Revista Digital de El Quinto Hombre
EL EXTRAÑO MUNDO ESOTERICO
Por Sebastian Juan Pagano (Paraná- Argentina)
La precariedad de conceptos y el tutelaje intelectual
imposibilitan el acceso a conocimientos claros y precisos.
Hay una preeminencia que fluctúa
entre lo anecdótico y lo místico, pero en ese vasto campo sin fronteras
aparentes, transita de la mano de su sino, el pobre habitante de este
tercer planeta, que vive su existencia con un sentido extrañamente abúlico
e indiferente, haciendo caso omiso al valor trascendental de los hechos
sin explicación siquiera aproximada.
El nudo de interrogante es
superior al esfuerzo humano para desentrañar las incógnitas que lo agobian,
Por eso, la conceptualización se asemeja a una descripción ficticia de
una manifestación esotérica no menos aparente.
Nuestra concepción del mundo
tridimensional sufrirá un grave impacto si se afirmase, por ejemplo, que
la extensión de la materia se da tanto en el plano material como en el
inmaterial; por lo cual lo que aquí se concibe en tres dimensiones, sea
en otro plano, aceptada de otra manera; y esa otra manera podría ser una
aceleración o desaceleración de las partículas atómicas, y por ende del
despliegue o repliegue, respecto a nuestra realidad cotidiana sensorial.
¿Qué significa ello? Simplemente
que nuestra concepción del mundo es tan sólo una forma de captación sensorial
y de compenetración intelectual, pero nadie nos garantiza que haya una
sola manera de dilucidación existencial.
La física atómica nos enfrenta
con el mayor de los desafíos: la perdurabilidad temporal de un objeto.
Esta diferencia está en relación directa con la noción de orden y secuencia,
con el sentido periférico y profundo de los elementos componentes del
atomismo vivencial.
Cuando el fenómeno nos muestra
una verdadera dislocación temporal y espacial, apreciamos que ello indicaría
un orden distinto que supera la realidad sensorial. Ello no haría otra
cosa que subrayar el carácter atípico del problema y por mismo, lo innecesario
de querer arribar a buen puerto por carriles trillados.
No es necesario señalar, por
lo mismo, que la ciencia chocará ante lo incomprensible e imposible de
aprehender, y en su vano intento de aproximarse a una verdad clara e indubitable,
rechazará, una y otra vez, todo aquello que, por su manifestación, pasa
a engrosar el catálogo de los elementos inasibles y dudosos.
En todo esto, es necesario
fijar tres líneas fundamentales
1- La radicación temporal de un fenómeno
atemporal.
2- La bifurcación espacial de una manifestación
inespacial.
3- La repercusión físico-espiritual de un
fenómeno indefinido.
En el primer caso, es cuando nos enfrentamos con una
manifestación que desafía toda posible explicación lógica, porque lo atemporal
se ha insertado en lo temporal.
En ese sentido, la fenomenología
OVNI da en muchos casos un ejemplo acabado; objetos que desaparecen como
"tragados por una alcancía", humanoides que se manifiestan ante los ojos
azorados de los testigos; objetos que nos llevan a nuestra atención por
lo ilógico en desplazamientos y apariciones. En cierto sentido, esto está
referido a la relación ESPACIO-TIEMPO.
En otras palabras: la alteración
de estas coordenadas produce los efectos más extraños. Por ese motivo
no puede extrañar ver a un objeto presentar en el espacio las más curiosas
transformaciones que llevan al desconcierto. Tampoco, apreciar humanoides
apareciendo en un lugar y sin desplazamiento verlos de pronto, en el opuesto.
Estas apariciones espacio-temporales
son evidentemente las causas más plausibles.
Pero de todo esto, lo que
más llama la atención, es la repercusión físico-espiritual que ejerce
sobre el individuo una manifestación extraña.
Hay, al aparecer, una íntima
correlación entre la captación mental del fenómeno y su repercusión posterior.
Las captaciones paranormales ponen de manifiesto, que todo el potencial
humano se ve sublimado de una esfera superior, que modifica sustancialmente
la mera unidad psicosomática.
Las fuerzas vibratorias se
ven sacudidas por la inserción de algo extrínseco que les enriquece su
potencial, y en algunos casos, magnifica en grado sumo la concepción humana
de la vida, es decir, ese tipo de idea basada en pautas impuestas por
una sociedad sin hitos relevantes.
