Revista Digital de El Quinto Hombre

EL PODER ENIGMATICO DE LOS GATOS

Por Hector Barcus - Argentina

 

¿Qué misterio encierran estos animales, los cuales despiertan amor y odio? Su cuerpo representa una máquina de perfección, siendo un superdotado miembro de la casta felina. Pero....¿Cuáles son las verdaderas intenciones de los gatos?
El hombre no ha logrado, hasta el momento, penetrar la intimidad del gato, que no por nada es el más independiente de los animales domésticos.

Animal misterioso y fascinante, el gato puede ser domesticado pero jamás sometido. Altivo aunque no orgulloso, es juguetón, astuto, poseedor de un amor propio poco común en el reino animal y decididamente huidizo.
Proclive a mantener una prudente distancia aún de la gente que conoce, el gato parece tener dos caras: una mira hacia la seguridad y la comodidad, mientras que la otra, hacia la aventura y la libertad.
Pero lo verdaderamente fantástico de un gato es su naturaleza física, ya que se constituye en una perfecta máquina. Es un superdotado miembro de la casta de los felinos. Su estructura interna contabiliza en su pequeño cuerpo, un total de 517 músculos, merced a los cuales vive como suspendido sobre resortes; 290 huesos finos, prácticamente irrompibles; un par de ojos con ángulo de visión de 130 grados (el hombre abarca 125); un ritmo cardíaco constante de 140 pulsaciones por segundo, que permite a su sistema nervioso reaccionar en una fracción de segundo ante cualquier eventualidad; una flexibilidad mayúscula proveniente de un conjunto de 22 vértebras enlazadas minuciosamente por múltiples redes de músculos.
Mantiene el equilibrio en el aire, una acrobacia que le permite tocar tierra y reponerse inmediatamente. La clave está en la cola, que gira inversamente al movimiento rotativo del animal, funcionando como un freno hasta que el sentido del equilibrio, situado en el cráneo, encuentra su posición correcta de descenso, desde ese momento, la cola le sirve como un estabilizador.
Otro factor importante lo constituye el hecho que el gato oye con sus ojos, ya que posee en el ojo células nerviosas que los demás animales sólo tienen en los oídos. Los estímulos sonoros que recibe por los ojos se complementan en su cerebro con los ingresados a través de sus oídos potenciando notablemente su capacidad auditiva. Además puede mirar fijamente al sol sin parpadear, gracias a una especie de diafragma automático, como el de las cámaras fotográficas. Regula entonces el ingreso de luz a sus pupilas. Merced a su extrema sensibilidad a los ruidos, el gato está siempre en estado de alerta. Día y noche mantiene activado a su radar que no es otro que el bigote, que curiosamente tiene una extensión equivalente al ancho de su cuerpo. Se ha comprobado que si se les corta el bigote pueden presentar disturbios mentales.

En la Edad Media, lo veían como la representación del mismo diablo. Amigo de las brujas y ejecutor de perversos hechizos. Así en Europa los gatos fueron perseguidos, torturados y asesinados en todas las formas posibles.
Mejor suerte habrían corrido los gatos en el antiguo Egipto, donde disfrutaban los privilegios de los dioses. Allí, en el 1.500 a.C., a un gato doméstico se lo perfumaba, se le ponían joyas en sus orejas y se lo reverenciaba como el más importante miembro de la familia. Cuando moría esa embalsamado y envuelto en ricas vestiduras.
La sacralización del gato en Egipto tenía su costado pragmático: éste ayudaba a la preservación de las cosechas, manteniendo los graneros a salvo de las ratas.
Protagonista de extrañas leyendas a lo largo de la historia del hombre, el gato participó incluso en las guerras. Se recuerda que Napoleón, tras la campaña de Italia, asistió a otra lucha: la de su gato contra el perro de Josefina de Beauharnais.

Más recientemente se supo de gatos que colaboraron con escuadrillas de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, volando en bombarderos y alertando a los centinelas en Guadalcanal.
Por su parte, los gatos ingleses llegaron a desarrollar una aguda sensibilidad para anunciar los bombardeos.
Y bien, digamos finalmente, que no hay otro animal en el mundo que suscite tanto amor y tanto odio.
Fiel a la tradición, él prefiere seguir viviendo entre los hombres como lo viene haciendo desde hace milenios, guardando bien ocultas sus verdaderas intenciones.

 

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