Revista Digital de El Quinto Hombre
¿QUÉ SON LOS SUEÑOS?
María Victoria Helguera
(Investigadora Itinerante)
Ineludible,
impostergable, llega una hora de la noche - o del día para algunos - en
que debemos dormir. Y también soñar, porque no es posible dormir sin soñar,
aunque al despertarnos no recordemos lo soñado.
La necesidad de soñar, que
ocupa el 20% del tiempo de reposo, es mayor aún que la de dormir, así
como la necesidad de dormir es mayor aún que la de comer.
Se habla de que el sueño es
una protección. No se sabe con certeza de qué, pero en los laboratorios
las pruebas lo demuestran: si a una persona se la interrumpe cada vez
que entra, durante el dormir, en la etapa del sueño, a los pocos días
comienza a padecer síntomas de alteraciones, que en caso de experimentarse
con animales, los conduce a la muerte.
Cómo se sueña.
En principio parecería ilógico
que de las 24 horas que tiene un día, se deban dedicar 8 al descanso,
o lo que dicho en otras palabras, la tercera parte de la vida la pasamos
durmiendo.
Esta intriga llevó a los científicos
a investigar la corteza cerebral, primera punta del ovillo.
Se encontró - el profesor
Nathaniel Kleitman, de la Universidad de Chicago - a través de mediciones
realizadas con el electroencefalógrafo (dos cables adheridos a la cabeza)
que mientras el hombre permanece en estado de vigilia, el cerebro emite
ondas con una frecuencia que oscila entre los 8 y los 13 ciclos por segundo.
A esta frecuencia se la llamó Alfa. En el otro extremo, cuando se duerme
profundamente, el ritmo disminuye entre ½ y 2 ondas por segundo, denominándose
a este tipo de emisión, Delta. En medio de las dos puntas están las ondas
Beta y Gamma, que corresponden a los escalones del dormir y del soñar,
respectivamente.
Un paso posterior fue la aplicación
adicional de otros dos cables sobre los párpados del durmiente - animal
o humano -, advirtiéndose que en los lapsos en que las imágenes oníricas
se apoderaban de ellos, los globos oculares comenzaban a moverse, ora
lenta, ora vertiginosamente, como si siguieran el desarrollo de las escenas
del sueño. Finalmente otro cable sobre el corazón, demostró que además
del movimiento ocular y la alteración de las ondas cerebrales, también
aumentaba el ritmo cardíaco.
Con todos estos instrumentos
los especialistas llegaron a interesantes conclusiones: se sueña invariablemente
unas cuantas veces durante un mismo lapso de descanso y en cada etapa
va paulatinamente aumentando la duración de las imágenes.
Pero todo esto no responde
más que al como se sueña. Falta
saber el porqué.
Por qué se sueña.
Al disminuir el ritmo emisor
de la corteza cerebral, se produce una obnubilación de la conciencia,
motivo por el cual afloran las más fantásticas criaturas, que antes maniataba
la Razón. El vacío que produce la falta de capacidad analítica es llenado
por dos cántaros: la parte más profunda del encéfalo, o cerebro y visceral,
aporta los símbolos instintivos; el neocortex, o cerebro intelectual,
brinda la simbología sofisticada.
El punto de partida de las
teorías se centró en el hecho de que la trama de los sueños recorría una
gama temática vastísima. Freud, en "La interpretación de los sueños",
le achacó al inconciente la culpa de todo. Para él se soñaba para realizar
los deseos y frustraciones que se habían almacenado en el sótano de la
conciencia. Esta a su vez, vigilando la moral del individuo, se ocupa
de borrar los sueños, reprimiendo su recuerdo, por lo que despertamos
sin cargos en contra.
La abrumadora preponderancia
que Freud le otorgó a los componentes sexuales, al margen de haber sido
pionero en el establecimiento de las claves para descifrar los sueños,
hizo que sus discípulos buscaran terrenos más firmes para no ahogarse
en el pantano de la libido.
Jung, el principal reformador
de los conceptos freudianos, consideró a los sueños como un reflejo compensatorio
de la vida diaria, pero con connotaciones más vagas, a través de símbolos
estrictamente personales y condicionados por la propia experiencia del
sujeto, su edad, cultura, raza, tendencia y naturaleza del carácter, etc.
