Revista Digital de El Quinto Hombre
EL MITO Y LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA
Por Dora Dumeynieu Argentina
El mito es el reflejo de nuestra
compleja interioridad, de nuestra necesidad de trascendencia y de nuestra
íntima y absoluta creencia de querer alcanzar algo superior que alguna
vez, en el tiempo, fuimos y perdimos.
Para explicar los orígenes
del hombre sólo hay dos caminos: una larga evolución desde la materia
orgánica o una creación divina. El mito comenzó a ser utilizado para afirmar
la procedencia desde los dioses para explicar e ilustrar el contacto con
lo divino que siempre estuvo presente en las grandes empresas del hombre.
Basta echar una ojeada a los
mitos griegos que desarrollan extraordinarias aventuras guiadas y amparadas
bajo la acción de los dioses.
Nuestros mitos argentinos
a diferencia de aquellos, toman el hecho sobrenatural que acoge al hombre
de improvisto. Se mezclan seres antropomórficos que obran de manera protectora
para con la Naturaleza ("el Patón", el Yastai") o animales con ciertas
características humanas que purgan a los descarriados ("el Familiar",
"la Mulánima") y tantas otras "apariciones" que anuncian, visitan o asustan.
Superficialmente visto nuestros
mitos pierden el contacto con la divinidad (tal vez porque se relaciona
lo heroico con lo divino), sin embargo nuestras creencias están enraizadas
con las tradiciones de los pueblos precolombinos que divinizaron las fuerzas
de la Naturaleza.
En estos tiempos de caos,
donde nadie se siente seguro, donde las cosas materiales confortan pero
no satisfacen, el mito vuelve a surgir con fuerza. Lo sobrenatural se
entrelaza con lo natural y he aquí que nuestros mitos toman una vigencia
extraordinaria. Nuestras reservas ecológicas se consumen, nuestros animales
se extinguen y la polución ambiental nos invade. La necesidad de defender
la vida se vuelve imperiosa y para ello resurgen todos los seres que protegen
nuestro ecosistema.
Ya no pasa por creer o no
sino por interpretar el mensaje que nos dejan. Los mitos nos previenen
de los desastres o nos muestran que existe una justicia superior a la
de los hombres. Será que ¿la ciencia de nuestros días nos ha dejado sin
capacidad de asombro, sin el valor de nuestras creencias primigenias?
Todos llevamos dentro las memorias latentes de nuestra propia historia.
Despertarlas implicaría para muchos, alejarse de lo común para entrar
en lo "raro". Y lo "extraño" lleva a la segregación.
El mundo se hizo para albergarnos
y para que lo cuidáramos. ¿Qué de extraño tiene respetar a quienes cuidan
de él?, que por cierto no es el hombre, evidentemente.
No podemos negar nuestra ambigua
constitución: deseamos emparentarnos con los dioses pero destruimos bestialmente
lo que nos provee de vida. Deseamos ser trascendentes pero ¿merecemos
realmente serlo?. Significaría entonces seguir perpetuando la devastación.
Para alcanzar algo superior
deberíamos primero transformarnos nosotros mismos, convertirnos en aliados
del mundo natural, abrir nuestras mentes pautadas por la ciencia y nuestros
corazones a un nuevo universo. Y así, tal vez, en algún momento de nuestras
vidas recuperemos lo que perdimos: Valores, creencias y amor. Y quién
sabe.... hasta lo del hombre perfecto puede dejar de ser un mito.
El Quinto Hombre
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