Habría, pues, una "puesta
a punto" del potencial psicosomático, para adecuar al ente individual
a esa ínfima interrelación entre todos los seres vivientes, porque, en
definitiva, nadie puede considerarse una isla en el universo, sino, por
el contrario, piezas perfectibles con mutuas relaciones vibrátiles de
interdependencia. Quizás la alteración al plan inicial se ha producido
cuando las relaciones humanas se han deteriorado y el abandono es el común
denominador.
Y es justamente en esas circunstancias
cuando las fuerzas esotéricas actúan para restablecer el orden alterado.
Quizás en la constatación de este hecho encontremos la clave que posibilite
una investigación en mayor profundidad y de alcances insospechados.
Si ello es así, entonces estaríamos
frente a un hecho que nos dice que también en el terreno espiritual, tanto
como ocurre en el concierto cósmico, hay una búsqueda del equilibrio que,
al ser modificado, produce conmociones a nivel planetario; muerte, guerra,
desolación, delincuencia, aberraciones de todo tipo, como consecuencia
de esa alteración al equilibrio espiritual y moral, que hace al camino
hacia la meta trascendente.
Es entonces que las conmociones
tanto intrínsecas como extrínsecas activan las fuerzas defensivas cósmicas
y surgen las vibraciones que contrarrestan los efectos devastadores que
están agrediendo a la totalidad y se pone en movimiento el sistema defensivo
místico para restablecer el orden.
Desde el punto de vista humano
es muy difícil detectar las fuentes de donde emanan las corrientes restauradoras
de la armonía, ya que todo se halla en la suprarrealidad que ocupa la
totalidad cósmica, y por lo tanto, podemos constatar los remezones, pero
no el origen.
Además, ¿cómo entender el
universo en su accionar, si aún no comprendemos siquiera al Hombre? Si
el ser humano mental y físico es todavía un verdadero desafío, un auténtico
misterio para la ciencia, menos podemos entonces pretender interpretar
el concierto universal con ojos de eruditos consumados.
Aún la mente del hombre y
sus alcances insospechados, se semeja a la caja de Pandora, de donde pueden
brotar a mares, las mayores sorpresas.
Asimismo, la perdurabilidad
del organismo está en relación directa con los descubrimientos del avance
de la ciencia Pero ese progreso científico está constatando solamente
que el cuerpo humano, sometido a un proceso determinado, es capaz de una
perdurabilidad insospechada.
Además, mente y físico desarrollados
en la integridad de su potencial harían posible todo aquello que hasta
el momento ha sido tan sólo literatura de ciencia-ficción.
¿Es el esoterismo universal,
la respuesta al requerimiento del Hombre? ¿Son los misterios cósmicos
los que darían salida a las inquietudes más profundas de los seres humanos?
¡Que preguntas!!!
Es posible que la respuesta
pueda brindarse cuando el hombre comprenda al universo, en la medida que
lo dimensiones. Dimensionar el Universo no significa otra coas que concebirlo
en su totalidad, pero al mismo tiempo proyectar al ser humano en función
del concierto estelar, es decir, que la constancia humana hallaría su
exacta correspondencia en la inmensidad universal.
Si la relación cosmos-hombre
queda indisolublemente establecida, el accionar de los seres vivos inteligentes
en la Tierra, jamás podrá estar desprendido del movimiento astral y las
influencias más diversas.
Las investigaciones astrológicas
de la Antigüedad y el enriquecimiento humano, nos dan una pauta que el
grado de correspondencia entre el hombre y el universo está en relación
directa con la razón vital que incide en el progreso material y espiritual,
porque al mantenerse el estado de armonía, todo ha de marchar en progreso
constante, como nos indican los legados extraordinarios de las civilizaciones
madres.
Para el hombre común hay ciertas
incompatibilidades propias de quien cree tener sus pies muy afirmados
sobre la Tierra, pero desconociendo el sitial de este tercer planeta,
nuestro sistema solar y toda nuestra galaxia en el concierto cósmico.
La Tierra pequeña y el Universo
limitado, motivo de espanto para Blas Pascal; materia y espíritu; átomo,
energía, vibraciones.
