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Revista Digital de El Quinto Hombre
LOS OVNIS Y LAS DIMENSIONES SUPERIORES DEL ESPACIO
César Reyes -Argentina
Según los científicos que estudian física de las partículas, para 2005
se habrá descubierto una nueva dimensión. ¿Posibilitará esto una explicación
con mayor sustento acerca de la procedencia del fenómeno OVNI?
Popularmente, hoy por hoy la hipótesis extraterrestre
es sin duda la más aceptada a la hora de explicar la procedencia de los
Objetos Voladores No Identificados. Incluso aunque ésta deba enfrentar
la oposición de quienes consideran inverosímil el desplazamiento de naves
estelares a través de las enormes distancias espaciales. Sin embargo,
el hecho de que tales objetos hayan aparecido muchas veces repentinamente
(como salidos de la nada) y que del mismo modo se hayan desvanecido
en el aire, cambiando en ocasiones su conformación, ante la vista de sorprendidos
testigos, ha sugerido a los investigadores la posibilidad de que tales
características fantasmagóricas se encuentren vinculadas a la existencia
de mundos paralelos.
¿Existen otras dimensiones?
Palabras como "otras dimensiones" y "universos paralelos"
son actualmente muy comunes en la ciencia ficción. Tanto que de hecho
muchas personas piensan que todo se trata sólo de una idea fantástica
nacida de la imaginación de algunos escritores. Sin embargo, lo cierto
es que más o menos unos dos mil años antes de que al Señor Spock le crecieran
las orejas en punta, los griegos ya se habían interesado en los problemas
de la dimensionalidad, valorando su importancia para la geometría en lo
que se refiere, por ejemplo, a las propiedades de los polígonos regulares
(cuadrados, pentágonos, etc.), cuyo número resulta ser ilimitado (los
hay de cualquier cantidad de lados) a diferencia de los poliedros regulares
que son solamente cinco. Del mismo modo que ni Buck Rogers o Flash Gordon
tuvieron nada que ver en el asunto cuando, ya en 1747, Immanuel Kant,
el gran filósofo alemán del siglo XVIII, escribió: "Si es posible
que existan extensiones con otras dimensiones, también es muy probable
que Dios las haya traído a la existencia en alguna parte; porque sus obras
tienen toda la magnitud y variedad de que son capaces. Tales espacios
superiores no pertenecerían, sin embargo, a nuestro mundo, sino que deben
formar mundos separados."
Pero por supuesto, el hecho de que la curiosidad acerca de las dimensiones
superiores del espacio esté ligada a los albores de la ciencia, y aunque
en el presente sea éste un tema de riguroso estudio para la nueva física,
no modifica demasiado la especie para aquellos a los que se les hace cuesta
arriba las abstracciones. En definitiva, la dificultad para aceptar la
noción de otras dimensiones no viene, como suponen algunos, de la aconsejable
aplicación del sentido común sino más bien de una simple falla de la intuición
que, en rigor, se debe a una falta de educación apropiada. Y la razón
es muy sencilla: todos nosotros vivimos confinados en un espacio euclidiano
de tres dimensiones, unido por la fecha del tiempo, y, en consecuencia,
se nos hace muy difícil comprender que algo real pueda existir más allá
de tales límites. Por lo tanto, el sólo intento de visualizar mentalmente
otro mundo, uno trascendente y ajeno a nuestras percepciones sensoriales,
que escapa de lo que a diario vemos, oímos, olemos, gustamos o tocamos,
se transforma muy pronto, para muchos, en un ejercicio exasperante; algo
sin ton ni son. Desde luego, este tipo de razonamiento "antrópico"
desconoce, básicamente, que buena parte del mundo que nos rodea está hecho
de cosas que no vemos; a tal punto que la fascinación que despierta la
física moderna reside, precisamente, en la explicación de ese universo
desconocido.
¿Cómo imaginar otras dimensiones?
Para darnos una idea de cómo serían las cosas si acaso nos topáramos
con un visitante recién llegado de, digamos, una cuarta dimensión espacial,
la mayoría de los divulgadores científicos recurre frecuentemente a la
analogía, haciéndonos imaginar un extraño universo bidimensional al que
denominan Flatland o Planilandia, donde todo tiene anchura y longitud
pero carece de altura.
Naturalmente, para los habitantes de Planilandia la existencia
en un mundo de dos dimensiones espaciales no tiene nada de extraordinario.
