|
Revista Digital de El Quinto Hombre
LA GUERRA Y LA CULTURA
La redacción de la Revista
Digital EL QUINTO HOMBRE tiene, desde su inicio en 2001, la Filosofía,
Metafísica y Política (en el grado superlativo y no en la
cotidiana) una norma que es: NO A LA GUERRA SI A LA PAZ, como reza nuestro
cartel permanente en nuestra Portada.
Hemos recibido muchísimas adhesiones a esa opinión, así
como distintos discursos como de nuestro amigo Gabriel García Márquez,
de Umberto Ecco, de José Saramago o de otras personalidades importantes
del mundo contemporáneo, pero hemos decidido elegir, para conocimiento
de nuestros navegantes que abarcan 58 países del Planeta, las expresiones
de HECTOR TIZÓN, que en el momento de inaugurar, en el año
2003, un hecho fundamental de la cultura en Argentina, como es un nuevo
encuentro, de una proyección internacional incuestionable, como
es LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO; hito realizado anualmente en la ciudad
de Buenos Aires (Argentina) desde hace 29 años, y un estandarte
cultural de una importancia espiritual, intelectual y popular de enorme
significación para los tiempos actuales.
¿QUIEN ES HECTOR TIZON? Diplomático, juez en su provincia
natal Jujuy (Argentina), escritor muy reconocido por 13 relatos y novelas,
editados entre 1960 y el 2002, y escritos en el idioma español,
pero que han sido traducidos al francés, inglés, ruso, polaco
y alemán. Ha obtenido premios de la Academia Nacional de las Letras
Argentina; Gran Premio 2000 del Fondo Nacional de las Artes ; condecorado
en 1996 con el título de CABALLERO DE LA ORDEN DE LAS ARTES Y LETRAS
por el gobierno de Francia.
Es además un defensor de la libertad profunda del ser humano, por
el cual le solicitamos a nuestros amigos lectores, que examinen cada uno
de los conceptos que vamos a transcribir y que reprodujeron muchos periódicos
del mundo. En este siglo XXI, la centuria de la Espiritualidad y del Gran
Cambio en todos los órdenes, tenemos que tener el gran momento
de reflexión para entender las palabras de este hombre argentino,
que hizo levantar a toda una platea, con aplauso cerrado, en esa Inauguración
de un hecho cultural trascendente mundial,como es la Feria del Libro de
la Argentina.
Por supuesto, tenemos las puertas abiertas de correo@fabiozerpa.com
para todas las disquisiciones, opiniones, conceptos, aclaraciones, que
merezca esta Edittorial de nuestra revista digital que se esparcerá
por todo el mundo adonde llegamos. Bienvenida tu opinión, amigo
navegante.
La
Feria Internacional del Libro y el crimen de la guerra
Por Héctor
Tizón.
Sé que
este acontecimiento que nos disponemos a inaugurar tiene como emblema
"Los argentinos y los libros". Tampoco ignoro que hubiese sido
preferible un tiempo diferente para abordar el tema, sin otra preocupación
que no sea la de exaltar nuestra cultura literaria, acaudalada a través
del tiempo con el esfuerzo y el talento propio y el gran aporte que recibimos
del mundo entero.
Pero cuando rugen
los vientos de la historia no hay ofendiculas que nos aíslen y
nos conviertan en convidados de piedra. Ni tampoco lo admitimos. De cualquier
modo, de entre los grandes autores argentinos hay uno particularmente
que es de cita obligada: Juan Bautista Alberdi (Padre de la Constitución
Argentina), padre de nuestra Constitución, que escribió
un libro -entre otros - que no siempre resulta oportuno citar para nuestras
buenas conciencias. Este libro es "El crimen de la guerra",
y fue escrito como lúcida y políticamente incorrecta protesta
contra la agresión que llevamos a cabo los argentinos, aliados
con Uruguay y Brasil contra el Paraguay, quizá por entonces el
país más progresista de la región, gobernado por
un dictador, pero que no empalidecía a otros.
Ese gran libro
tuvo la suerte de ser siempre contemporáneo, como lo demuestran
los párrafos que ahora leo: "Todo país guerrero acaba
por sufrir la suerte que él pensó infligir a sus enemigos.
Su poder soberano no pasará a manos del extranjero pero saldrá
siempre de sus manos para quedar en la de esa especie de Estado -en las
de ese pueblo aparte y privilegiado que se llama ejército -. La
soberanía nacional se personifica en la soberanía del ejército
y hace y mantiene los emperadores que el pueblo no puede evitar".
Algunos quizás
hubieran preferido un discurso coronado con las flores de la retórica.
