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Revista Digital de El Quinto Hombre
STONEHENGE:
UN GRAN ENIGMA
Por Felix Llaugé Rausá (España)
En el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra,
en la región caliza existente entre Amesbury y Warminster, no muy lejos
del río Avon, se encuentra Stonehenge (Stone = piedra; Henge = monumento
con borde circular), el monumento megalítico más extraordinario y enigmático
del mundo. Desde la antigüedad, Stonehenge ha despertado la atención y
la admiración de los visitantes por su extraña y sorprendente arquitectura.
No hay actualmente nada en el mundo que de manera alguna pueda compararse
con este misterioso santuario, construido no con argamasa y piedra, sino
simplemente con grandes bloques rectangulares de piedras.
Se ha querido ver este monumento
como la obra de un pueblo de los tiempos históricos, más bárbaro quizá
que sus vecinos, pero hay que reconocer que la cuidadosa conformación
y perfecto acabado de los grandes monolitos, el uso de piedras colocadas
horizontalmente para la formación de los dinteles, y sobre todo la coherencia
y armonía del conjunto como obra de arquitectura, ponen a Stonehenge muy
pronto por encima de las construcciones ordinarias megalíticas prehistóricas
de Europa Occidental. Por ello no debe sorprender el interés de las gentes
y la fama de Stonehenge. Durante centenares de años, científicos e investigadores
han rivalizado por encontrar el origen y significado de este monumento,
pero, a pesar de tantas cábalas e hipótesis, lo cierto es que el misterio
del significado de las ruinas de Stonehenge sigue en pie.
Características principales
En primer lugar, no debe extrañar que el monumento
haya sido precisamente erigido en la llanura de Wilshire, pues, como hacen
notar frecuentemente los geógrafos, esta región es la más elevada de las
planicies del sur de Inglaterra que la rodean. Y fue en esta alta planicie
en donde se levantaron los mayores campamentos prehistóricos. Por entonces
las tierras bajas de Gran Bretaña eran del todo inhabitables, principalmente
a causa de los espesos bosques de robles que las cubrían. Por este motivo,
los primitivos agricultores buscaban para el cultivo los altos collados
de tierras arcillosas y calcáreas, en donde el blando suelo de escaso
grosor podía fácilmente ser trabajado, parcelando el terreno en pequeños
prados para cultivar el trigo y otros granos.
Stonehenge está constituido
por grandes bloques rectangulares de piedra ordenados en círculo,
formando dinteles. Lo hallamos situado en el centro de un terreno rodeado
por una zanja bastante profunda. La tierra sacada de esta excavación forma
un ligero terraplén hacia el interior del círculo, interrumpido
por una entrada bastante ancha en su lado Nordeste.
A continuación de la zanja
circular, hacia el interior del círculo de tierra, hay 50 hoyos
circulares formando una circunferencia o anillo en torno al monumento.
La mitad de estos hoyos o fosas, llamados de Aubrey desde el siglo XVII,
en honor a su descubridor, han sido excavados y marcados con cal, destacándose
alrededor de Stonehenge como enorme collar de grandes perlas blancas.
Estos hoyos parecen ser túmulos de enterramientos, sin urnas ni objetos
funerarios, pero con señales de cremación, como si se hubiesen utilizado
para determinados sacrificios o ceremonias en honor de ignorados dioses.
En el interior de este círculo
de hoyos se encuentra enclavado el conjunto arquitectónico de monolitos
de Stonehenge, que consta de dos partes: un círculo exterior de
diámetro y una construcción interior en forma de herradura.
Al principio, cuando el monumento
no había sido deteriorado por el paso del tiempo y por los continuos saqueos
de los habitantes de la zona, que acudían a ese santuario para llevarse
las piedras, el círculo estaba formado por 30 columnas unidas por
un dintel continuo de bloques cortos, los cuales montaban encima de las
columnas o monolitos de tal manera que cada uno se apoyaba en dos columnas
consecutivas. Todas estas columnas o menhires son de sersen, una clase
de piedra arenisca que se encuentra en los Marlborough Downs, a unos 30
Km. al norte de Stonehenge, y cada uno pesa alrededor de 25 toneladas.
Los bloques colocados en cima, formando el dintel, también son de sersen
y pesan alrededor de 7 toneladas cada uno.
La construcción interior,
en forma de herradura, es un conjunto de cinco trilitos. Cada uno de ellos
consiste en dos menhires de unas 45 toneladas, coronados por un enorme
bloque que forma el dintel. Todos ellos también son de sersen.
