Veo que tus estrategias para escaparle a tu soledad son prácticamente
las de todo el mundo, pero si miras bien te darás cuenta que nada puede
sustituir a la soledad; no importa lo que hagas, nada puede eliminarla
porque siempre estuvo y estará allí. Tarde o temprano aparecerá su nariz
y volverás a sentir su presencia.
La soledad es como la muerte; siempre están allí, esperando.
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Te has preguntado
¿porqué la soledad nos impacta y nos hace sentir mal?. Tu me dices "ah
pero puedo estar a solas".
Te pregunto ¿por cuánto tiempo?. ¿Quizá un par de horas, o un
día?.
Pero tu me respondes "Yo no tengo problema; pongo música, leo un buen
libro; en última instancia prendo el televisor".
Pero ¿sabes una cosa? Haciendo eso tu no estás a solas; tu estás
con la música o con tu libro o bien acompañado por el televisor; pero
lo que se dice a solas, tu no lo has estado.
Debes notar que en cada caso no has enfrentado tu estar a solas;
lo que has hecho es evitarlo, dejarlo para mañana.
Debes darte cuenta de algo muy simple; lo que se aburre en ti
es una parte que arrastra al resto.
Nosotros hemos entrenado
a nuestra mente a estar siempre ocupada; siempre pensando en algo u
ocupada en hacer algo. Nos hemos entrenado en ocupar nuestra atención
en estar en las cosas del mundo, o sea, estar fuera de nosotros mismos.
Ocuparnos de nuestros intereses es una parte en nuestros pensamientos;
una parte tan importante que cuando por alguna razón nos alejamos de
estos pensamientos, sentimos un vacío y la consiguiente inquietud por
llenar ese vacío. Para decirlo en pocas palabras, la mente aborrece
el vacío; y lo aborrece porque la hemos educado, entrenado, para estar
siempre activa. Es como si dijera que no pensar es estar muerto; y nadie
quiere sentirse muerto.
¿Te has dado cuenta que tu eres algo más que tus pensamientos?
¡Oye! ¡No me digas meramente que sí!. Quiero que te des cuenta; sólo
eso: darte cuenta de que tu eres algo más que tus pensamientos.
Finalmente date cuenta de esto: solos hemos venido a este mundo
y solos nos vamos de él; estar en el mundo es compartir soledades; nuestra
compañía es compañía de soledades.
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Enfrentar nuestra
soledad y vivirla plenamente es fuente de poder personal y también fuente
de un amor sin condiciones pues en esta soledad que comprendemos que
amar a los demás es quizás el único obsequio real que nuestra vida puede
dar a la vida.
Parte de un capítulo
de su próximo libro a editar.