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Revista Digital de El Quinto Hombre
LAS LEYES DE LA NATURALEZA,
SU NECESARIO EQUILIBRIO
Hay una bella, pero
dramática historia, que me llamó poderosamente la atención cuando
me la narraron y que evidentemente demuestra cómo el hombre influye
negativamente en la evolución y conservación de las leyes naturales.
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por Fabio Zerpa |
Un matorral espeso, en Alemania,
mantuvo, dando alimento y abrigo, a una docena de codornices, durante
varios años. En invierno, las codornices se calentaban mutuamente, echándose
en círculo por la noche: cada ave protegía del viento a sus dos vecinas
y compartía su calor: en muchas ocasiones, una de las aves se echaba sobre
todo el grupo cubriéndolo, para darle una mayor protección, o protección
adicional.
Cuando algún ave de presa
(un zorro, halcón o cuervo) se lanzaba hacia el grupo de codornices, inmediatamente
se dispersaban y volaban, en forma casi expresiva, dejando muy confundido
al atacante; las codornices se salvaban siempre, porque no le daban tiempo
al mortífero visitante para capturar una sola presa.
Por supuesto, el ordenado
límite de seguridad para esa comunidad era su número (no más de doce)
y su habilidad para sortear los peligros exteriores, que la Naturaleza
le había brindado.
Un día cualquiera llegó un
cazador, y con su escopeta pudo cazar ocho aves; el equilibrio mantenido
durante años se quebró. Las cuatro codornices supervivientes quedaban
entumecidas por el frío, cuando llegó el siguiente invierno; una de las
aturdidas aves fue presa de una hábil zorra, que había podido vencer esta
vez. Las otras tres, que se habían salvado de la zorra, volando rápidamente
durante el ataque, fueron muriendo heladas, en los días siguientes.
Este grupo de doce codornices
estuvo a salvo, mientras tenían una protección mutua que las salvaguardaba,
durante todos esos años en que vivieron cómodamente en aquellos matorrales
habían cumplido con dos factores fundamentales de supervivencia. Uno:
tenían un número suficiente de seres para protegerse mutuamente; dos:
la cantidad doce era límite de terreno, que el matorral podía alojar,
mantener, dar alimento y protección.
Conocido aquel episodio, recordé
inmediatamente las cuatro leyes fundamentales que la Naturaleza ha dado
para conservar siempre el equilibrio en nuestro Planeta; y que muchas
veces nosotros rompemos por negligencia, inconsciencia, egoísmo o simple
maldad.
En cada lugar de la Tierra
se desarrollan "comunidades" de plantas y animales, adaptadas al ambiente
de vida que ofrecen esos ambientes; tienen la capacidad de aventajar a
los competidores vitales en la lucha por el alimento y el refugio necesarios.
Están ubicados perfectamente en ese ambiente, porque existe LA LEY DE
ADAPTACION.
Pero en muchas oportunidades
hemos visto que en la lucha por la supervivencia, se producen alteraciones
que provocan la eliminación de una comunidades, animales o vegetales,
para sostener nuevas formas o elementos, que sucederán a los anteriores,
viejos, caducos, que terminaron ya su ciclo, vital y necesario. Se cumple
así la ordenada y metódica LEY DE SUCESION.
Pero en la lucha por sobrevivir,
se producen eliminaciones forzosas u otras veces, necesarias; suceden
catástrofes, que si no existiera otra ley fundamental la recuperación
no podría realizarse. El ser vivo sobre la faz del Planeta tiene una excepcional
capacidad para ampliar su raza, se multiplica en forma realmente extraordinaria;
lo ampara, lo protege, la LEY DE MULTIPLICACION, y así puede preservar
su especie, como hacerla evolucionar.
Pero la sabia Naturaleza,
previendo una multiplicación sin gobierno, implacable y destructora, ha
previsto la LEY DE REGULACION. Se han creado diques de contención para
esa ampliación desmesurada, que son las mismas enfermedades, la falta
de refugio (desiertos), la falta de alimentos, y los animales o vegetales
de presa, que funcionan como verdaderas válvulas de seguridad para el
equilibrio.
Y así utilizando y aplicando
esas cuatro leyes fundamentales se ha previsto el quehacer incesante de
la vida, este único elemento que da fuerza y empuja a la Tierra; el Planeta
que siempre demuestra una excepcional capacidad de sostén dentro de la
armonía y equilibrio que ofrece todo el Universo.
Tenemos que luchar contra
los innumerables "cazadores de codornices", como tenemos que luchar contra
los "contaminadores de ambiente" dueños todos ellos de las fuerzas negativas
y del deseo, quizá inconsciente, de terminar con el equilibrio que siempre
busca la Naturaleza.
Aquel ejemplo de un deportivo
cazador se multiplica por millones en cualquier territorio o mar, de nuestra
Cápsula Espacial; meditemos y accionemos duramente, contra la ruptura
de la ADAPTACION, SUCESION, MULTIPLICACION y REGULACION, porque quizás
en menos tiempo de lo que pensamos, tendremos delante nuestro un enorme
páramo, o quizá inexorablemente, nosotros mismos ya no estemos más.
El Quinto Hombre
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