Como puede comprenderse, este
peristilo de monolitos y la herradura interior causan admiración no solo
por su grandeza sino por la precisión y finura del trabajo que ejecutaron
sus misteriosos constructores. Producen también grata impresión a la vista
por su coloración gris y la erosión producida por la acción del agua y
el viento en el transcurso de los siglos.
Las enigmáticas piedras azules.
El conjunto formado por el circulo exterior de la herradura
anterior que hemos descrito, está repetido a una escala mucho más pequeña
con piedras azules, las cuales quedan muy pocas hoy día. Esas piedras,
o bloques, son bastante menores que las de sersen y no tienen la finura
de trabajo de las mismas.
Lo que llama la atención de
estas piedras azules es que son rocas (principalmente doleritas y riolitas
volcánicas) que solamente se encuentran en cantidad en los montes de Presely,
en el extremo oeste del País de Gales. Esto da idea del esfuerzo físico
y de las dificultades que tuvieron que vencer los constructores de Stonehenge
para trasladarlas hasta Wiltshire. Al mismo tiempo que es una muestra
de la importancia y veneración que debían sentir aquellos hombres prehistóricos
por esas piedras azules, cuyo significado ha escapado a los estudios más
profundos de los sabios de todos los tiempos.
Por su parte, los grandes
bloques de piedra sersen, también reflejan el colosal trabajo y esfuerzos
que debieron desplegar sus constructores, tanto para elevarlas como para
pulirlas y recortarlas, pues era una época en la que el hombre solo contaba
con la fuerza de sus manos y su joven astucia para realizar tan colosales
construcciones. No debe sorprender que, a la vista de Stonehenge, alguien
haya exclamado: "esto es de otro mundo".
¿Quién construyó Stonehenge?
Es indiscutible que, inmediatamente después de la conquista
de Inglaterra por los normandos, Stonehenge era ya conocido y venerado
como una de las maravillas de Gran Bretaña. El famoso historiador del
siglo XII, Geoffrey de Monmouth, obispo de San Asaph, indicó que las famosas
piedras habían sido llevadas a la llanuras de Wiltshire desde Irlanda,
por el mago Merlín, en esos días de Ambrosio, tío del rey Arturo. Posteriormente,
según el historiador, los círculos de menhires sirvieron de lugar de enterramiento
para Ambrosio y su hermano Pendragón, padre del Rey Arturo.
Esta leyenda fue desvaneciéndose en con el paso del
tiempo para, en el siglo XIII, quedar completamente desacreditada. Pero,
en cambio, cosa increíble, se atribuyó a los druidas, sacerdotes celtas,
la fundación del singular monumento, que debían utilizarlo para rendir
culto al Sol y señalar las estaciones. Más tarde se atribuyó a los romanos,
a los fenicios, a los daneses.
Hoy día, gracias al análisis con el carbono C-14 se
ha podido precisar que este monumento tiene una antigüedad de cerca de
1845 años antes de J. C., por lo que esas leyendas y teorías han tenido
que desaparecer, dejando paso a lo que parece ser la verdadera historia
de Stonehenge. Se supone que debieron iniciar la construcción del monumento
como santuario religioso, excavando la zanja circular y los hoyos de Aubrey
por medio de astas de ciervos y huesos de animales. Por huesos humanos
calcinados en los hoyos, se cree que se utilizaban como tumbas o, quizá,
como lugares de sacrifico u ofrendas a sus dioses.
Un siglo más tarde, alrededor de 1700 años antes de
J. C., Inglaterra fue invadida desde Holanda y la comarca del Rin por
los llamados pueblos de la cerámica campaniforme. Estos pueblos, procedentes
de la Península Ibérica, se habían extendido por casi toda Europa. Conocían
el metal, principalmente el cobre, el oro y el bronce, por lo que no tuvieron
muchas dificultades para imponerse a los naturales, a quienes inculcaron
su religión y costumbres. Fue entonces cuando, al prestar atención al
iniciado santuario de Stonehenge, decidieron crear un monumento a sus
dioses en aquel lugar sagrado, por lo que procedieron a traer las piedras
azules desde las costas de Pembrokeshire, en Gales.
Por aquella época se colocaron una 80 piedras azules
en el centro del monumento, formando dos círculos, en los que había una
entrada el Nordeste, en dirección al punto de solsticio de verano, o sea
el punto por donde salía el Sol el 21 de Junio. Por causas que se desconocen,
la construcción de estos círculos de piedras azules quedó interrumpida,
quedando por colocar las piedras de la entrada, cuyos hoyos ya estaban
excavados. Lo más probable es que alguna guerra con los pueblos que a
fines del Neolítico ya poblaban las Islas Británicas, obligando a dejar
abandonado el templo.
Posteriormente, Stonehenge pasó por diversas frases
de renovación y construcción cuyas fechas son imposibles de precisar.
