|
Revista Digital de El Quinto Hombre
LA MASONERÍA - NOTA V
Una investigación de C.A.E.F.A.
TERCER GRADO - MAESTRO MASÓN.
Es muy difícil interpretar el Grado de Maestro Masón
porque el ritual describe un proceso psicológico que sucede muy raras
veces en nuestra sociedad, pero cuando ocurre es tan intensamente personal
que pocos que lo han experimentado están preparados para hablar de ello
fuera de su círculo privado. El Tercer Grado transmite una leyenda basada,
de una forma u otra, en casi todas las culturas humanas. La leyenda tiene
dos aspectos: el primero es un desastre primordial, un acontecimiento
catastrófico que supone una pérdida profunda e impone una gran dificultad
a todo el género humano: el segundo alude a los medios por los que la
pérdida puede transformarse en algo bueno y así pueda restaurarse el feliz
y original estado humano. En toda la civilización occidental el primer
aspecto de esta leyenda, el del desastre primordial, esta encarnado en
la teoría de la "caída del hombre". En nuestra sociedad materialista el
libro del Génesis suele interpretarse como una creación del universo físico,
a pesar del hecho de que la posición se ha convertido en algo menos defendible
después de tantos descubrimientos en las ciencias físicas.
Hemos tocado brevemente una interpretación mística
de este texto en el que el Génesis I describe la "creación" del mundo
del espíritu y el Génesis II la "formación" del alma y del mundo de la
psique. En este contexto, el "caído" y la posterior expulsión de Adán
del Edén se refiere al proceso por el que los miembros de la raza humana
fueron los primeros a encarnarse por un acto de voluntad divino. Una de
las consecuencias de esta encarnación inicial parece ser que los seres
humanos, tras haberse encarnado, han perdido la capacidad para "caminar
con Dios" y de ser mantenidos directamente por Dios. En su lugar la humanidad
encarnada es "cortada", separada; el individuo encarnado debe mantenerse
a sí mismo "con el sudor en la frente". Adaptando esta idea a los términos
contemporáneos, podríamos decir que en su estado original (esto es, antes
de que la raza apareciera en la tierra por primera vez) la especie humana
podía tener consciencia y comunicares directamente con la deidad; y que
algún acontecimiento relacionado con el proceso de la encarnación rompe
con esa conexión. En el tratamiento masónico de este tema los acontecimientos
se describen usando el simbolismo de la muerte.
La muerte que se describe en el Tercer Grado no es
la muerte física que concluye con nuestro período de encarnación, sino
un proceso psicológico individual que de alguna manera es análogo a la
muerte física.
El tema se representa mediante la reconstrucción del
asesinato del Arquitecto Principal, el más joven de los Tres Grandes Maestros
Masones en la construcción del Templo del Rey Salomón. Se dice que el
acontecimiento tuvo lugar cuando el "trabajo (en el Templo) estaba a punto
de finalizar", y como resultado se perdieron los "secretos del Maestro
Masón", ya que solo podían transmitirse cuando los tres Grandes Maestros
estuvieran presentes en y oficiando. El modo más sencillo y obvio de entender
la leyenda es como una advertencia de que siempre se debe ser fiel a las
obligaciones; y ésta es sin duda una interpretación válida. Pero cuando
nos reflejamos en la experiencia del Grado, la grandeza de la amplitud
de la ceremonia perece superar esa simple explicación e invitar a nuestra
atención a la descripción simbólica de la condición de aislamiento del
ser humano a la que alude la historia.