La ilusión del hombre que
se cree tan seguro, pero que a paco que medite y descorra tan sólo un
velo de los tantos que ocultan la suprarrealidad, debe aceptar que la
única frase más aceptable es aquella socrática del "Solo sé que no se
nada"
Nuestra civilización tecnológica
del progreso y del consumo, ahogó con sus veleidades de riqueza espiritual
los valores más profundos y no se ha preocupado por hilvanar todas las
circunstancias aparentemente inconexas, que son las emergencias de un
cosmos inescrutable, que solamente podremos conocer indirectamente a través
de sus influencias y de la constatación de sus fuerzas ignotas pero reales.
El micro y macrocosmos fundidos
en una misma razón de ser; esencias idénticas en planos diferentes de
la escala dimensional.
Cuantas lagunas y cuántos
misterios pueden llegar a aclararse, en la medida que con paciencia y
dedicación responsable, sepamos admirar lo que nos rodea y admitir con
gran humildad, nuestro grado de flaqueza o de impotencia para equiparar
el potencial de influencias que hacen al movimiento, a la relación y a
la vida misma en todas sus manifestaciones.
Si el Hombre comprendiese
que la belleza y perfección de una flor es a la vez el producto de Algo
Superior y más complejo, caería en la cuenta que en esa belleza y en
esa perfección hay toda una simbología que entrelaza planos diversos.
Aunque se nos escape lo esencial
y apreciemos solo lo superficial, se hace necesario ahondar aún más en
la problemática esotérica.
¿Acaso el color del plumaje
de un ave o la forma de una flor, no estarían emparentados con toda una
cadena de correlaciones que se hace necesario establecer?
Los raros dibujos de enorme
belleza que hay en un copo de nieve, por ejemplo, o esos cristalitos de
hielo que son todo un misterio del arte de la Naturaleza ¿no están hablando
que el presunto caos está muy lejos de todo esto, y tampoco la concepción
cómoda de las "fuerzas ciegas de la Naturaleza?" Hay un ordenamiento que
habla de un Creador.
Este ordenamiento se da en
función de estructuras, cuyos componentes orgánicos e inorgánicos se reacomodan
constantemente. Pero además está el componente vibratorio de esas fuerzas
espirituales que abarcan lo psíquico y lo intelectual con sus diversos
grados de captación, penetración y alcance.
Tanto en orden al plano planetario
como al plano cósmico, todos estos elementos y fuerzas componentes interactúan
de manera muy compleja. Recién estamos experimentado y ponderando el alcance
de las fuerzas psicofísicas de los seres vivos de este tercer planeta,
pero desconocemos por completo el poder, alcance y magnitud de fuerzas
similares de cualquier lugar del universo.
Eso sí, percibimos fenómenos
y ellos nos desconciertan, nos confunden y nos llevan a vanas discusiones
entre científicos, investigadores y analistas, sin poder llegar a acuerdos
concluyentes. Siempre las incógnitas quedan flotando y las teorías más
extravagantes se suceden. No somos capaces de salir del yoísmo terrestre
y ya queremos explicar con pocas frases las grandes incógnitas cósmicas.
Por supuesto, petulancia e insensatez.
Todavía hay mucho por saber.
El libro de la vida en el Universo permanece muy hermético, se vislumbran
algunas cosas pero nada más. El futuro inmediato nos dirá de nuestras
auténtica posibilidades. En todos los campos del conocimiento humano falta
mucho camino por andar. Pero aún se ignora cómo mirar el movimiento de
avance a partir de las encrucijadas.
¿Qué realidad nos espera,
una vez que descorramos los velos que la ocultan? ¿Está el Hombre en condiciones
de aceptar relaciones que pueden sacudirlo en lo más profundo de su ser?
¿Conviene, incluso, ir más allá de lo prudente, sin poner en peligro cierta
y determinada estabilidad humana? O, en último caso, pensarán algunos
¿No estaremos desatando inconscientemente a los mismísimos demonios del
séptimo infierno?
Todas incógnitas que en definitiva
acucian al Hombre para la indagación, ya que todo lo extraño, lo desconocido
y lo inquietante, no hacen otra cosa que acicatear al espíritu inquieto
del Homo Sapiens, que al fin de cuenta, no está haciendo otra cosa que
estar yendo siempre a la búsqueda de su propio destino.
El Quinto Hombre
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