De hecho, ni siquiera piensan que pueda haber algo diferente. Todos absolutamente
planos como son, algunos con forma de cuadrado, y otros de rectángulo
o triángulo, se consideran a sí mismos individuos perfectamente normales.
Y en consecuencia, viven sus vidas planas ocupándose de sus cosas planas,
yendo y viniendo hacia atrás y adelante o tal vez de derecha a izquierda,
sin la menor comprensión del "arriba" y el "abajo".
Pero un buen día algo muy raro sucede: un ser tridimensional -
supondremos por caso que se trata de uno con forma de esfera - llega
de pronto a Planilandia desde arriba, y se queda un rato suspendido en
el aire mirándolo todo con curiosa atención. Desde su amplia perspectiva
(desde arriba) el visitante tridimensional se sorprende al comprobar
que puede ver el interior de las casas y también el de las personas. En
cambio, al principio, nadie allí se da cuenta de su presencia, porque,
por supuesto, en el mundo bidimensional de Flatland ningún acontecimiento
tiene lugar si no ocurre sobre su superficie plana. Así las cosas, ya
cansada de sentirse ignorada, la esfera decide descender para, de una
vez por todas, intercambiar los saludos interdimensionales de rigor. Pero,
desafortunadamente para la esfera, un ser tridimensional sólo puede existir
parcialmente en la bidimensional Planilandia, de modo que su gesto sociable
acaba ocasionando un tremendo alboroto.
¿Por qué?. Para entenderlo, imaginemos lo que verían los planilandeses
a medida que la esfera, de la cual sólo podrían percibir - por secciones
- los puntos de contacto de ésta con la superficie plana, atravesara poco
a poco su mundo. Por ejemplo, una esfera aparecería primero como un punto;
luego, como rodajas cada vez más grandes, se ampliaría a un círculo que
alcanzaría su diámetro máximo y, finalmente, volvería a encogerse hasta
convertirse de nuevo en un punto y desaparecer definitivamente; es decir,
algo así como una forma extraña y cambiante surgida de la nada.
Ahora bien, siguiendo el mismo razonamiento por analogía, podemos
suponer lícitamente que un visitante de una dimensión espacial superior
se revelaría ante nosotros - confinados en un espacio tridimensional
y alegremente convencidos de que eso es todo lo que existe - de igual
manera que la esfera en Planilandia. Cosa que, como ya habrá advertido
el lector familiarizado con la casuística OVNI, encaja a la medida con
el gran número de observaciones registradas de objetos voladores que de
repente aparecen y desaparecen y cambian de forma y de tamaño... aquí,
allá, y en todas partes... En tal sentido bastará recordar a guisa de
ejemplo lo acaecido el 25 de octubre de 1963 cuando, a las 18:45 hs.
, los pilotos de un avión que volaba a unos dos mil metros de altitud,
siguiendo la ruta desde Saint Louis a Mitchell (USA), vieron aparecer
de pronto y por arriba de ellos un desusado objeto masivo, de aspecto
sólido, que iba acompañado por otro semejante pero más pequeño. Sorprendidos
e intrigados desde luego, los pilotos no habían dudado en virar para echar
de cerca un vistazo a la rareza, pero entonces algo todavía más extraño
sucedió: el objeto más grande fue haciéndose cada vez más pequeño, mientras
que el de menor tamaño, en cambio, comenzó a agrandarse. Y hecho esto,
ambos se alejaron rápidamente del avión que se les aproximaba. Luego,
el objeto mayor - solo ahora, según vieron los testigos - se desintegró
en algo así como una veintena de pequeños fragmentos que al instante siguiente
desaparecieron sin dejar rastro, a excepción de uno que de acuerdo a las
descripciones de los pilotos se parecía a un "aeroplano visto desde atrás".
Y minutos después, a las 19:00 hs. , la masa mayor apareció de nuevo,
y otra vez se hizo visible también el objeto pequeño que una vez más comenzó
a aumentar de tamaño mientras el otro encogía... como si se tratara de
la repetición de una graciosa película de enredos... , una del tipo que
de seguro Alicia y sus amigos disfrutarían mucho, riendo y comiendo palomitas
de maíz un sábado por la tarde en algún cine del País de las Maravillas.
Físicos estadounidenses buscan una nueva dimensión espacial.
¿Vivimos de algún modo en nuestra propia Planilandia?.
¿Es la espesa niebla del antropocentrismo lo que reduce nuestra
visión del mundo a más o menos la misma restringida perspectiva de aquellos
seres bidimensionales incapaces de reconocer como tal a una simple esfera
amigable?
