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Revista Digital de El Quinto Hombre
LUIS XVII: EL MISTERIO DEL REY NIÑO
No se puede decir que Luis XVII, el delfín de Francia, haya gozado
de una apacible vida palaciega. En agosto de 1792 fue tomado prisionero
por las fuerzas revolucionarias republicanas, junto con su hermana
María Teresa y con sus padres, el rey Luis XVI y la reina María
Antonieta. Entonces Luis XVII tenía apenas siete años.
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por el Lic. Eduardo Irioni
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El 18 de enero de 1793, Luis XVI, fue condenado a muerte por alta traición,
sentencia que se cumplió tres días después.
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En octubre de ese mismo año, igual suerte iba a correr
María Antonieta. Luis XVII, fue a parar a una celda de la torre del
Templo; su hermana a otra. Un testimonio de la época, deja en claro
cómo pasaba las horas el delfín: El niño rey vive en el medio de la
basura, con las ropas hechas jirones, e invadido por los parásitos,
está muy flaco. Dos años más tarde, el 9 de junio de 1795, se anuncia
la muerte oficial de Luis XVII. El infortunado niño fue de inmediato
sepultado en la fosa común del cementerio de Santa Margarita de París.
Eso, al menos, es lo que dice la historia oficial. No bien se anunció
la muerte de Luis XVII, cuatro cirujanos le practicaron la autopsia
y certificaron que el cuerpo pertenecía al niño. A lo largo de 20
años se aceptó ese diagnostico, pero cuando en 1814, Luis XVIII, hermano
del monarca decapitado, asumió el trono de Francia, otra vez se volvió
a hablar del joven príncipe muerto en la torre del Templo. |
Circulaba el rumor de que
Luis XVII, había sido rescatado de la cárcel por Simón, su carcelero.
El rey Luis XVIII, ordenó buscar el cuerpo de su sobrino. Se realizó una
segunda autopsia que coincidió con la llevada a cabo en 1795. Sin embargo,
se continuaba insistiendo en que los despojos que estaban en el interior
de ése féretro no eran los del joven príncipe. Por entonces, no cesaban
de presentarse los franceses trasnochados, que aseguraban ser el rey sin
corona. Pero de todos los presentados, sólo Karl Naundorff, un relojero
que vivía en Alemania, ofreció tres pruebas inquietantes: la letra era
casi igual, recordaba a la perfección los años de su infancia palaciega
y los sobrevivientes del palacio de Versailles, aseguraron que se parecía
muchísimo al príncipe. Karl Naundorff murió en Holanda, en el año 1845.
Un año después de ésa muerte, se realizó una nueva autopsia al cadáver
del niño. Los resultados, volvieron a coincidir. Por ese entonces, aparecía
otro nombre y otro personaje, Pierre Benoit, llegó al puerto de Buenos
Aires, el 1 de julio de 1818; este joven francés no aparentaba más de
30 años, hablaba varios idiomas, jamás habló de su pasado pero parecía
un encumbrado miembro de la nobleza europea, vivió en un caserón de la
calle Bolívar 793, que fue derribado hace casi 20 años, cuando se decidió
ensanchar la Avenida Independencia. En principio, su notable parecido
físico y su letra, y además era un artista, un pintor que dejó numerosos
cuadros; que curiosamente sólo cinco de ellos reflejan figuras humanas,
todos miembros de la familia real francesa. Recién en 1894 aparecieron
las primeras dudas científicas, un grupo de antropólogos y luego confirmado
por un grupo de médicos, entre ellos el Dr. Edmond Locard en 1951, comparó
los cabellos del cadáver con los del príncipe y llegaron a la conclusión
de que se trata del cadáver de un muchacho de más de 15 años de edad y
casi un metro y medio de estatura. Al morir, Luis XVII, recién había cumplido
los 10 años, y no media más de un metro de altura.
¿Cuál habrá sido el destino
final del delfín francés? ¿La oscura fosa común en el cementerio de
Santa Margarita? ¿Una relojería en un pueblito de Alemania o la búsqueda
desesperada de un puerto en la lejana Sudamérica? Los interrogantes
aún siguen sin respuestas.
El Quinto Hombre
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