Está claro que el Arquitecto asesinado no es completamente
desconocido. La simbología de la escalera caracol ha presentado a estos
grandes maestros y ya ha asociado al Arquitecto principal con el primer
Vigilante/yo. Por estos medios podemos relacionar los principios que aparecen
en la leyenda con el ser humano individual heredero de los procesos de
la "caída". Si consideramos al ser humano como el "templo de Dios", entonces
en un sentido la construcción de ese templo esta por finalizarse cuando
el individuo va a nacer. La persona que está destinada a ocupar el joven
cuerpo tiene espíritu, alma y yo, y reside en el Edén (la residencia de
almas inocentes que todavía no se han encarnada) y el feliz contacto con
la divinidad hasta que llegue el momento de su nacimiento y su cuerpo
(su "abrigo de piel") esté preparado para recibirle. En este contexto,
la muerte del Arquitecto representa el acontecimiento en el momento del
nacimiento cuando el yo (el Primer Vigilante) se siente agobiado por el
impacto del confinamiento en su cuerpo físico y pierde la consciencia,
concretamente el contacto consciente con su alma y su espíritu y con la
divinidad. Esta "muerte" o restricción de la consciencia refleja en el
nivel individual la separación consciente de la deidad que la historia
de la "caída" describe para el ser humano. La leyenda masónica cuenta
que el Arquitecto es enterrado en una tumba de "tres pies hacia el Este
y tres pies hacia el Oeste" (limitada por la dimensión de la consciencia),
y tres pies entre el Norte y el Sur (limitada en la capacidad para la
acción y la restricción) y de cinco o más pies (la altura de un hombre)
de profundidad". Además la leyenda da a entender que el feliz estado edénico
que precedió a la encarnación sólo es posible cuando los Tres Oficiales
Principales - yo, alma, espíritu- están en buen estado; y en ese sentido
esta claro por que los "secretos del Maestro Masón" (la consciencia de
los "mundos superiores") se ha perdido.
Los párrafos anteriores consideran el primer aspecto
de la leyenda masónica, la del desastre primordial; y ofrecen una explicación
de cómo podemos llegar a ser en nuestra situación presente y aparentemente
aislada. La segunda perspectiva de la leyenda habla de reparar la situación,
y cuando examinamos esa segunda perspectiva se hace claro por qué la lectura
del Tercer Grado dice que "para un completo conocimiento de este Grado
basta poco alcance". Hay un segundo contexto en el que el ser humano puede
considerarse el Templo de Dios, y es reconociendo que la estructura psicológica
que hemos visto construir (o quizá explorar) al masón con tanto esmero
es ese "Templo". En este caso el Compañero maduro cuya condición hemos
descrito más arriba es el templo que esta a punto de acabarse; y la "muerte"
que se mencionaba en la leyenda es el proceso psicológico por el cual
se concluirá la construcción. Es un proceso de "muerte del yo", y no resulta
algo totalmente nuevo al candidato al Tercer Grado.
Cuando se inició como aprendiz, el candidato se consideraba
un ser físico, aunque ya entonces tuvo conocimiento de que "había algo
más". En el curso de su desarrollo habrá "muerto" esa idea y llegará a
considerarse fundamentalmente un ser psicológico, un alma y yo humanos,
que ocupan un cuerpo. La "muerte" a la que se enfrenta un candidato en
el Tercer Grado le obligará a reconocer que no es más un ser psicológico
que físico, sino más bien un ser espiritual
que tiene cuerpo y alma. "Reconocer" el mundo es importante. La mayoría
de las personas religiosas creen
que tienen una esencia espiritual. La "muerte" psicológica mencionada
en el Tercer Grado está relacionada con la experiencia de esa ciencia
espiritual. Puesto que requiere la muerte del yo del candidato (su esencia
psicológica), y puesto que su yo es el concepto de su existencia, esa
"muerte" puede ser un proceso muy doloroso y terrible.
Cuadro del Tercer Grado
El Cuadro del Tercer Grado puede interpretarse de dos maneras. Como
los otros Cuadros, muestra primero una pintura del individuo humano.
En este sentido indica que el concepto habitual de la vida humana
es como la muerte comparada con la capacidad del potencial humano.
En segundo lugar, la perspectiva del interior del templo sugiere
que muriendo al concepto del yo se puede conseguir ese potencial.
|
El ritual del Tercer Grado, tal como lo lleva a cabo la logia, describe
sencillamente el proceso de esta "muerte del yo" de una forma dramática;
y de este modo el ritual aporta una especie de introducción al tema. Este
acontecimiento solo puede darse en personal psicológicamente maduras.
Únicamente una persona que haya asumido la responsabilidad de su vida,
que haya experimentado el surgimiento del yo, que haya desarrollado su
propia voluntad y este preparada para rendirla ante la deidad, "tiene
derecho a demandar ese último y mayor juicio por el que sólo [él] puede
tener acceso a los secretos del Grado [de Maestro Masón]". Los términos
de esta cita son importantes. El ritual habla de un proceso psicológico;
será difícil (el juicio), el individuo debe iniciar el proceso por sí
mismo (tiene derecho a solicitarlo), y mientras tenga lugar este proceso
psicológico el desarrollo del individuo no cesará (es el único modo de
avanzar). El texto sagrado nos dice que la experiencia real se verifica
"con la ayuda de Dios", y nosotros asumimos que es cuando la deidad lo
desea. Cuando esto ocurre, llega, como hacen las iniciaciones masónicas,
en el contexto de "los deberes cotidianos del lugar que [uno] ocupa en
la vida". Podemos tratar de entenderlo considerando tal circunstancia
en términos generales. Los masones reconocerán la situación como algo
paralelo al ritual del Tercer Grado.