La posibilidad de establecer
claves - dijo Jung - no puede generalizarse, excepto en lo que atañe a
los arquetipos comunes a un pueblo, una raza, o al genero humano, siempre
y cuando los mismos no se deformen conceptualmente.
Como se puede apreciar, las
causas del soñar son más discutibles que sus mecanismos, pero en general
existe una coincidencia en unir el tema soñado con la experiencia personal
del soñante.
Las interpretaciones.
De la asociación de una imagen
onírica con la vida conciente e inconciente del sujeto, los especialistas
aseguran que se pueden extraer conclusiones que determinen el destino
parcial o total del individuo en cuestión.
Una tendencia interpretativa
actual es la de asociar los símbolos con los cuatro elementos básicos
- agua, aire, fuego y tierra - remedando la relación existente entre en
hombre y la Naturaleza.
Veremos como cada una de estas
categorías contienen a su vez infinitas posibilidades de interpretación.
El agua simboliza la matriz
materna e inconcientemente su protección y sus peligros. Así, por ejemplo,
un baño vendría a representar la necesidad de purificación, por el retorno
a una etapa incontaminada, el Diluvio sería la purificación a nivel universal.
Un barco es un viaje hacia la vida o hacia la muerte; un espejo, como
el agua cuando está serena, nos remonta a Narciso y simboliza el autoerotismo,
el mar, según Jung es el inconciente colectivo; los peces son símbolos
fálicos que bucean en las profundidades psíquicas; el río es el transcurrir
de la vida.
El aire, como símbolo de expansión,
significa el desarrollo o el porvenir. Un avión es imagen de poderío y
a la vez de caída; es bisexual: por fuera fálico y por dentro, vientre
materno. Los ángeles dan a entender un deseo de desprendimiento de la
tierra y por ende, de sus vicisitudes. Las águilas significan dominio
o capacidad, así como los cuervos la depredación. Los astros por su brillo
simbolizan el triunfo; las nubes, los velos, obstáculos mundanos. Las
aves en general, el deseo de libertad y cuando están enjauladas, la desolación.
El viento es símbolo de transformación.
El fuego es devorador, pasionario,
purificador, destructor, peligroso, placentero, todo a la vez. Su simbología
es una de las más ricas: el Diablo es la condena, el sufrimiento, la culpa;
un incendio significa renovación o incomunicación. El infierno asocia
la oscuridad del seno materno o también la premonición de muerte propia
o ajena. Un dragón no es más que el dominio o la lucha contra un gran
obstáculo; la espada flamígera, un anuncio o advertencia.
La Tierra como asentamiento del ser humano es un símbolo
materno: la fecundidad. Un árbol es la ambivalencia entre las raíces firmemente
enclavadas y la copa que aspira a las alturas; el barro lleva a asociarlo
con la creación original; un camino representa el destino, un jardín,
el orden y la felicidad; una montaña, el desafío a la acción o una inmensa
valla; los terremotos, un cambio brusco o un agrietamiento en las costumbres;
un cementerio, la melancolía, el apagón al pasado.
Sueños premonitorios.
Los más antiguos registros que disponemos de estos
sueños nos vienen de textos religiosos, los cuales dan fehacientemente
pruebas de haber ocurrido.
Quizá el más hermoso de todos
ellos es el del faraón, Ramsés II, interpretado por el esclavo hebreo
José. En él, las siete vacas flacas que se comían a las siete gordas daban
a entender que la etapa de fecundidad y abundancia presentes iban a ser
devoradas por la hambruna que le estaba por seguir. La previsión de acopiar
para los futuros tiempos de desabastecimiento salvó a la civilización
egipcia.
Al Angel del Señor que se
le apareció en sueños al esposo de María, no sólo le advirtió que su mujer
había sido fecundada por el Espíritu Santo -salvándola así de un seguro
reproche conyugal- sino que también le anunció el carácter Salvador de
su hijo y los recaudos que, en consecuencia, debería tomar.
