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Revista Digital de El Quinto Hombre
EL UNICORNIO: UNA LEYENDA VIVA
Por Pedro Etcheverry - Argentina
El unicornio como otras bestias
mitológicas, ofrece muchas posibilidades para la interpretación de su
simbolismo. El cuerno, en algunas leyendas, es señal de virilidad y de
la fuerza de los monarcas, mientras que en otras lo es de la pureza. El
unicornio combina elementos masculinos (el cuerno) con otros femeninos
(su cuerpo), hasta el punto de que su nombre chino, "ki-lin", significa
"macho-hembra". Esta reunión de fuerzas antagónicas, lo masculino y lo
femenino en una sola criatura, simbolizaba la reconciliación de otros
opuestos. La armonía del Universo constituyó el ideal supremo de magos
y alquimistas en Occidente, lo cual explica el importante papel desempeñado
por el unicornio en la historia de la magia.
La primera mención europea
del unicornio aparece en una obra sobre la India, escrita hacia 398 a.C.
por el historiador heleno Ctesias, quien entre otras cosas decía: "En
la India se conocen algunos asnos salvajes, grandes como caballos y aun
mayores. Tienen blanco el cuerpo, roja la cabeza y azules los ojos. Poseen
un solo cuerno en la frente, el cual mide aproximadamente un codo". Esta
descripción parece basarse en conjeturas y relatos de viajeros. Según
el historiador, el unicornio es una mezcla de rinoceronte, antílope del
Himalaya y asno salvaje. Su cuerno, de un codo de longitud, era blanco
en la base, negro en el centro y carmesí en la punta. Es probable que
Ctesias viera copas de asta, decoradas con los colores mencionados, pues
estos utensilios abundaban en las cortes de los príncipes indios. De este
historiador procede la noción de que los recipientes de asta de unicornio
tenían la virtud de neutralizar cualquier veneno; o en su defecto, el
polvillo obtenido mediante trituración constituía un poderoso antídoto.
Esta creencia perduró hasta la Edad Media. Tanto es así, que llegaron
a pagarse verdaderas fortunas por recipientes supuestamente fabricados
con asta de unicornio.
Los boticarios de entonces
afirmaban poseer una de estas maravillas en la trastienda, y con ella
preparaban sus remedios, atreviéndose algunos a asegurar que tal objeto
era capaz de resucitar a los muertos. El pretendido polvo milagroso llegó
a figurar en las listas de medicinas aprobadas por la Real Sociedad Inglesa
de Médicos, durante los siglos XVII y XVIII. Su costo prohibitivo para
muchos bolsillos se debía, explicaban los boticarios, a que el precioso
polvo debía importarse de la India, donde habitaba el unicornio.
En 1641 un noble francés
observó la presencia de uno de estos cuernos entre las joyas de la Torre
de Londres. El preciado objeto había pertenecido a Isabel I y se decía
que costó unas cuarenta mil libras esterlinas. Al hombre le rondó por
la cabeza la idea de comprobar la autenticidad de aquella pieza para lo
cual era preciso envolverla en un paño de seda y arrojarla al fuego. Si
el cuerno era verdadero, explicaba el francés, la seda no ardería. Por
fortuna para él, la presencia de los guardas bastó para contener sus ímpetus
investigadores.
El carácter purificador del
asta de unicornio constituye el motivo central de una famosa leyenda de
la Edad Media, según la cual un nutrido grupo de animales tenía costumbre
de acudir a saciar su sed en un estanque. En cierta ocasión en que el
agua había sido envenenada, el problema se solucionó con la llegada del
unicornio, quien metiendo su cuerno en el líquido lo devolvió a su anterior
condición. En algunas versiones cristianas, el cuerno representa la cruz
y el agua los pecados del mundo.
Otra famosa y simbólica leyenda
medieval gira en torno a la captura del unicornio por una joven doncella.
No había más forma de amansarlo - explica la narración - que atraerlo
hasta una muchacha virgen, la cual debería sentarse al pie de un árbol
del bosque. Cuando el animal se aproximara y, confiado, reclinara la cabeza
en el regazo de la doncella, ésta debería acariciarle el cuerno y cantarle
hasta conseguir adormecerlo. Sólo entonces podría cortarle el asta y avisar
a los cazadores con sus perros. El evidente simbolismo sexual de este
relato dio lugar a numerosas elaboraciones eróticas. También se intentó
una interpretación cristiana, según la cual la doncella era la Virgen
María, el unicornio, Cristo y el asta significaba la unidad del Padre
y el Hijo. Cristo, encarnado en el unicornio, muere para redimir los pecados
del mundo.
En marzo de 1933 un biólogo
estadounidense, el doctor Franklin Dove, hizo realidad una vieja idea
de los naturalistas, trasplantando los dos brotes córneos de un becerro
recién nacido, de su lugar de original al ocupado por los huesos frontales.
La operación, realizada en la Universidad de Maine, resultó un éxito,
y con el tiempo el animal pudo mostrar al mundo su único cuerno. Claro
está que no se parecía en nada al legendario unicornio medieval, modificado
por el paso de los siglos hasta asumir las elegantes líneas de un caballo.
Todo ello nos hace pensar en la posibilidad de que alguien, centenares
de años atrás, obtuviera por medio de operaciones similares un ejemplar
de un solo cuerno. De ser así, estas criaturas habrían inspirado las primeras
leyendas del unicornio. Aunque también es probable que el misterioso y
mágico animal sea un simple producto de la imaginación humana, surgido
con el fin de satisfacer alguna necesidad psicológica.
El Quinto Hombre
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