El individuo se encuentra a sí mismo en su vida corriente
en una situación de gran dificultad, pero para la que se ha preparado
y con la que debería ser capaz de enfrentarse. Cuando hace frente a la
situación, sus habilidades fallan una tras otra. Sus análisis de la situación,
aparentemente correctos, no aportan respuestas útiles; sus actos, perpetrados
sobre la larga experiencia, no producen ningún beneficio. No puede recurrir
a la ayuda exterior porque la situación psicológica le impide abrirse
a aquellos que podrían ayudarle. Cada vez que recurre a una de sus capacidades
cultivadas con tanta dedicación y esmero, ésta le traiciona. Un medio
de escapar de la situación se presenta ante él, pero lo rechaza por que
implica la violencia de alguno de los principios morales que se ha comprometido
a respetar. Pero él persevera. Las circunstancias externas empeoran, y
su situación continúa deteriorándose. Por fin se dirige al "Este", hacia
el lugar de su ser que, como le ha enseñado la experiencia, es la fuente
inagotable de ayuda en los momentos de desesperada necesidad.
Y le mata.
Sus restos son enterrados entre los escombros del templo
psicológico que con tanto cuidado había edificado.
Ya hemos visto porque se desarrolla este acontecimiento.
El individuo que se concibe a sí mismo como una simple "alma" y cree que
"hay algo más" está tan enredado en la ilusión de una existencia independiente
como lo estaba cuando se consideraba a sí mismo simplemente un cuerpo
físico. Los juicios que van a integrar las duras pruebas del individuo
son el resultado de sus propios trabajos masónicos, que le han llevado
a la situación en la que ya no puede funcionar sin esa ilusión; y es ese
concepto ilusorio de sí mismo, inadecuado para la clase de vida que debe
vivir, el que muere. De igual modo que el candidato en la ceremonia no
permanece demasiado tiempo en la tumba simbólica, tampoco dura mucho en
el período de desorientación en la experiencia real. El agente de la psique
que hemos llamado el Venerable Maestro sube a la consciencia para convertirse
en el principio rector primario dentro del cual el individuo, en su nuevo
estado, se tiene a sí mismo por un ser espiritual en posesión de un alma/
yo y un cuerpo. El individuo se eleva en su tumba de escombro psicológico
para encontrarse a sí mismo en la logia del Maestro Masón, en la puerta
de acceso hacia el sanctasanctórum del templo de su propio ser; y a través
de su velo puede vislumbrar la presencia de la divinidad. Tras este proceso
interior ha llegado el fin, la situación externa que provocó este acontecimiento
psicológico parece fácil de resolver o incluso parece poder resolverse
por sí misma, igual que los asesinos del arquitecto, que, en la leyenda,
comparecen ante una justicia rápida y segura. El proceso se resume claramente
en el Cuadro del Tercer Grado, que señala que el camino hacia este nuevo
estado interior pasa por la experiencia de la muerte del yo.
Considerando los grados previos, hemos comprendido
el trabajo que debe realizarse en cada nivel al examinar una de las Tres
Joyas Inmutable. La piedra bruta del aprendiz indicaba la responsabilidad
individual ante uno mismo. La piedra perfecta de la cámara central indicaba
que dentro del alma humana existía un criterio interno absoluto con el
que el miembro debía contrastar su propia moralidad. La Joya Inmutable
que se refiere al Maestro Masón es el Cuadro y, a diferencia de las otras
joyas, no está relacionada con una única piedra; más bien, como el cuadro
sobre el que están dispuestos los dibujos, trata de las relaciones entre
las piedras y la totalidad de la escultura superior a la que pertenecen.
Esto es como decir que los intereses del Maestro Masón son transpersonales
y holísticos.
