Revista Digital de El Quinto Hombre
CONTAMINACION DEL MEDIO AMBIENTE
Por G. Zanz Bueno- España
Resulta irónico que sea justamente la más perfecta criatura de la creación
la causa de esta amenaza, aunque tal persecución implique su propia muerte.
Los hombres estamos contaminando la atmósfera, hasta grados insospechados,
con las emanaciones de nuestras industrias y nuestros vehículos.
En estudios realizados recientemente
en la atmósfera, se ha podido comprobar que en las capas altas se está
formando una nube indestructible de residuos gaseosos expulsados por los
tubos de escape de los vehículos, las chimeneas de las fábricas y sobre
todo, las toberas de los modernos reactores. Todo dificulta el paso de
los rayos solares a nuestra atmósfera, de tal manera que aún en los lugares
alejados del tráfico y la industria, como en la isla de Manua Loa, en
los mares del sur, se ha podido comprobar que llega a la Tierra de un
20 a un 30 por ciento menos de radiación solar.
Como la vida es energía solar
transformada, si no llega la luz del gran astro resulta imposible cualquier
tipo de manifestación vital, empezando por la de las plantas, que son
los primeros eslabones en la cadena de la transformación de la energía.
Naturalmente, resulta imposible convencer al hombre de que deje de viajar
en automóvil, que contamina la atmósfera, o que abandone las ventajas
de los aviones, que forman nubes indestructibles. Nos tenemos que conformar
con fomentar y apoyar la investigación sobre otros tipos de motores o
la búsqueda de combustibles que produzcan una menor toxicidad.
Pero no solamente envenenamos
el aire que respiramos. Contaminamos también las aguas marinas, fluviales
y lacustres, con todo tipo de residuos. Los ríos y los lagos que no hace
mucho atesoraban una gran riqueza animal, hoy son grandes vertederos donde
las sustancias químicas de los desechos de las fábricas no permiten la
existencia de ni siquiera seres unicelulares.
Hasta el gran cuenco de mar
se envenena, disminuyendo con ello la población piscícola, que en otro
tiempo alcanzaba medidas incalculables. La contaminación de los mares
se produce de una parte de los alcantarillados de las poblaciones costeras,
que en muchas ocasiones vierten directamente al mar y, por otro lado,
debida al vertido de hidrocarburos por los petroleros del pleno cuenco
marítimo.
Se ha calculado que el uno
por ciento de el tonelaje transportado se arroja al mar, como producto
de limpieza de los tanque de los petroleros, y a esta cifra hay que añadirle
las fugas, perdidas y restos de la limpieza de los tanques de los petroleros.
Curso de agua contaminada
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Si se tiene en cuenta que
una tonelada de petróleo recubre unos doce kilómetros cuadrados, las cinco
toneladas que se vierten anualmente cubren una superficie de 50 o 60 millones
de kilómetros cuadrados. En cinco o seis años toda la superficie del mar
estaría cubierta si no fuera por algunos microorganismos vegetales capaces
de degradar los hidrocarburos y transformarlos en proteínas.
Pero hay multitud de especies
marítimas que son afectadas por esta contaminación: en 1967 la catástrofe
del Torrey Canyon frente a las costas de Cornualles produjo un exterminio
casi total de la reserva ornitológica de las siete islas del norte de
Bretaña, debido a que las plumas se impregnaban de petróleo y éste impidió
que se formara la película aislante entre las misma, por lo que las aves
al entrar al agua se morían de frío.
Cementerio de automotores
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Otro gran peligro que acosa
al mar ha surgido con la eliminación de residuos de centrales atómicas
y también con algunos productos tóxicos o peligrosos que se han lanzado
a las profundidades oceánicas en envases adecuados para su lenta destrucción.
Es necesario proteger al mar de tales agresiones, sobre todo al considerar
que es una gran despensa para el futuro de la humanidad. Las aguas de
los ríos y los lagos se encuentran también en gran estado de contaminación,
debido a los residuos industriales y a los vertidos por las grandes ciudades
y que muchas veces no son debidamente depurados.
El DDT y sus derivados, tan
empleados para combatir plagas en la agricultura, destruyen multitud de
especies, debido a su poder acumulativo. Se van almacenando y al aumentar
implacablemente su concentración pueden alcanzar niveles perjudiciales
para el hombre.
Los detergentes sintéticos
también contribuyen a la contaminación de las aguas, aunque este problema,
excepto en algunos casos, no sea tan importante como los tipos citados
anteriormente. Pero la producción de espumas en aguas superficiales producen
variaciones que empeoran su calidad y las inutilizan a veces para usos
posteriores. Este problema se ha resuelto en parte con la creación de
detergentes biodegradables que se pueden eliminar en las estaciones depuradoras.
El empleo masivo de abonos
y fertilizantes ha creado graves problemas en algunas regiones; ya que
al desaguar los ríos, se produce en los lagos un gran aumento de flora
lacustre, llegando a "ahogar" los lagos y por lo tanto se destruye la
riqueza piscícola de los mismos.
Seguramente aún estamos a
tiempo de remediar, en parte, este mal futuro de la civilización y del
progreso. Ya hemos dicho que va a ser difícil que dejemos de emplear plásticos,
detergentes o aviones que contaminan y degradan las aguas y el aire, pero
a este ritmo, acelerado por el aumento de la población humana, muy pronto
se verá en peligro la existencia de especies y no digamos las tantas
especies de animales ahora ya en peligro de extinción.
Es preciso poner en marcha
una conciencia nueva, inculcar en la conducta de las futuras generaciones
el respeto a la vida y el conocimiento profundo de que forman parte de
una comunidad fuerte, pero vulnerable, y entre tanto esperemos que los
hombres de ciencia descubran fuentes de energía que no dejen restos indestructibles
ni contaminen el medio ambiente, degradando nuestro planeta; por que si
no ponemos freno a nuestra cadena de destrucción, llegaremos a una situación
irreversible para las plantas, los animales y los propios seres humanos.
El Quinto Hombre
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