En materia de premoniciones
personales, ya que en las anteriores, los efectos se localizaban en terceros;
uno de los casos más curiosos fue el que le sucedió al presidiario John
Lee, a fines del siglo XIX. La noche anterior a la que debía ser ejecutado,
pagando la condema que le impusiera un tribunal, soñó que el mecanismo
de la horca fallaba a último momento y que era nuevamente trasladado a
su celda por un sendero diferente al recorrido cuando lo sacaban de ella.
Cuando despertó le hizo conocer el sueño a sus guardias y al director
de su prisión. Las cosas sucedieron tal como Lee las describiera incluso
los detalles del regreso a través de una senda que él nunca había transitado
con anterioridad.
Algunos casos famosos
Soñar con objetos que aún no han sido creados antes
de lo que puede suceder en el futuro, sin que se tengas referencias ni
se puedan desarrollar explicaciones lógicas emparenta a los sueños perfectamente
con la Parapsicología.
El aval que ofrecen algunos
casos famosos hace descartar toda truculencia, como suele ocurrir con
algunos fenómenos que trascienden lo normal. Un breve inventario rematará
este trabajo, dejando las conclusiones en manos de los lectores.
Jorge Luis Borges, gran parte
de cuya obra está basada en la realidad onírica, cita el caso del compositor
italiano Giusseppe Tartini, quien soñó con que el Diablo tocaba una sonata
a los pies de su cama. Al despertar, con los acordes que recordaba, se
inspiró para elaborar su magistral pieza "El trino del Diablo"
Albert Einstein le confesó
a al poeta francés Paul Valery que la revolucionaria fórmula con que posteriormente
desarrolló la Teoría de la Relatividad, la soñó durante una modorrosa
siesta campestre.
Abraham Lincoln tuvo un sueño
en el que veía a un grupo de gente llorosa en torno a un féretro escoltado
por soldados de la Casa Blanca; al inquirir por la identidad del finado,
le respondieron que estaban velando al Presidente de los Estados Unidos,
víctima de un atentado. Se despertó sobresaltado y lo comentó con su
esposa, quien no le hizo caso.
El obispo Joseph Lanyl, tutor
del archiduque Francisco Fernando, cuyo asesinato en Sarajevo hizo estallar
la Primera Guerra Mundial, soño todas las circunstancias en que se haría
el atentado contra el noble, anotándolas y haciendo un croquis del lugar.
La desobediencia de su pupilo le resultó fatal.
El negociante Cannon Moddleton,
que había sacado pasaje para el viaje inaugural del Titanic, soñó durante
dos noches consecutivas que la nave se hundía, Posteriores compromisos
comerciales le hicieron desistir de la travesía del Atlántico, y habiendo
narrado la premonición a su familia, los hechos sucedieron tal como él
los describiera.
En el terreno militar, lo
acaecido a dos personajes históricos es una prueba más de lo inexorable
del destino humano, aunque se lo conozca de antemano y se intenten evitar
sus embates.
Luis Bonaparte vió en sueños
a su hermano Napoleón ubicado en un trono, vestido de soberano y frente
a tropas que le rendían honores. En una carta a su madre, el Gran Corso
le relata restos sueños y confía en ser el sucesor de Alejandro Magno.
En el número 22 de setiembre
de 1938, la famosa revista PARIS MATCH narra otro sueño premonitorio para
un cabo de la infantería bávara que reposaba en su trinchera, en el frente
francés del Somme, que se despierta sobresaltado por haber soñado que
un alud de tierra y fuego se le venía encima. El cabo sale caminando al
descubierto (error táctico grave) y al poco de avanzar, una exp0losión
lo tira al suelo, salvándose de milagro. Cuando se recupera, ve los restos
humeantes de lo que había su anterior refugio.
"ESA NOCHE TUVE LA SENSACIÓN
DE QUE EL FUTURO ME RESERVABA UNA MISION TRASCENDNETAL", afirmó después
ese cabo, que se llamaba ADOLF HITLER.
Evidentemente, los sueños
son sueños pero también realidades, a cumplirse en el futuro mediato o
inmediato.
El Quinto Hombre
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