Pero ni siquiera en ceremonias como esta es posible callar ante actos
tan brutales, sino todo lo contrario; hacernos los distraídos sería
más que una mera cobardía, un acto inmoral. No soy un aguafiestas
profesional, jamás sentí el placer de los provocadores,
pero no es posible callar sin hacerse cómplices, ni creo que el
silencio o la astucia del lenguaje sean dignos ante tamaña iniquidad.
Nadie tiene el derecho de permanecer ajeno, hablando meramente de los
libros y de la literatura, cuando los pistoleros cibernéticos aplastan
pueblos y amenazan con asolar al mundo.
Hasta hace poco
todos creíamos que la civilización tecnológica había
alcanzado su último grado de salvajismo, pero lo que estamos viendo
nos demuestra que no. Y que en un tiempo ya muy próximo tal vez,
sólo tengamos la opción de un suicidio colectivo ¿Cuánto
tiempo nos queda para escoger entre el infierno y la sensatez?
El cinismo del
discurso único, la arrogancia y la prepotencia ya ni siquiera pretenden
servirse ni demostrar ningún grado de decencia ni disfrazarse.
Esta última versión brutal de la fuerza imperial ya no necesita
de un Conrad ni de un Kipling. Le basta con apelar a otras de Al Capone.
Por otra parte, aparejar y adornar las tumbas de las víctimas en
nada absuelve al verdugo. Descubrimos la realidad que se oculta bajo las
grandes fórmulas que pretenden disimularlas. El desastre provocado
en Nueva York, con su montón de escombros y de muertos, el asesinato
en masa de otros inocentes ¿hace menos terrible el horror, o lava
esta sangrienta catástrofe y afianza la paz? De todas las experiencias
de mi vida -felices o desdichadas - la de escribir no estuvo nunca por
encima de la de vivir de acuerdo a los principios naturales de la dignidad
y la decencia, y si alguna vez debí pagar con el silencio, la pobreza
y el exilio, a los amos del poder, con dolor lo pagué, porque un
escritor no puede ser un bello pájaro ciego que canta para cualquier,
sino tan sólo un hombre libre que escribe.
Cuando la imaginación
duerme, las palabras pierden el sentido, o se prostituyen. La responsabilidad
recae en la inteligencia, pero en aquella que no escinde la comprensión
del sentimiento, en la inteligencia que se apoya en el coraje. Cuando
esa inteligencia se apaga, nuestra civilización se hace invisible,
y surgen con más fuerza las broncas voces del mundo, el poderío
prepotente, las triquiñuelas de los mercaderes, y el progreso se
convierte en un monstruo para desesperar al hombre.
Esta guerra no
tiene a su favor ni la razón ni la ley. Queda entonces en desnuda
agresión, una especie de atraco en banda de un par de potencias
que siempre hicieron del colonialismo y de la explotación ajena
su credo, que de por sí, para agravar el escarnio, degradan a la
civilización y a la cultura invocando su nombre.
Su cinismo no
desmerece en nada a la conducta de los verdugos profesionales. Así
como antiguamente la ropa de los ajusticiados pertenecía a los
verdugos, el botín actual es la riqueza de las naciones sometidas
por la espantosa eficacia tecnológica de sus maquinarias bélicas.
La estúpida iconografía de la TV, más o menos manipulada,
sin embargo nos muestra la atroz llaga de hombres, niños y mujeres
que sin duda no han optado por la guerra, ni por el petróleo, destrozados
y mutilados que a su vez nos destrozan y humillan a quiénes, también
estupefactos, contemplamos la telemática matanza, sin tener a mano
otro recursos que el furor y las lágrimas.
Las millonarias
manifestaciones de los pueblos en las calles y plazas del mundo demuestran
que, ante jamás consentiremos lavarnos las manos en el lebrillo
con las lágrimas y la sangre de las víctimas. Por cierto
que a esta rara unanimidad de los pueblos, la iglesia no estuvo ausente,
y esta vez no ha jugado con la deplorable pasividad de otras ocasiones.
Porque desde ahora, así lo espero, aprendimos que callando se insulta
a la verdad.
Quizás
habrá algunos a quienes les parezcan estas palabras la consecuencia
de una pasión desatinada. Pero los días que el mundo vive,
con su injusticia e hipocresía me repugnan y no pienso aferrarme
a mis pobres privilegios y no aprovechar cuanta oportunidad tenga de hablar,
por todos aquellos que no lo pueden hacer porque están enmudecidos
o muertos.
Es posible que
yo no pueda ya ser testigo de tiempos mejores, pero esto es sólo
contingente, si las ideologías -tal como las conocíamos
- hasta no hace mucho han muerto, cómo dicen, es nuestro deber
crear los fundamentos de las nuevas esperanzas, y la movilización
mundial es un rotundo prolegómeno que impide que nuestro ánimo
y nuestras ilusiones decaigan.
El Quinto Hombre
|
|