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Revista Digital de El Quinto Hombre
LAS SERPIENTES
VOLADORAS
Por CAEFA -
Argentina.
La Serpiente es, en casi todas las representaciones
religiosas antiguas, símbolo del vuelo y fuente de la sabiduría; ella
oculta el saber profundo, el que se encuentra en el reino subterráneo;
es el símbolo del saber y no solo del conocer, siendo la introductora
de las artes y ciencias en la cultura.
La serpiente voladora es también una imagen muy clara
de una supuesta nave extraterrestre, transportadora de seres que bajaron
a nuestro planeta aportando elementos culturales fundamentales para el
desarrollo de la raza terráquea.
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Nuestro gran amigo el antropólogo argentino Dick Edgar Ibarra Grasso
indica que esta serpiente tiene una importancia relevante en toda
la mitología americana, que se va ampliando hasta concluir en una
serpiente alada, que vuela rodeada de fuego hacia el infinito universo;
esto nos hace recordar a los míticos vimanas hindúes, que se señalan
como naves propulsadas por mercurio en el Mahabarata; también los
famosos carros de fuego que se señala en tantos libros aceptados
o apócrifos de la Biblia judeo-cristiana.
La mayoría de las religiones primitivas americanas, africanas,
asiáticas y europeas hablan de un Dios - Héroe - Civilizador , una
especie de enviado celeste que baja a la Tierra para enseñar a los
hombres todas las cosas útiles para su cultura así como las normas
morales con las cuales debe regirse.
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La expresión pictográfica en distintos elementos naturales
que encontraba el ser humano primitivo, reflejaba lo que veía y sentía.
Así en las cuevas de Puente Biesgo en Santillana del Mar, en la provincia
de Santander, España, se ve claramente la figura de una nave que se desplaza
en el firmamento, con la forma clásica ovnilógica de la actualidad, los
dos platos soperos invertidos unidos por sus bordes.
En Val Camonico, en los Alpes suizos, se han encontrado
pinturas en cavernas antiquísimas, que representan figuras humanoides
con escafandras. Lo mismo pasa en las Cuevas de Talampaya, provincia de
La Rioja, Argentina, con distintas pìctografías de naves y seres, muy
tipo astronautas actuales. En las cuevas de Tassili, siempre tan promocionadas,
en el Sahara, está ahí el Gran Dios Marciano, como lo tituló su descubridor
el antropólogo Pierre Lohte, en que la figura tiene esas características
repetitivas en distintos lugares del Planeta.
En el Museo Folklórico de Munich, Alemania, se conserva
una vasija de Teotihuacán (México) en la cual se representan a dos sacerdotes
que se dirigen a un disco solar (la serpiente voladora enrollada) que
está entre ambos con la posición de quien piensa ascender a una nave
(o carro de fuego).
Para la mitología azteca, el templo sagrado de Teotihuacan,
con las pirámides de la Luna y la enorme de 365 escalones del Sol, es
el lugar donde uno empieza a ser Dios y sabe que los Dioses están allá
arriba, en el mundo de las estrellas, y esperan siempre que vuelvan a
descender para volver a vivir la Era de Oro de la Humanidad.
Estuvimos también en las Sierras de Cura Malal en la
provincia de Buenos Aires y en las Sierras de Lihuel Calel en la provincia
de La Pampa, ambas en la Argentina, en las cuales se ve claramente dibujos
de astronauta o de seres con escafandra. Pensamos que en todo el territorio
americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego estos señalamientos tipográficos
son innumerables y quizá más antiguos que los encontrados en los otros
continentes, porque como dijera el gran antropólogo Florentino Ameghino,
"América es el viejo continente y no el nuevo como nos indicó la cultura
europea"; esta aseveración del argentino fue corroborada en la década
del 70 por el gran antropólogo francés Guy Tarade que expresó significativas
palabras ante nuestro Presidente Profesor Fabio Zerpa "cuando nosotros
en Europa andábamos con taparrabos, en América había grandes civilizaciones".
Estas dos afirmaciones cada vez son más aceptadas por la nueva generación
de antropólogos tanto americanos como europeos.
El Quinto Hombre
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