Revista Digital de El Quinto Hombre

ELEMENTALES EN ALBERTI (ARGENTINA)

Por: C.A.E.F.A.

 

Alberti es una hermosa localidad, a menos de 200 kilómetros de Buenos Aires, donde los días transitan como en centenares de ciudades de nuestro país. El día es activo, la zona es productiva y hay tiempo al atardecer y la noche para el comentario. Pero allí sucedieron hechos que motivaron los más variados comentarios, y hasta las polémicas, porque como sucede en todas partes del mundo frente a distintos fenómenos extraños, se discute, se duda, se niega o se defiende con encendida pasión.

La protagonista es maestra de la escuela local y persona inobjetable. Ana María G., una agraciada joven al salir de su domicilio tiene una experiencia desconcertante. Son las 7 de la mañana, y como siempre lo hace, se dirige a la cercana escuela donde ejerce como maestra. Está bien, se siente bien y totalmente despejada, ha tomado una rosa del jardín, cosa que le encanta y con la cual le da un toque delicado a su escritorio en la escuela.

Al volver del jardín, como lo hace siempre, abre la franja lateral de la entrada para dejar la llave adentro. Su mirada se enfrenta con la presencia (dentro de la casa) de un ser luminoso a menos de dos metros de ella. Lo describe así: "Era una figura ovoide rodeada de una fuerte luz blanca, la figura en sí era verde y de ella solo pude distinguir los contornos de una cabeza grande en la cual se destacaba sus ojos, saltones, amarillos. Su altura alcanzaría apenas al metro cuarenta centímetros. Todo sucedió en escasos segundos y recibí una fuerte impresión y caí hacia atrás. No podía ubicar mentalmente aquello y instintivamente me dirigí hacia la escuela. Cuando llegué me senté a meditar y no sabía que hacer. Temí contarlo y que no me creyeran. Al fin lo confié a una amiga porque ella observó mi preocupación"

Su narración es clara y concisa, sin aditamentos fantasiosos. Quienes la conocen nos afirman que Ana María no es propensa a divagaciones y persona muy apegada a su trabajo y las labores de su casa. Ha leído muy poco sobre OVNIs, y fenómenos insólitos y jamás ha tenido alucinaciones. Nunca ha estado enferma. Su esposo comenta que la noche anterior escuchó en el ambiente externo a la casa, de una estridencia semejante a de los grillos. A su vez unos vecinos, la misma noche que el esposo de Ana María tiene su experiencia, escuchan arriba del techo de su domicilio, fuertes zumbidos que definen parecido al que podría hacer trabajando un aparato autógeno.

Al día siguiente del hecho, mientras se realiza la habitual limpieza de la casa, se descubre una cantidad de enigmáticas manchas verdes. Son pequeñas pero hay profusión en ellas, gran parte en el mismo lugar donde tuvo lugar la aparición, y otras más a la entrada de la casa y hasta algunas en el techo del automóvil de la familia que se hallaba en dicha entrada. Con referencia a las manchas se puede decir que su presencia es totalmente inexplicable ya que ningún miembro de la familia estuvo en contacto con sustancias ni pinturas de ese color verde tan peculiar. Al tratarse de limpiar las manchas ofrecieron mucha dificultad y debió recurrirse al raspado para sacarlas. El análisis primario demostró la existencia dentro de ellas de una formación plástica (o similar) que no ofrece ninguna similitud con pinturas convencionales. El color es verde nilo, aunque existan sospechas que su color es consecuencia de la oxidación de alguna sustancia extraña.

Se puede relacionar este caso con la observación de una flotilla de objetos brillantes, noches antes, Fuertes resplandores en el cielo, con diez o doce objetos muy brillantes, dispuestos en forma de "V", un tanto alargados, pasando a gran velocidad. Esto fue observado por 200 personas, ya que se encontraban reunidas en el Club Ferroviario de esa localidad.

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