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Revista Digital de El Quinto Hombre
UN
CONTACTO CON ELEMENTALES
Por C.A.E.F.A.
Muchas veces escuchamos
que ciertos niños juegan con "amiguitos invisibles" o ellos
mismos dicen jugar con ciertos personajes, que los adultos toman muy a
la ligera, como formando parte de la imaginación frondosa de la etapa
infantil. Si bien en alguna medida, en esa etapa, la imaginación es más
profunda y en el juego se sumergen en personajes inventivos como parte
del proceso interactivo con el mundo real.
Pero no siempre ocurre que
los niños dialogan o juegan con esta alternativa, ya que existe un mundo
fantástico, un mundo paralelo que cohabita con el nuestro, que la literatura
ha dado tanto que escribir. Todos estos autores lo conocían muy bien,
eran esotéricos, ejemplos como: Alicia en el país de las maravillas, Gulliver
o Peter Pan, por citar sólo algunas historias, que todos hemos leído y
fantaseado con estar allí sólo alguna vez.
Este Mundo Paralelo en el
cual viven los Elementales, especie de Guardianes o Custodios de los cuatro
elementos que dominan la Tierra: en el agua, las Ondinas, en el fuego,
la Salamandras, en el aire, los Silfos y por la tierra, los gnomos. Hay
una ciencia que los estudia y se llama la Elfología y que los antiguos
la dominaban muy bien y que además tenían contacto con ellos.
María del Carmen Balbuena
sabe perfectamente que este mundo existe, recuerda que a los seis años
toma contacto con los gnomos. Era de noche, se encontraba recostada en
su cama, en la habitación de al lado estaba su familia, del costado de
la cortina de la pared, surge una luz, a continuación siente un ruído
en su cabeza, un zumbido y ahí aparecen unos enanitos, como ella los define.
De la luz salen muchos colores y ellos vienen caminando, se acercan por
el lado derecho de su cama.
María del Carmen no puede
moverse, solamente sus ojos y la luz se apaga detrás de ellos, son cinco
en total.
Están vestidos con pantaloncitos,
chalecos y tiradores con colores fuertes, con gorros en que la base termina
en punta. Hay una mujer que tiene pollera verde, tiradores y trenza, es
gordita.
El que parece ser el jefe
la toma de la mano y la lleva hacia el lugar en donde salieron, se abre
una especie de puerta invisible, vuelven a salir las luces multicolores
y penetra por esa puerta. La luz se intensifica, mucha luz, es de día,
hay flores, plantas, hongos grandes, tierra, césped, todo verde. Todo
es más liviano, es distinto, es otro aire que no hace mal, hay hongos
rojos y blancos y cuenta María del Carmen, que le regalaron un don y le
dicen que va a ser feliz, que van siempre donde hay niños que se encuentran
solos. Y juegan, se agarran de las manos, se divierte mucho. Confiesa
que quería quedarse en ese lugar pero ellos le dicen que debe volver,
que regresarán a jugar en muchas oportunidades pero que no puede quedarse
allí con ellos, ya que su familia la necesita.
La última vez que los vio
fue a los ocho años; luego los olvidó durante muchos años, hasta que un
día cualquiera se sentía sola en su casa, se recuesta y de golpe piensa
en ellos. Siente un zumbido silencioso en su cabeza, pero lo interrumpe
abruptamente ya que teme, por primera vez temió irse y no poder volver,
esta vez no quería irse a jugar con ellos. El motivo era su hija, temía
perderla si se iba.
Al rememorarlo le invade una
profunda emoción ya que se da cuenta, ahora concientemente, del valor
de su hija en su vida. Y ya no quiere hablar más, hay mucho más pero no
desea ampliar para no traicionarlos a ellos, guarda ese secreto como un
tesoro y que tal vez sea ese don que ellos le regalaron.
Y para que no desaparezca
esta vivencia, en la puerta de su casa ha plantado un pino y honguitos,
parecidos a los que vio en ese lugar, en el Mundo del Nunca Jamás.
El Quinto Hombre
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