Esta idea se transmite de otra manera. Los ornamentos
e la ideología del Maestro Masón son la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum
(donde se reúne la logia de los Maestros Masones), el pavimento cuadrado
de esa entrada y la pequeña ventana que la ilumina. Esta colección de
símbolos, y especialmente su proximidad al lugar del templo donde reside
la divinidad, indica que el Maestro Masón, en el sentido en que lo definimos,
es una persona consciente a un nivel psicológico relacionado con el mundo
del espíritu del mismo modo que nuestro ego habitual es consciente del
cuerpo y del mundo físico. Se sitúa en el pavimento cuadrado, que es el
mismo símbolo de la dualidad y la separación que vimos en el Primer Grado,
pero bajo la luz que procede de la ventana ve que los objetos aparentemente
independientes del mundo son sencillamente manifestaciones únicas de la
esencia divina tal y como ella misma se proyecta en la existencia. En
un sentido muy real, el Maestro Masón no es nada más (ni nada menos) que
un individuo cuya responsabilidad consiste en ser consciente de la unidad
esencial y en manifestar "los deberes cotidianos del lugar que ocupa
en la vida" en esa consciencia.
Existe otro modo de entender el nivel de la consciencia
que representa el Maestro Masón. Igual que el aprendiz tenia herramientas
para la acción, y el compañero herramientas para poner a prueba, así tiene
el Maestro Masón herramientas para el diseño y la creatividad: el lápiz,
el skirrett y el compás.
El lápiz es la herramienta activa. Del mismo modo que
cuando escribimos o dibujamos con un lápiz, los pensamientos que residen
en la psique "cambian los mundos" por así decirlo, en la punta del lápiz
y adquieren forma de palabras o diagramas - la representación de los pensamientos
en el mundo físico -, así el lápiz como herramienta activa del Tercer
Grado representa ese punto profundo de la consciencia donde el material
procede del espíritu entra por primera vez en la psique y toma forma en
la mente, un fenómeno que reconocemos como "creatividad" o incluso "revelación.
El skirrett es
una herramienta que se emplea en el terreno práctico para sujetar el lápiz
y limitar su movimiento; y ese es exactamente el papel de la función psicológica
que representa: esta función podría llamarse "entendimiento", una definición
que quizá podría depurarse para transmitir la idea de las leyes, tradiciones
y principios fundamentales que logramos comprender tras un estudio exhaustivo,
paciente y cuidadoso y que pueden delimitar y guiar el entusiasmo de la
"creatividad". Como todas nuestras funciones psicológicas, estas dos necesitan
mantenerse en un equilibrio consciente.
La herramienta de la consciencia que realiza esta tarea
es el compás. Conocido hoy como la bigotera, es un instrumento de proporción,
cualidad precisa que se requiere para mantener la tradición y la revelación,
principio de creatividad, en equilibrio.
Para conocer una última idea de las responsabilidades
que recaen sobre el Maestro Masón diremos que sus aspiraciones no se dirigen
hacia el Este -su orientación ha cambiado, como indicaban los puntos cardinales
del compás del Cuadro del Tercer Grado -. El Maestro Masón mira hacia
el Oeste, desde donde ha venido con la actitud de la tercera de las virtudes
teologales, la claridad, que representa el estado anónimo apropiado de
los pocos que, de hecho, alcanzan ese Grado. En el Cuadro del Primer
Grado, la caridad se sitúa en el peldaño más alto de la escalera de Jacob,
principalmente en la parte del Cuadro que representa la psique, pero con
la cabeza en la zona que representa el espíritu e iluminada por la gloria
de la divinidad. La Caridad amamanta a un niño, que simboliza la responsabilidad
del Maestro Masón de educar a todo lo que le siga.
Esta ideas nos dan una idea de que el Maestro Masón,
una persona que puede considerarse madura en el contexto de la psicología
en proceso de desarrollo que hemos derivado de los símbolos de la orden
de la francmasonería. El Maestro Masón se encuentra a la luz del espíritu,
con los pies en el terreno del mundo de lo cotidiano, y reconoce, de hecho,
la manifestación única e integrada de la voluntad divina en todos los
mundos. El desarrollo de estos individuos es el objetivo de la orden.
Encontrar nuestro lugar en esa manifestación única e integrada es una
experiencia enriquecedora, satisfactoria y profundamente gratificante.
Es como llegar a casa.
A todos los
masones pobres y afligidos, en cualquier lugar de la tierra y el mar en
que se encuentren, con el deseo de que todos sus sufrimientos se alivien
pronto y que regresen sanos y salvos a sus países de origen; ellos también
lo desearían.
El saludo de el Guardián.
FIN
El Quinto Hombre
|
|