¿Puede alguien acaso afirmar que el extraño fenómeno avistado por
los pilotos nada tiene que ver con una posible extra-dimensión de la que
hasta ahora nada se sabe?
En definitiva, ¿hay suficiente lugar en el Universo para un País
de las Maravillas?
Un cable de la agencia EFE, fechado en Boston, nos lo pone en claro.
Leemos: "Los científicos que estudian física de las partículas creen que
para 2005 habrán descubierto la existencia de una nueva dimensión y, aunque
todavía no saben su forma, intuyen que tiene que combinar la gravedad
y el electromagnetismo.(...) María Spiropulu, una especialista en Física
de Alta Energía, busca en el Laboratorio Enrico Fermi de Chicago (Fermilab)
lo que denomina una "extra-dimensión", un ámbito distinto al del tiempo
y del espacio tridimensional en el que habitualmente nos movemos. La investigadora
ha explicado en la reunión que celebra en Boston la Asociación Estadounidense
para el Avance de las Ciencias, AAAS, que si se encuentra esa nueva dimensión,
"el modo en que pensamos sobre las cosas puede cambiar completamente".(...)
En cierto sentido, reconoce María Spiropulu, ocurre como en "Alicia en
el País de las Maravillas", donde hay universos paralelos que no pueden
percibirse a simple vista."
"Efecto EM"
Por supuesto, pretender sostener como hipótesis preliminar que los
Objetos Voladores No Identificados podrían estar relacionados con la
existencia de dimensiones superiores del espacio basándonos únicamente
en sus notorios cambios de forma y tamaño, o bien en sus repentinas apariciones
y desapariciones al igual que conejos en la galera de un mago, podría
sonar- aunque los testimonios al respecto se cuenten de a miles - muy
parecido a un juicio temerario. De modo que, llegados a este punto, será
oportuno aclarar que los razonamientos analógicos - como los empleados
aquí - son del tipo inductivo, es decir que no pretenden demostrar la
verdad de sus conclusiones, ni ofrecen una evidencia total de las mismas
como una derivación necesaria de sus premisas, sino solamente sostienen
la probabilidad de que éstas sean verdaderas. Así, a diferencia de lo
que acontece con los razonamientos deductivos, los inductivos no son válidos
o inválidos (en los razonamientos deductivos, se usa el término técnico
"válido" cuando las premisas y la conclusión se relacionan de tal manera
que resulta imposible que las premisas sean verdaderas sin que la conclusión
lo sea también) pero, desde luego, los hay mejores o peores conforme sea
el grado de probabilidad que las premisas les otorguen a las conclusiones.
Esto, sencillamente, tiene que ver con que algunos razonamientos tienen
mayor verosimilitud que otros, y son por tal motivo más convincentes.
Claro está que para ello deben seguirse algunos criterios de apreciación;
como por ejemplo, el número de entidades entre las cuales se establecen
las analogías. En consecuencia, nos ocuparemos a continuación de otras
particularidades no menos llamativas y que también podrían vincular la
naturaleza del fenómeno OVNI con la eventual existencia de otras dimensiones
espaciales.
Pero primero nos referiremos sucintamente a la idea que dio origen
a la investigación que, como antes señalábamos, se está llevando a cabo
en el Laboratorio Enrico Fermi en procura de hallar una extra-dimensión.
En rigor, todo comenzó en 1915, cuando Albert Einstein publicó su magnífica
Teoría General de la Relatividad con la cual revolucionó la física haciendo
a un lado a Newton y su mecánica al sustituir el concepto de que la gravedad
era una fuerza por la arrolladora idea de que en realidad se trataba de
un campo de distorsión geométrica ( es decir, ninguna fuerza de atracción
sino pura curvatura espacial ). Y desde luego, tan enorme cambio no tardó
en poner también bajo la lupa a la única de las otras fuerzas de la naturaleza
bien identificada por aquella época: el electromagnetismo. Lo cual no
obedecía a una motivación meramente antojadiza ya que tiempo antes, alrededor
de 1850, James Clerk Maxwell había logrado en un sistema de ecuaciones
unificar electricidad y magnetismo en un solo campo, el campo electromagnético,
demostrando así que dos fuerzas aparentemente distintas, y como tales
descritas hasta entonces separadamente, eran en realidad dos facetas de
una misma fuerza, lo que introdujo ni más ni menos que la primera teoría
de campo unificado, que significó a su vez el primer paso fundamental
hacia la búsqueda - que todavía hoy continúa - de la gran teoría unificada
de la naturaleza que permita, en definitiva, amalgamar las cuatro fuerzas
actualmente conocidas en una común: la superfuerza.
