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Revista Digital de El Quinto Hombre
UN HOMBRE LLAMADO...
GENGIS
KAN
EL
EMPERADOR DE LAS ESTEPAS
Noche... Tambores... ritos... guerreros que se inclinan respetuosos y
sumisos ante el estandarte adornado con crin de caballos rindiendo su
homenaje al espíritu protector del clan. Todo esto es la preparación previa
al combate. Ya están preparadas las hordas para su diario recorrido por
las estepas asiáticas. SIGLO XII: las tribus luchan entre sí para lograr
una porción más de tierra en esas áridas regiones. Luchan porque desean
un poco de tierra, un poco de "verde", un manantial. Mongolia se encuentra
cercada de poderosos estados, limitada por barreras pétreas infranqueables
y por las peligrosas arenas del Gobi. En un reducido poblado del Este,
en el seno de una familia noble, nace un niño que llegaría a azotar al
mundo de entonces. Ojos verdes, tez clara, cabellos castaños rojizos ceñidos
en dos trenzas que acarician bravíos hombros: imagen del hombre que pertenece
a Los Hijos de la Luz pero que las circunstancias le obligan a adaptarse
a la ruda rutina de esas regiones.
Su nombre: Temuyin. Luego
será llamado GENGIS KAN. El tártaro que infundió un espíritu nuevo a un
grupo de bárbaros, llegando a conquistar 32 pueblos; será el rey de los
hunos. En 1211, atraviesa el Gobi con 200.000 guerreros en busca de las
riquezas de los Kin (Imperio Chino; nómades manchúes convertidos en sedentarios).
No quiere continuar siendo un súbdito más, sino su dominador. Llega la
victoria, la paz y una nueva esposa para Gengis Kan. Mas los intereses
económicos de los mongoles se encuentran obstaculizados por los persas.
Nuevamente, el pueblo empuña sus armas para marchar al encuentro de sus
enemigos. La travesía por las ya mencionadas montañas, peligrosos desfiladeros,
y con un ejército en desventaja, constituye una hazaña mayor que la realizada
por Aníbal. En el escaso lapso de dos años, las hordas recorren seis kilómetros
hasta alcanzar las estepas del Cáucaso.
En cuatro años de campaña,
el rey de los hunos exterminó a millones de musulmanes, extendiendo su
Imperio desde China hasta el Golfo Pérsico, desde Siberia hasta la India.
En 1226, el Gran Kan enferma; su fin está próximo y él lo sabe. Gengis
Kan ha muerto. Junto a las montañas sagradas de los borgin fue sepultado,
desconociéndose el sitio exacto; los súbditos que se encontraban en el
camino, mientras el carro conducía sus despojos, fueron ejecutados para
servirlo en las regiones celestes. Durante tres años, los mongoles permanecen
sin rey; nadie es digno de reemplazarle. Al fin es nombrado Ogodai, tal
como su padre deseaba; la obra comenzada por él, prosigue. Luego de este
soberano que intentó en vano hacer sucumbir Europa, comienza la disgregación
del Imperio Mongol. Las hordas doradas van presintiendo su fin. Sus descendientes,
aún hoy, continúan usando el arco y la flecha, reuniéndose una vez cada
año para reverenciar el espíritu del Gengis Kan, permanecen fieles a la
misión que les había sido encomendada: hacer sucumbir a los pueblos sedentarios.
Pero la cristiandad unida, no permitió que se cumpliera el designio. No
obstante el mensaje del Kan, aún suena amenazante: "TU ESCOGISTE LA GUERRA,
SOLO EL CIELO CONOCE EL RESULTADO DE LA LUCHA".
El Quinto Hombre
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