, tiempo y causalidad. Además existe una especie de interrelación entre la mente de dos o más personas que, por decirlo así, se ubican en sintonía o afinidad por circunstancias o motivos especiales.

De esta manera se puede producir una inducción telepática de una persona hacia otra, o entre varias a la vez, y manifestarse esta inducción a través del sueño. También durante "el soñar" una persona puede obtener la información exacta del paradero de algún objeto oculto o perdido. La mente de la persona actuando por clarividencia puede descubrir el objeto percibiéndolo entre las imágenes oníricas y luego este dato pasa a la consciencia a través del recuerdo y la interpretación del sueño.

 Además, en estado onírico, se puede conocer un hecho futuro que inexorablemente va a ocurrir. En estos casos tremendamente desconcertantes, pues rompen la ley de causa y efecto (ya que es imposible conocer la causa de un hecho que todavía no ha ocurrido) se puede aventurar una explicación bastante difícil de razonar. Esa dimensión "no física" (inespacial y atemporal) donde intervienen procesos y dinamismos mentales inconscientes poco conocidos, podría funcionar como una mente universal todo abarcativa, dentro de la cual el tiempo fluye de otra manera.

 Pareciera ser que tanto el pasado, como el presente y como el futuro se superponen y se mezclan. Y además deben existir vías de comunicación por donde se filtran las informaciones que precognitivamente reciben algunos sensitivos en estado de sueño o también de vigilia.

 

LA INVESTIGACION NEUROFISIOLÓGICA DE LOS SUEÑOS

Hasta hace un par de décadas, los fisiólogos no podían distinguir más que dos estados de consciencia normales: la vigilia y el dormir. Desde entonces los investigadores han reunido pruebas de que el soñar es un tercer estado de consciencia, fisiológicamente distinto.

Nuestra comprensión de los tres estados ordinarios de consciencia - la vigilia, el sueño y el dormir- depende en gran parte de resultados obtenidos mediante el electroencefalógrafo. Los experimentos llevados a cabo con ese voltímetro ultrasensible, desarrollado durante la década de 1920, revelaron que la corteza cerebral genera una débil actividad eléctrica a la que se designa como ondas cerebrales. La electroencefalografía es la técnica de registrar la actividad eléctrica de la superficie del cerebro a través del cráneo intacto. Se aplican electrodos al cuero cabelludo y las actividades eléctricas de baja intensidad se amplifican y se graban en un trazado con tinta o en la cinta de una computadora.

En el Centro Médico Maimonides de Brooklyn (Nueva York) comenzaron a realizarse una serie de experimentos. El doctor Montague Uliman, director del mencionado hospital, especialista en parapsicología, propició las primeras investigaciones de percepción extrasensorial sobre los sueños. Ayudado por los profesores Stanley Krippner y Sol Feldstej, fundó un departamento especial denominado laboratorio de sueños exclusivo para realizar experimentos con personas dormidas.

 

LA FASE R.E.M.

Cuando una persona que está dormida comienza a soñar, se producen rápidos movimientos oculares, en períodos de cuatro a seis veces, en una noche, y que  van acompañados de corrientes cerebrales de una frecuencia de hasta diez y doce hertz. Son denominadas ondas Alfa, perfectamente registrables en el electroencefalógrafo.

 Específicamente, en este nivel de actividad eléctrica o fase R. E. M. (Rapid Eyes Movements) se dan condiciones favorables para la percepción extrasensorial, y si a la persona que sueña se la despierta en ese preciso instante, puede recordar y contar con exactitud sus sueños.

Los experimentos realizados por los doctores Nathaniel Kleitman, Eugene Aserinski y W. C. Dement, fundadores del laboratorio para el estudio de los sueños, en Chicago, y pioneros de la investigación neurofisiológica de los sueños, demostraron claramente que es factible influir por vía telepática a una persona dormida, transmitiéndole imágenes mentales de contenido, que pueden ser captadas  por el sujeto con quien se experimenta.

 También pudo comprobarse que esos períodos, en los cuales una persona sueña, suelen tener una duración total entre veinte y veinticinco minutos, eliminando la creencia anterior que adjudica a los sueños una brevedad de segundos.

Se logró establecer que en los adultos normales el tiempo de soñar equivale al veinte por ciento del sueño fisiológico. Además pudo averiguar que en cada noche se producen en cinco tandas distintas, entre diez y cuarenta sueños diferentes como promedio.

Los experimentos ocurren de la siguiente forma:

 Se contratan personas con el objeto de que duerman en habitaciones especiales. Mientras estos sujetos de experimentación duermen, electrodos sujetos al cuero cabelludo van tomando el registro electroencefalográfico, en tanto que otros sensores colocados en los párpados registran los movimientos oculares.

 Al mismo tiempo se miden también el ritmo cardiaco, respiratorio, temperatura, presión sanguínea, tensión muscular y cambios bioquímicos. Además los sujetos se encuentran bajo observación directa, ya que en cualquier momento el experimento puede despertarles para preguntarles que es lo que le sucedía.

En otra habitación una persona espera pacientemente hasta que se encienda la luz roja que le indica que algún sujeto comenzó a soñar, entonces comienza a concentrar su mente en imágenes de conocidas obras de arte que resulten significativas para los sujetos dormidos, por su contenido religioso, cultural o místico, por ejemplo. De esa forma trata de inducir telepáticamente a las personas que están soñando, y por lo tanto sus frecuencias cerebrales ya entraron en nivel Alfa.

Si bien los éxitos no fueron totales, se lograron adelantos sorprendentes en un campo totalmente desconocido hasta hace pocos años. En algunos casos, las personas experimentadas soñaron cosas que no tenían relación con las imágenes que se les intentó transmitir. Pero si recibieron espontáneamente en el sueño  referencias vinculadas con algún experimentador.

Por ejemplo una noche durante su guardia el doctor Kleitmann se mostró muy preocupado por un dolor en el estomago al cual asociaba con una futura intervención quirúrgica. Precisamente uno de los sujetos dormidos soñó con una operación similar.

Las puertas del misterioso reino de los sueños están abiertas, habrá que seguir investigando y avanzando. Y es a la  Parapsicología a quien le compete esta tarea ya que, como dato importante cabe destacar que la estadística internacional de todos los casos de percepción extrasensorial investigados hasta la actualidad indican que un cincuenta por ciento de ellos correspondieron a fenómenos ocurridos en el ámbito onírico.

Por supuesto que si recordamos la referencia del océano psíquico cabe suponer que estos casos de percepción extrasensorial en el soñar, en su gran mayoría se les escapan de las manos a los investigadores, principalmente por la extrema dificultad para medirlos objetivamente.        

                                                                                  

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