No obstante se cree que unos 1.500 años antes de J. C. quedó terminado
la forma que se ha conservado hasta nuestros días.
Primeramente se deslizó el círculo exterior
de piedras azules y, en su lugar, se colocaron los menhires y dinteles
de sersen. Dentro de este círculo se erigió la herradura de trilitos.
¿Santuario astronómico?
La utilidad astronómica de Stonehenge para sus constructores
sigue siendo un misterio. Se ha pretendido, no obstante, que se usaba
como observatorio práctico, es decir, que sus piedras y dinteles estaban
colocados de manera que se pudiera seguir el curso del Sol en el cielo
y, por lo tanto, marcar el principio de las correspondientes estaciones.
Algunos sabios han creído incluso que gracias a Stonehenge se podían conocer
las fases de la luna y los eclipses de Sol.
Lo cierto es que si uno se coloca en el centro del
monumento y mira en dirección a una piedra denominada Heel Stone (piedra
del Tacón), ve en seguida que la cima de esta piedra coincide con el horizonte,
y si para ello se escoge el día del solsticio del verano, 21 de junio,
el Sol sale casi justo por encima de la piedra. ¿Una casualidad? ¿Una
prueba del uso del santuario?.
El problema fue determinar si la piedra del tacón había
sido emplazada en aquel lugar precisamente para que su cúspide coincida
con el Sol naciente en determinado momento del año. Después de laboriosos
cálculos astronómico se llegó a la conclusión de que el Sol debía aparecer
por la avenida central y exactamente en lo alto de la piedra en el año
1840 antes de J. C., fecha en que coincide más o menos con la fundación
de Stonehenge, por lo que debe darse por cierto que este santuario estaba
estrechamente ligado a la observación del Sol. Quizá el futuro nos reserve
la revelación de nuevos detalles y misterios.
Otros arqueólogos e historiadores pretenden, a pesar
de no ser posible, que fueron los druidas, sacerdotes celtas, los creadores.
No obstante, parece ser que éstos lo utilizaron durante muchos años para
rendir culto al Sol, religión difundida por entonces entre los pueblos
del continente europeo. Esta creencia está muy extendida en Gran
Bretaña, habiéndose llevado a cabo modernamente festejos de tipo druita,
en Stonehenge, en el solsticio del verano.
Tampoco falta quien niegue rotundamente que los pueblos
de la cerámica campaniforme fueran los constructores de Stonehenge, principalmente
porque carecían de la suficiente imaginación para crear una cosa de tal
naturaleza. Lo más probable, entonces, es que esos pueblos encontraran
el monumento ya levantado y lo aprovecharan para el culto a sus dioses,
igual a lo que hicieron posteriormente los druidas. Pero si aceptamos
esta teoría nos quedamos con el gran misterio: ¿quién construyó Stonehenge?
Realmente, aunque no queremos, hemos de reconocer que
ese monumento es tan extraordinario por la época y lugar de aparición,
que no podemos dejar de relacionarlo con civilizaciones más avanzadas
que los pueblos de la cerámica campaniforme. ¿Pero qué civilizaciones?.
Este es el gran enigma, pues no encontramos ninguna a la cual atribuirle
ese monumento. Y la conclusión final es todavía más sorprendente: ¿seres
de otro mundo?, ¿seres extraterrestres?. Podría ser una explicación, máxime
por utilidad astronómica que parece tener, utilidad que no ha sido nunca
bien explicada, quizá porque siempre se ha buscado en las creencias de
los pueblos de la cerámica campaniforme y no en las posibilidades de civilizaciones
extraterrestres.
Otro hecho intrigante es que todos los monumentos y
construcciones enigmáticos de las civilizaciones desaparecidas de Europa
y América estén dedicadas al Sol. ¿Hay en común entre la misteriosa civilización
que construyó Stonehenge y la que parece haber dejado su sabiduría en
los antiguos egipcios, aztecas y mayas? ¿Sirven sus monumentos más como
un observatorio guía para extraños viajes, quizá siderales, que para templos
de adoración?. Esperamos que las modernas investigaciones sobre OVNIS
den un poco de luz sobre tantos misterios.
Hoy día, este enigmático monumento megalítico está
bajo la protección especial del Estado, que se ha cuidado de restaurarlo
en las partes más importantes, utilizando potentes grúas para levantar
algunos menhires y colocar los pesados dinteles de sersen, en un loable
esfuerzo para impedir que desaparezca ese santuario que nos habla de las
civilizaciones que nos han precedido y que han desaparecido en la noche
del tiempo junto con su sabiduría religioso-atronómica.
El Quinto Hombre
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