De modo que, conscientes del enorme impacto social que la radio y
la electrónica habían provocado como directos derivados del nuevo concepto
de campo electromagnético, los físicos, con Einstein a la cabeza, comenzaron
la búsqueda de una teoría unificadora de los campos electromagnético y
gravitatorio con la mira puesta en las bondades que un descubrimiento
tal podría traer al mundo. Sin embargo, el problema a resolver no era
sencillo en absoluto; y cada intento se convertía en un nuevo fracaso.
Hasta que por fin, en 1921, un ignoto físico polaco, Theodor Kaluza, publicó
un audaz enfoque - que es hoy la base conceptual de la investigación sobre
la existencia de dimensiones superiores del espacio - acerca del cual
el prestigioso catedrático y escritor científico Paul Davies (Superfuerza)
señala: "Su labor es un ejemplo clásico de imaginación creativa e intuición
física. Kaluza comprendió que era imposible que la teoría electromagnética
de Maxwell pudiera convertirse en geométrica, tal como entendemos normalmente
la palabra, ni siquiera aceptando las curvaturas espaciales. Su solución
fue brillantemente simple. Amplió la geometría lo suficiente para acomodar
la teoría de Maxwell. Lo hizo de un modo que es a la vez extraño y persuasivo.
Kaluza mostró que el electromagnestismo es en realidad una forma de gravedad,
pero no la gravedad de la física familiar. Es la gravedad de una dimensión
invisible del espacio. Es decir que, como bien nos lo explica Davies a
continuación: "Los físicos ya estaban acostumbrados a considerar el tiempo
como la cuarta dimensión. La teoría de la relatividad revela que espacio
y tiempo no son en sí mismos cualidades físicamente universales. Al contrario,
deben ser unificados en una sola estructura tetradimensional, llamada
espacio-tiempo. Kaluza fue más lejos y postuló que existe aun otra dimensión,
una dimensión adicional del espacio; hay así cuatro dimensiones espaciales
y cinco dimensiones en total. Pero entonces Kaluza demostró que ocurre
una especie de milagro matemático: el campo gravitatorio de este universo
pentadimensional se comporta exactamente como la gravedad normal más el
campo electromagnético de Maxwell, al ser contemplado desde la restringida
perspectiva de las cuatro dimensiones. Lo que decía Kaluza con su atrevida
conjetura era que si ampliamos nuestra visión del Universo a cinco dimensiones,
entonces no hay más que un solo campo de fuerza, la gravedad. Lo que llamamos
electromagnetismo es tan sólo esta parte del campo gravitatorio que opera
en la quinta dimensión, la nueva dimensión espacial que no habíamos reconocido."
Ahora bien, innumerables testimonios recogidos en todo el mundo
vinculan la presencia de OVNIS con casos de inexplicables interferencias
en las comunicaciones radiales, o con extrañas perturbaciones en los instrumentos
de navegación de buques y aviones - cuyos compases se comportaron como
si hubiesen perdido su imantación -, o bien con la paralización de automóviles
o con enormes apagones que dejaron a oscuras a ciudades enteras. Lo cual,
sumado al sonido de perturbadores zumbidos y, también, a ciertos efectos
físicos en las personas - traducidos en diversos cambios sensorios y motrices,
como cosquilleos, parálisis e incluso pérdida del sentido -, pone en evidencia
una relación causal directa entre OVNIS y electromagnetismo , que los
investigadores del fenómeno coinciden en llamar efecto EM (electromagnético).
En consecuencia, ¿no cabría preguntarse acerca de la posibilidad
de que tal correlación entre alteraciones electromagnéticas y apariciones
de OVNIS sea de hecho una resultante de la influencia del campo gravitatorio
de otra dimensión espacial, en un todo de acuerdo con la teoría de Kaluza
antes mencionada? Es decir, supongamos, groseramente, que alguien entra
en casa de golpe dejando tras de sí abierta por completo la puerta de
calle. ¿Nos sorprendería acaso que se produjera entonces una corriente
de aire?
El autor agradece el permiso concedido para reproducir material de
ilustración al Dr. David Harrison, Profesor adjunto del Departamento de
Física de la Universidad de Toronto (Canadá), por la imagen animada de
Flatland/Planilandia; y asimismo a la Fundación La Semilla (Madrid, España)
por el montaje animado de Alicia.
El Quinto Hombre
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